Nueva temporada de “El Quijote no existe”

Vuelve a Habemus Theatrum el unipersonal protagonizado por Gustavo Bevacqua, con música original ejecutada en vivo por Mariano Abrate y la dirección de Luis Furlano y Marcela López. Las funciones continuarán los domingos 9, 23 y 30 de este mes.

DE LA REDACCION. Con producción de Theatrum Group Pergamino, se reestrena hoy, a las 19:00, en la sala Habemus Theatrum, Pinto 918, la obra “El Quijote no existe”, un unipersonal protagonizado por Gustavo Bevacqua, con música original ejecutada en vivo por Mariano Abrate y la dirección de Luis Furlano y Marcela López. 

La operación de luces estará a cargo de Ezequiel Gazza y el vestuario ha sido realizado por Bernarda Funes.

Las siguientes funciones serán los domingos 9, 23 y 30 de este mes, también a las 19:00. Las entradas pueden reservarse por teléfono a los siguientes números: 414324 ó 15357537; también a través de la página Web de la obra: teatropergamino.wix.com/elquijote 

Escrito por Jorge Díaz, dramaturgo argentino nacido en Rosario y luego radicado en Chile, este texto, de acuerdo con su propia definición, contiene algunas ideas de Jorge Luis Borges e Ilan Stavans; versos de Gabriel Celaya y Antonio Cisneros; fragmentos de “El Quijote de la Mancha” y otras lecturas.

Cervantes, el Quijote, Sancho Panza, Valerio (el impresor), un conductor de televisión y un psiquiatra, interpretados por un mismo actor, se suceden a lo largo del espectáculo, en un “diálogo” errático, gracioso, real, humorístico, dislocado, atormentado y de extrema sensatez al mismo tiempo. También podría decirse que ese diálogo sucede entre el poder, el deseo, la política, el arte, la locura, la muerte. 

La acción transcurre en un espacio que el espectador puede interpretar de maneras diferentes durante el desarrollo de la obra. El tiempo en el que sucede se vuelve un interrogante que se devela al final de la misma.

De muchas maneras, Díaz retoma la razón crítica de Cervantes a través de la locura de Don Quijote. Y en este caso, beneficiado por más de cuatrocientos años de historia, se atreve a jugar con la alteración del tiempo. Nos presenta a un Don Miguel de Cervantes Saavedra capaz de estar en aquel sótano de la Imprenta Real de Atocha en Madrid discutiendo con su impresor; e inmediatamente después, apaleando a un inescrupuloso conductor de televisión de nuestros días. Tanto uno como el otro, se burlan de su obra, se desentienden de su locura, abusan de un poder pequeño pero destructivo. 

De la misma manera, sus diálogos con Valerio -aquel cajista encargado de llevar adelante la impresión del Quijote- son de un tenor parecido a la entrevista con el psiquiatra que lo atiende luego del estallido de furia en el set televisivo. Y son el mismo desprecio por lo diferente, por el mundo de la imaginación y de los sueños que sostuvieron a Cervantes en medio de una sociedad en crisis, que se desmoronaba a través de la guerra y la decadencia económica.