La ocupación hotelera es de 100% por la presencia de peregrinos que llegaron a la ceremonia, algunos de los cuales arribaron en vuelos fletados desde Europa, Estados Unidos y América del Sur informó el ministro de Turismo José Napoleón Duarte.
San Salvador, (AFP-NA) - La capital salvadoreña vivía un clima de fiesta ayer, víspera de la ceremonia popular en que su figura más reverenciada, el asesinado arzobispo Oscar Arnulfo Romero será elevado a los altares como beato de la Iglesia Católica.
Las principales vías de la normalmente congestionada capital estaban adornadas con imágenes de Romero que dan la bienvenida a los visitantes a San Salvador, sede de la beatificación.
Ayer amanecieron cerradas algunas de las principales arterias capitalinas que rodean la Plaza Salvador del Mundo, donde una multitud de obreros trabajaba en instalar toldos, tarimas, pantallas gigantes y sistemas de sonido para la fiesta de hoy.
Grupos de jóvenes anticiparon el clima festivo en la plaza, donde llegaron con guitarras entonando canciones en homenaje al beato.
El ministro de Turismo, José Napoleón Duarte, dijo que esperan 285.000 personas en la ceremonia religiosa de beatificación, gran parte de los cuales llegaron del extranjero.
La ocupación hotelera del Gran San Salvador es de 100% por la presencia de peregrinos que llegaron a la ceremonia, algunos de los cuales arribaron en vuelos fletados desde Europa, Estados Unidos y América del Sur, según el ministro.
Desde el viernes, 3.700 policías y soldados se encargaron de dar seguridad a la capital en espera de la beatificación.
Muchos de los visitantes, salvadoreños y extranjeros, aprovecharon el clima festivo previo a la ceremonia para visitar los sitios históricos de Romero, recordado como la voz de los sin voz en un país marcado por las profundas desigualdades sociales y la violencia.
En la Catedral de San Salvador, la canadiense Christie McNeil, de 28 años, llegó para visitar la cripta de Monseñor Romero.
Monseñor Romero era una leyenda cuando yo nací, y toda mi vida he escuchado hablar de él. Aprendí a admirarlo y amarlo por mis padres, que se identificaron con su lucha por los pobres. Esto (la beatificación) no me lo podía perder por nada en el mundo, comentó antes de bajar a la cripta.
Alrededor de la Catedral, donde las calles están abarrotadas de vendedores ambulantes, algunos puestos ofrecen a los visitantes recuerdos del religioso asesinado por elementos de la ultraderecha, que no toleró su clamor de justicia social y de poner fin a la represión.
Por cinco dólares se puede comprar una camiseta con el rostro de Romero, un dólar por un afiche que recoge algunas de sus frases más recordadas, dos o tres dólares alcanzan para un video de alguno de los muchos documentales, reportajes y películas inspiradas por el religioso.