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El único espacio de reclusión disponible en el Partido es la Comisaría Primera, que tiene un cupo aproximado de 20 personas, pero en ocasiones el número supera esa cifra y genera inconvenientes al personal y malestar entre los detenidos, además de ser un “caldo de cultivo” para revueltas. Desde junio de 2011 y abril de 2012, los calabozos de las seccionales Segunda y Tercera, respectivamente, se encuentran clausurados.
DE LA REDACCION. En la provincia de Buenos Aires los espacios de alojamiento de presos se encuentran colapsados hace años y en las cárceles del Sistema Penitenciario, así como también en los calabozos de las comisarías de muchos distritos del interior, se observan con frecuencia situaciones de hacinamiento, peleas y/o motines.
Los espacios de reclusión se ven ampliamente superados por la enorme población carcelaria y algunos presos quedan detenidos durante meses en las comisarías (cuando no es su función), mientras se resuelve su situación procesal. La permanencia extendida de sujetos mientras ingresan nuevos generan un colapso en los calabozos, y se debe realizar una compleja distribución de los presos en toda la provincia, lo que explica porqué en algunas circunstancias, la seccional Primera de nuestra ciudad, que es la única habilitada para alojar personas, ha recibido gente del Gran Buenos Aires con frondosos prontuarios.
Debido a sus estructuras inadecuadas y la falta de entrenamiento del personal policial para esa función, las comisarías no son lugares adecuados para alojar personas por períodos prolongados pero no obstante ello la dependencia de calle Dorrego 636, tiene una población de aproximadamente 20 presos. Además, en algunas ocasiones se han producido varias detenciones simultáneas, y se superó ampliamente esa cifra.
Desde junio de 2011 y abril de 2012, las Comisarías Segunda y Tercera, respectivamente, se encuentran clausuradas y el único espacio de alojamiento disponible es la seccional de la zona céntrica.
Por esta razón, la dependencia recibe detenidos no solo de Pergamino sino también de otros distritos e incluso del Gran Buenos Aires. Esto se da por medio del Registro General de los Detenidos en cárceles y comisarías de la provincia: al surgir una vacante en alguna dependencia policial, derivan allí los delincuentes. Esto explica por qué Pergamino tuvo detenidos oriundos de Lomas de Zamora, General Rodríguez, Zárate-Campana, Escobar y Quilmes, entre otros y que en muchos casos se trata de gente con frondosos antecedentes y de alta peligrosidad. En ocasiones son las propias autoridades locales quienes deben interceder para agilizar el traslado.
Asimismo cabe señalar que en momentos en los que se produce una superpoblación de presos, es necesario muchas veces afectar mayor cantidad de efectivos para custodiar las celdas y los pasillos de la comisaría y lo mismo sucede en los traslados de esos presos a las oficinas del Ministerio Público Fiscal o a los diferentes juzgados.
Por esta cuestión, la situación en la seccional Primera de nuestra ciudad se agrava los días de visita cuando las instalaciones de calle Dorrego reciben familiares de cada uno de los presos, debiendo reforzar la cantidad de personal para realizar el control y la organización de la visita.
Sin embargo, es importante destacar que pese a las condiciones de detención, no se han producido mayores inconvenientes, pero la tarea compleja ocasiona un desgaste diario en el personal policial. De todos modos, el peligro es constante, tanto por el perfil de los alojados como por las instalaciones y el personal, que responden a las características de una comisaría y no a las de un penal o alcaidía.
El debate vuelve a abrirse. La realidad es esta. No hay calabozos suficientes, los aprehendidos permanecen en estos espacios transitorios por más tiempo que el que deberían, según el ritmo que llevan las causas judiciales. ¿No sería necesario contar con una alcaidía?
No solo hay que detenerse en lo que significa en sí mismo la falta de calabozos para que los detenidos y quienes los vigilan tengan condiciones óptimas, sino que la escasez de este tipo de espacios tiene un efecto aún más negativo, que es la habitualidad de los jueces en otorgar beneficios extraordinarios como excarcelaciones o arrestos domiciliarios justamente por la falta de plazas para alojar detenidos. Consecuentemente ese procesado va a gozar de cierto privilegio no porque no signifique un peligro para la sociedad, sino porque el sistema no tiene lugar para alojarlo y eso, que suele verse muy a menudo, es un verdadero despropósito, porque los encargados de aplicar justicia recurren casi sistemáticamente a un punto gris que tiene sustento desde la frialdad de la letra pero que claramente no se condice con su espíritu.
Los calabozos de la Comisaría Primera son los únicos habilitados como alojamiento
La Comisaría Primera, que hoy en días es la única habilitada para alojar detenidos, también estuvo clausurada por malas condiciones durante más de un año. Entre mayo de 2009 y junio de 2010, los calabozos estuvieron fuera de funcionamiento por arreglos de pintura, conexiones eléctricas y de agua caliente. En ese entonces aún estaba habilitada la Comisaría Tercera, donde las condiciones de alojamiento no eran mucho mejor que las de la seccional de calle Dorrego, pero al producirse la reapertura de esta, la dependencia de avenida Paraguay y Merlino fue clausurada.
En tanto que las celdas de la Segunda quedaron fuera de servicio en junio de 2011 junto a otros 88 espacios de detención de diferentes dependencias policiales bonaerenses por disposición de Ministerio de Justicia y Seguridad de la provincia, debido a las pésimas condiciones en las que se encontraban.
En el caso de la seccional local, el lugar inhabilitado estaba destinado al alojamiento de mujeres en conflicto con la ley con un espacio muy reducido y sin las mínimas condiciones de habitabilidad; en el mismo llegaron a convivir hasta cinco personas, cuando la capacidad máxima en este lugar es de dos internos.
