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Los datos surgen de un informe que realizó la especialista de la Bolsa de Comercio de Rosario, Sofía Corina, quien señaló que "hay muchos factores en juego al sembrar, sin embargo el riesgo del negocio se incrementa sensiblemente en campos alquilados”.
El retorno de la actividad agrícola difiere del riesgo asumido ante la elevada inversión y en campo alquilado la diferencia es mayor, ya que se obtienen 116 dólares por hectárea de soja contra 508 dólares en propio, según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
Es un informe que realizó la especialista de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la BCR, Sofía Corina, quien señaló que "hay muchos factores en juego al sembrar, sin embargo el riesgo del negocio se incrementa sensiblemente en campos alquilados, mientras que la mayor parte de las ganancias provienen de la tenencia de la tierra.
"Producir la tierra no solo implica asumir el riesgo climático que puede arrasar con el total de la producción, sino también riesgo de precio, de tipo de cambio, de tasas de interés, de suba de impuestos o de alquiler, entre otros", consignó Corina.
Muchos factores condicionan la renta final y "muy pocos puede definirlos el productor" mientras que "cuando se calculan los márgenes del productor es sorprendente la diferencia entre el resultado de un campo propio y uno alquilado.
"Produciendo maíz en la zona núcleo bajo un alquiler de 16 quintales de soja se obtiene un margen bruto de 278 dólares la hectárea, trabajando su propio campo el margen sube a 670 dólares", precisó.
Explicó que "en soja, esta diferencia es aún más pronunciada, obtendríamos 116 dólares en campo alquilado versus 508 dólares trabajando en campo propio".
La analista explicó, a fines de simplificar, que no se computaron la incidencia de impuestos, tasas y contribuciones que "puedan deteriorar el resultado del estudio.
"Esta diferencia entre trabajar campo propio o alquilado es una de las principales causas de la disminución de la actividad de los productores que arriendan extensiones reducidas como así también los grandes pooles de siembra o sociedades agropecuarias", apreció.
Luego del paso de la zaranda ante la caída en las cotizaciones internacionales de los granos a partir de la crisis financiera de 2008, mayor presión impositiva e inclemencias climáticas; los productores que mayormente quedaron en el negocio son aquéllos que trabajan una escala considerable y por lo menos una parte de ella son hectáreas propias.
"A medida que la proporción de hectáreas alquiladas con relación con las propias se incrementa, el negocio es considerablemente más riesgoso", recordó la autora del reporte.
Expresó que una hectárea en la zona núcleo productiva tiene un valor de mercado de 16.000 dólares y considerando un ingreso por alquiler de 16 quintales de soja, se obtendría una renta inmobiliaria de la tierra de 2,5% anual.
"En cambio, un locador en un modelo productivo bajo alquiler, al dividir el margen bruto de la producción (116 dólares la hectárea) por una inversión menor (864 dólares entre capital operativo y alquiler) la renta sube a 13% en la hectárea de soja", dijo.
Esta mayor tasa de retorno de quien alquila tiende a compensar el mayor riesgo asumido por llevar adelante la explotación.
"De todo esto, se concluye que producir la tierra bajo estos valores de alquiler no es negocio para improvisados, sino para los productores que entienden y monitorean numerosas variables y de todo ese algoritmo logran obtener un resultado positivo.
Se trata de dominar tecnologías para la generación de rendimiento del cultivo, pronósticos, mercados, gestión de ventas, coberturas, tasas, financiación y gestión impositiva para hacer rentable el emprendimiento agropecuario.
