A partir del 10 de diciembre, un cambio de estilo para Pergamino

Más allá de los resultados electorales nacionales que aún esperan una segunda vuelta, pero no desvinculado del triunfo de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires, el cambio de autoridades que tendrá Pergamino importará un cambio de estilo tras 16 años de continuada gestión de la Integración Cívica Pergaminense, encarnada en la figura y los modos de sólo dos personas: 14 años de Héctor María “Cachi” Gutiérrez y dos de Omar Pacini que, aunque con propia impronta, llegó para finalizar un modelo de gestión que los pergaminense habíamos votado mayoritariamente en 2011. 

Con Javier Martínez en el Departamento Ejecutivo se iniciará una etapa totalmente distinta, por varios factores, siendo los evidentes su procedencia apartidaria y que por primera vez desde 1999, el Municipio contará con una Gobernación en sintonía, metodológica al menos. 

Aunque por la ley electoral y el sistema D’Hont, Martínez estuvo obligado a incluir en su nómina de concejales a los primeros postulantes de la lista con la que perdió Gutiérrez en las Paso, y más allá de los acuerdos que pudo haber efectuado en reuniones privadas con el exintendente y Omar Pacini, su gestión será propia y reflejará su modo de hacer y gestionar.  

De modo que habrá nuevos proyectos y otra forma de conducir la Municipalidad que la que hemos visto en estos últimos 16 años. Y eso es siempre una buena noticia, porque cualquier institución, organización, empresa y hasta una fría máquina denota “achanchamiento” de sus componentes tras mucho tiempo de responder a una misma voz de mando. En términos de un municipio, es como que por costumbre ya sus miembros se acomodan a trabajar al gusto del mandamás, de quien ya conoce sus preferencias y las fallas que son eludibles a sus ojos, y no con la vista puesta en la eficiencia. 

Martínez viene, como ha afirmado, con ideas de cambios respecto del manejo de la Comuna, de la distribución y funciones del personal y de los servicios que se prestan y cómo seguirán de aquí en adelante. Llegarán funcionarios del PRO (porque es lógico y corresponde que el jefe ubique en los puestos más gravitantes a gente de su entera confianza y conocimiento) y otros provendrán del radicalismo, los de planta quedarán como es debido y de los políticos sobrevivirán aquellos que el nuevo jefe considere valiosos. Porque la experiencia es en sí mismo un valor. 

No es Pergamino un distrito difícil de administrar, por sus condiciones naturales y por su composición social. Esta gran ventaja ha ido en detrimento de generar una estirpe de dirigentes luchadores, ya que en pocas circunstancias –si se lo analiza en comparación con la realidad de otras localidades- han tenido nuestros intendentes que salir a la palestra. Ha bastado siempre con prolijidad para tener la casa en orden y pasar el mando al que siguiera, pero ello ha ubicado a nuestros funcionarios en un status quo, en una subejecución de capacidades, en una sobreestimación de lo que somos y cada vez un poco más lejos de lo que podemos llegar a ser, precisamente por lo que decíamos más arriba: recursos naturales y humanos envidiados por gran parte del país.

Los pergaminenses de 2015 queremos crecimiento como distrito, además de servicios bien prestados. Más inversión en infraestructura para que seamos la ciudad elegida por quien quiera invertir en el país. Menos gasto público y ver plasmado un uso equitativo de las tasas municipales que se pagan, porque se trata de un patrimonio que es común a todos: el Centro, los barrios y los pueblos.

El cambio que se producirá en la esfera política local genera expectativas y serán los primeros meses los que nos darán una idea del rumbo que irá tomando la Municipalidad en particular y la ciudad en general, con su sector privado y todos sus vecinos de las más diversas actividades. Pero debemos ser pacientes, más que en los últimos años. Porque esta vez no entrará por la puerta del Palacio la continuidad sino una persona nueva, en el cargo y en la política, y que no sabemos qué coyuntura nacional lo acompañará. Porque si el país en algún punto eclosiona, Pergamino lo hará también por más buena administración local que haya.

También asumirán 10 nuevos concejales que con los 10 que continúan el mandato dos años más, conformarán el nuevo Concejo Deliberante, muy equilibrado, para el bien de la democracia y de todos. Al menos así está planteado, sin mayorías automáticas. Habrá que ver si en el transcurso de los meses todos respetan los espacios por los que resultaron acreedores de una banca en el cuerpo deliberativo. Sería muy sano que todos cumplieran el mandato de las urnas y los bloques se conformaran tal y como los votó la ciudadanía. No como tantas veces sucede que, por intereses políticos, el Concejo termina reflejando una realidad bien distinta y se conforman varios bloques, incluso unibloques, que finalmente terminan favoreciendo, aunque no lo quieran, a la mayoría. Un cuerpo que no respeta las proporciones de los electores es estafa moral; no es ilegal termina pero sí antiético e ilegítimo.

Hubo una etapa, hace no muchos años, en que había que subdividir oficinas en los altos del Palacio Municipal porque los bloques se rompían en partes y ya no había más lugar para que cada uno tuviera oficina, teléfono y secretaria. Y hubo un caso, que no vale la pena señalizar más que el ejemplo en sí, que el bloque se sacó la primera foto todos juntos (eran siete) y esa misma noche se rompieron en dos bancadas. No preservaron ni un día la voluntad popular.

En el resultado del domingo también hay un llamado de atención al Partido Justicialista, ahora representado por el Frente para la Victoria que, con los cuatro años que tiene Martínez por delante, no habrá ganado una elección en los últimos 20 años. Incluso cuando esta vez se había configurado un escenario ideal para que recuperaran la Intendencia: quien los había derrotado en tres ocasiones no sólo estaba desgastado en su imagen sino que además quedó fuera de juego. El pergaminense mayoritariamente anhelaba un cambio en todo, y eso incluía el partido gobernante. Tras muchos años ver crecer a distritos de igual porte, estaba plantada en la sociedad la curiosidad de saber si todo era mejor al estar gobernados por un intendente del mismo signo que la Provincia y la Nación (esto cuando ni se pensaba en el batacazo de Vidal). Y como “frutilla del postre”, el principal opositor resultó ser tras las Paso un vecino sin trayectoria política y de un partido con escasos 10 años de existencia en el país. ¿Cómo el peronismo local, con su extendida presencia en la ciudad y su dilatada trayectoria no iba a ganar estas elecciones? Y sucedió nuevamente. El peronismo se quedó con el rol de oposición, mirando de afuera el Palacio Municipal. Corresponde a sus representantes reflexionar sobre las razones que han llevado a las sucesivas derrotas y especialmente a ésta, que se planteaba como el corte de la racha y terminó siendo contundente. El discurso, el accionar, el candidato, el arrastre provincial, el “techo” nacional, todo deberá ponerse sobre la mesa para entender por qué no se logró seducir al electorado local. Ahora están concentrados en apoyar a Daniel Scioli para el ballottage pero luego deberían darse espacio a la reflexión en el seno del peronismo y del Frente para la Victoria local, para entender las razones por las cuales no han logrado volver a llegar, una vez más, al corazón de los pergaminenses en forma mayoritaria.

Más allá de la segunda vuelta que se realiza el 22 de este mes y de los vericuetos del peronismo local que deberá resolver entre ellos mismos, hoy las miradas están puestas sobre Javier Martínez, para ver cómo construye su gabinete, cuáles serán sus primeros anuncios y cómo comienza a andar el nuevo equipo de funcionarios a partir del 10 de diciembre en el que asumirá legalmente el cargo de intendente de Pergamino.