Editorial

A veces los argentinos necesitamos, sencillamente, un gesto


Estados Unidos despidió a Barbara Bush con un caudal de admiración y cariño, pero la muerte de la primera dama logró reunir además a cuatro presidentes del país del norte y que accedieran además a fotografiarse juntos.

Estaban los dos Bush que ocuparon la presidencia; el resto de sus hijos, nietos y bisnietos; Hillary y Bill Clinton, y Barack y Michelle Obama en su funeral. Melania Trump fue con dos miembros del personal de la Casa Blanca, en representación de su marido, el gran ausente: Donald Trump. Decimos que cuatro expresidentes fueron a su funeral, todo el arco político la honró y miles de personas se acercaron a rendirle tributo.

¿Qué implicancias tienen estas fotos? Porque, en realidad estos presidentes no son ni fueron nunca amigos, más aún ha habido enfrentamientos de porte entre ellos; no piensan igual y seguramente en privado den rienda suelta a críticas cruzadas. Y ahí vamos a lo que muestra la foto: que los exmandatarios saben que Estados Unidos, su casa, su país está por encima de ellos mismos. No es menor para una democracia que los expresidentes comprendan que la nación está, claramente, por encima de sus gestiones y el hecho de que, posiblemente se detesten.

Son atributos de una república, y de una democracia, que se pueda honrar a los exmandatarios y que cada uno de ellos demuestre, siempre y sobre todo cuando ya ha dejado el poder, que invariablemente el país está por encima de las contingencias entre las que se encuentran sus gestiones.

Esta postal no vemos en la Argentina, ni la pudimos ver antes de la muerte de don Raúl Alfonsín, el padre de la democracia recuperada, lo que hubiese implicado una foto ejemplificadora sobre todo para los más jóvenes. Y la realidad es que no se podía porque unos no se querían dejar fotografiar junto a otros. Como si sus gestiones tuvieran una validez mayor a la de su predecesor o su continuador. Mauricio Macri es el séptimo presidente desde 1983 a la fecha. Sin embargo no hemos visto jamás un hecho que implique que se sienten juntos con Carlos Menem, Cristina Kirchner, Eduardo Duhalde, Fernando de la Rúa (ya que Néstor Kirchner también falleció), juntos.

Un momento para que esto sucediera sería, que es como un clásico de los países democráticos, juntarse cuando asume un nuevo presidente. Allí los exmandatarios suelen salir retratados acompañando al nuevo presidente, sean de su partido o del contrario. Sin embargo en nuestro país, Cristina no quiso siquiera pasarle el mando a Macri tras la última asunción presidencial, presumimos que para evitar la foto. Un verdadero despropósito, cargado de un simbolismo muy negativo para el sistema político, que a la postre no ha hecho más que ir transformando la grieta en abismo, en una Argentina profundamente dividida.

En aquel momento y frente a la indignación de muchos, la expresidenta Cristina Kirchner pidió disculpas por no haber participado del traspaso de mando en 2015, cuando Mauricio Macri asumió el poder. “Si alguien se ofendió, si el presidente se ofendió, pido disculpas. Si él pensó que yo tenía que ir a la tarde a Casa de Gobierno, cuando ya no era presidente, pido disculpas, pero no podemos seguir discutiendo las formas con esta situación económica social y grave”, aseguró la exjefa de Estado en una entrevista que dio en Infobae. Pese a ello, Cristina sostuvo que la ceremonia debió hacerse en el Congreso Nacional, antes del mensaje del nuevo presidente ante la Asamblea Legislativa, y no en la Casa Rosada, como pretendía Cambiemos. “Yo sostenía y sigo sosteniendo que tenía que ponerle la banda en el Congreso. ¿Por qué? Porque él adquiere la calidad de presidente y yo la de expresidenta en el momento en que él se sienta frente a la Asamblea Legislativa para hablar. Yo hablé con él. Para mí era eso y sigue siendo eso. Primero me dijo que sí y después volvió con la idea de que yo fuera a la tarde a la Casa de Gobierno”, recordó. En fin, la cuestión es que tenemos tan baja calidad institucional que ni traspaso de mando tuvimos, como si se hubiese generado un golpe de Estado y no una elección democrática con ballotage.

Como un recuerdo positivo, en aquella casi trágica Semana Santa en que se levantó el movimiento “carapintada”, Alfonsín pudo salir al balcón con la presencia y el apoyo de Antonio Cafiero representando al peronismo, entre otros dirigentes. Eran los albores de la democracia y esa foto en el balcón de la Casa Rosada tenía más relación con aquel abrazo Perón-Balbín que conmocionó a todo el país, que con lo que vimos después en la marcha de nuestra política. Y la realidad es que aquel abrazo histórico también se generó cuando había en la Argentina una grieta enorme, dolorosa y profunda como la actual. Por eso fue tan importante y cómo alivió nuestras divisiones durante mucho tiempo, qué bien nos hizo a los argentinos.

A veces los ciudadanos necesitamos gestos, sencillamente gestos. Aquellos que no tienen relación con el bolsillo o las decisiones administrativas, sino con el sentido de país, de nación, de Patria.


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23 de Marzo de 2024 - 05:00
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