Editorial

Argentina y Brasil no quieren perder el tren de la historia


La reunión entre los presidentes de la Argentina y de Brasil, que se produjo en la capital brasileña, no tiene en principio efectos concretos pero es el simbolismo político lo que se ha marcado de cara al futuro. No se firmaron acuerdos específicos, pero los gestos los marcaron la necesidad mutua de Mauricio Macri y de Michel Temer de unir fuerzas frente a la nueva realidad geopolítica que se presenta.

Porque nadie ignora las dificultades económicas por las que atraviesan ambos países; la quietud y la falta de vigor del Mercosur, y la urgencia de transformar en oportunidades la amenaza que significó la llegada de Donald Trump al poder en los Estados Unidos.

El proteccionismo que ha comenzado a aplicar Trump no solo amenaza a México y sus inversiones (que es una de las naciones más perjudicadas) sino también a la Argentina y Brasil. Por eso ambos presidentes se comprometieron a derribar las barreras comerciales entre sus países para darle dinamismo al Mercosur, y coincidieron en la necesidad de ampliar los vínculos del bloque a otros países, entre ellos México.

El mensaje regional será claramente leído en Estados Unidos y no bien recibido, como es de imaginar. “Ante las tendencias de desunión, aislacionismo y proteccionismo, Brasil y Argentina responden con más acercamiento, diálogo y comercio”, dijo el presidente brasileño, Michel Temer, para que no queden dudas de quién es el destinatario del mensaje. Temer recibió en el Palacio del Planalto a su par argentino, Mauricio Macri, en su primera visita de Estado a Brasilia.

Quizá para no ahondar en un enfrentamiento con el país del norte, Macri y Temer señalaron que no hablaron sobre una posición conjunta hacia las políticas nacionalistas y proteccionistas de Trump, pero apuntaron que la especial coyuntura entre los Estados Unidos y México puede llevar a un mayor acercamiento del Mercosur a los mexicanos.

“Claramente este cambio de escenario hace que México gire a mirar al Sur con mayor decisión”, destacó Macri, quien definió la relación Argentina-Brasil como “una alianza estratégica natural” que precisa consolidarse, modernizándose y abriéndose al mundo.

No es casual que tras esta reunión se conoció que en las próximas dos semanas, enviados mexicanos llegarán a Brasilia y Buenos Aires para analizar la posible compra de alimentos a ambas naciones. En tanto, para fines de marzo o principios de abril se planea realizar una reunión con los cancilleres de los cuatro miembros del Mercosur (la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, luego de que Venezuela fue suspendida) y de los cuatro de la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile). 

Creen que se abre una oportunidad importante para acercarse a las naciones de la Alianza del Pacífico. No dejaron de indicar que ya está muy avanzado el demorado acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), y que se pretende iniciar conversaciones con el mismo objetivo con Canadá, Japón, Corea del Sur y la Asociación de Libre Comercio Europea (Noruega, Suiza, Islandia y Liechtenstein).

Lo cierto es que la llegada de Trump al poder cambió el mapa del mundo en materia comercial y un Mercosur moribundo ahora se lo planea revitalizar a fin de hacerlo más atractivo a la inversión. Por eso quieren unificar las reglas técnicas, sanitarias y todo lo que obstaculice el intercambio. 

La realidad es que en este marco, los países individualmente perderían muchas oportunidades comerciales, salvo que tengan un volumen como China, que es más amplio que un mercado común en sí mismo.

No podemos olvidar que Brasil es el principal destino de las exportaciones argentinas, mientras que nuestro país es el tercer socio comercial brasileño, después de China y Estados Unidos. Luego de un intercambio récord de 39.600 millones de dólares en 2011, el comercio bilateral entre la Argentina y Brasil se ha reducido constantemente, y el año pasado cayó a 22.500 millones, con un déficit para nuestro país de 4.333 millones, un tema que preocupa y mucho. Pero la caída de la economía brasileña arrastró en parte a la Argentina, en medio de las crisis que viven ambos países.

Pero no todo es solo tomar la decisión entre ambos países motores del Mercosur y para que comience a marchar, hay temas que resolver como el de los azucareros argentinos que se niegan al ingreso del azúcar proveniente de Brasil, ya que se verán claramente perjudicados. O el conflicto con las autopartes, donde los brasileños nos acusan de tener una industria muy proteccionista. No son temas insalvables pero sin dudas que esta decisión de nuevos acercamientos tendrá repercusiones internas en ambos países.

La verdad es que, el viraje de los Estados Unidos, insistimos, desde la llegada de Trump al poder, ha obligado a los países y los mercados comunes a cambiar sus estrategias, pensando en achicar los daños que generará en esta etapa de una economía, aún globalizada, el proteccionismo que se aplica en el país del norte.

 

Paralelamente habrá que estar muy atentos a los cambios internacionales que se irán generando, a fin de que el nuestro y el resto de los países de la región puedan adaptarse a las nuevas realidades que se avecinan, porque el fin nada puede ser más perjudicial que perder el tren de la historia.


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26 de Abril de 2024 - 05:00
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