Editorial

Consumo de drogas: no dejar de lado a las víctimas


Apenas asumido el nuevo gobierno de Cambiemos se planteó como un objetivo concreto dar la pelea al narcotráfico en la Argentina, una tarea que venía casi dilatada y con escaso resultado. Y se empezó con la dura labor que, obviamente, está plagada de acechanzas, avances y retrocesos.

Sin embargo, lo que no se tuvo en cuenta a la hora de dar este combate es que si bien el consumidor es una víctima frente al “dealer”, es el cliente en este sucio negocio. Y es sabido que mientras haya quien compre, invariablemente, habrá quien venda. Y lamentablemente esta pata del combate no se tiene en cuenta en lo absoluto, no hay campañas de prevención, por ejemplo, hay escasas charlas en los colegios, pocas conferencias destinadas a todo público, programas activos que ayuden a alejar a los más jóvenes de este flagelo.

Y lo planteamos porque uno de cada tres jóvenes de la provincia de Buenos Aires probó cocaína, marihuana o éxtasis. El 75 por ciento conoce a personas que consumen estas drogas. Y la gran mayoría de ellos considera que es “muy fácil” conseguirlas. No dudamos de esta encuesta, porque quién más o quién menos sabe lo que sucede donde vive, así sea por referencia.

Esta encuesta se hizo entre jóvenes de entre 15 y 29 años de los 135 municipios de la provincia y fue encargada por el gobierno de María Eugenia Vidal, en 2016. Y si bien con estos resultados en la mano, las autoridades bonaerenses admiten que la situación es preocupante, no vemos las acciones planteadas a partir de esta difícil cuestión.

En la provincia hay 3.850.000 jóvenes de entre 15 y 29 años. El 50,3 por ciento son varones y 49,7 son mujeres. El 33 por ciento tiene entre 15 y 19; el 33,4 entre 20 y 24, y el 33,6 entre 24 y 29 años. Dos tercios viven en el Conurbano y el resto, en el interior provincial. Y el 68 por ciento son solteros.

Entre las sustancias más consumidas se destacan la marihuana, el alcohol y las pastillas. En el Conurbano se consumen más pasta base y drogas de diseño combinadas con alcohol y pastillas. En el interior, más cocaína. No hay grandes diferencias entre una y otra zona en cuanto a la marihuana que es al fin el más extendido de los estupefacientes, sobre todo en los iniciados.

El consumo de marihuana, cocaína y alcohol mezclado con pastillas es más elevado entre quienes solo terminaron la escuela secundaria. El consumo de pasta base, en tanto, es mayor entre los que no terminaron la secundaria y casi desaparece entre aquellos que cuentan con estudios superiores. Con lo cual la educación tiene claro impacto en la cuestión y eso no debiera dejarse pasar, es un dato clave para utilizar la escuela como lugar de prevención con clases especiales y programas dedicados al tema.

El 65,7 por ciento de los jóvenes de entre 15 y 19 años admiten haber probado bebidas alcohólicas, porque el alcohol no solo es un problema serio, sino que también funciona como antesala a otros vicios. El consumo de este tipo crece entre los jóvenes de 20 a 24 (77,7 por ciento) y tiene su pico en la población de entre 24 y 29 (78,7). En cuanto al alcohol, lo consumieron más los hombres (79,5 por ciento) que las mujeres (68,6). Y hay mayor consumo en el interior (82 por ciento) que en el Conurbano (70).

Al fin, consumo de alcohol combinado con drogas hace un cóctel muy pesado para chicos tan jóvenes, porque sus efectos lo pueden arrastrar hasta muy adultos o para siempre. Con lo cual también estamos garantizando que durante mucho tiempo habrá compradores de estupefacientes, con lo cual seguirán proliferando los vendedores.

En cambio respecto del cigarrillo, las nuevas generaciones fuman en escasa proporción, un 35,9 por ciento alguna vez fumaron o probaron un cigarrillo. Y esto se debe a las permanentes campañas de concientización que se han hecho en la Argentina, como en todo el mundo, contra el vicio de fumar. Lo que no hace más que reafirmar nuestra creencia de que los programas y las campañas terminan por dar resultado.

Respecto de las zonas, en el interior de la provincia, ciudades como Pergamino, se registra un consumo levemente superior con respecto al del Conurbano el 32,9 por ciento contra 30,4. Y el acceso fácil es la clave, ya que un 75 por ciento juzga sencillo conseguir marihuana, el 58,8 por ciento ve posible su acceso a la cocaína y el 51,3 a la pasta base (paco). Lo que indica que tampoco el combate en territorio está dando el resultado esperado, habrá que hacer más. Aunque la Justicia admite que entre 2017 y 2016 aumentó la cifra de denuncias por narcomenudeo, aunque la suba es pequeña ya que se registró una suba del 8,8 por ciento en los delitos por infracción a la ley de drogas.

Insistimos, no podemos dedicarnos a combatir al que vende sin ayudar con campañas, programas y difusión constante a las víctimas. Al fin, menor consumo es menor venta y salvamos a tantos jóvenes de este flagelo.


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