Editorial

Cuando hay riesgo electoral se cae el antifaz del relato


La esposa de Leopoldo López, el más conocido preso político de Venezuela, llegó a Miami y fue recibida por decenas de periodistas y ciudadanos venezolanos y ecuatorianos, con banderas de sus respectivos países que gritaban consignas contra Rafael Correa de Ecuador y el presidente venezolano, Nicolás Maduro. 

Es que Lilian Tintori fue impedida de ingresar a Ecuador, a donde había sido invitada por la oposición para dar una charla, en el marco de la campaña electoral que se desarrolla y de camino al balotaje. En suelo norteamericano explicó lo sucedido en Ecuador: “En Inmigración nos quitaron los pasaportes, nos retuvieron en el aeropuerto de Guayaquil. Las autoridades no nos dejaron entrar. Por órdenes del gobierno de Rafael Correa nos impedían la entrada. Me dijeron que no tenía acceso y que tenía que volverme”. Tan simple como infame.

La esposa del venezolano había viajado para acompañar al candidato opositor a la presidencia, Guillermo Lasso, en algunas actividades proselitistas. Su figura es mundialmente reconocida a través de la lucha que sigue por la liberación de su marido, preso desde 2014 por haber sido el convocante a una marcha en todo Venezuela en la que murieron 43 personas, entre oficialistas y opositores al Gobierno. Antes, en 2008, Hugo Chávez le había impedido postularse a alcalde de Caracas, argumentando irregularidades en su gestión al frente del municipio de Chacao. López presentó su queja ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que emitió un fallo dándole la razón pero Chávez hizo caso omiso. 

Desde 2014, la voz de Leopoldo López es su esposa. Y como él, es representante puertas afuera de Venezuela de la gran parte de la población que se opone al régimen de Maduro. Por eso es convocada de distintos países a dar testimonio. Tal como lo hizo Guillermo Lasso. Obviamente que Lilian Tintori no iba a Ecuador a disertar sobre el mundo de la moda, en este sentido no había nada que ocultar, imposible. Era claro el fin de su visita, la que por otra parte había sido ampliamente difundida. Sin embargo, en el Siglo XXI, en un país democrático, el presidente, un defensor a ultranza de los derechos civiles (al menos eso dice), se le negó la entrada, argumentando que su visa no coincidía con el perfil de la visita. 

En declaraciones a los medios a la salida del aeropuerto de Miami, Tintori afirmó que Correa es “igualito” a Maduro y que la negativa a entrar a Ecuador es una violación de los derechos humanos.

También señaló que se sintió en peligro en el aeropuerto de Guayaquil, debido a que se produjo un claro “abuso de poder”, afirmó. Y ratificó: “Seguiré luchando por la libertad y los derechos humanos de mi país y de los ecuatorianos ¡El 2 de abril tienen la oportunidad del cambio en Ecuador!” La fecha es la que se corresponde a la segunda vuelta de las elecciones ecuatorianas, donde en una puja muy reñida se enfrenta un candidato del oficialismo de Correa con la oposición encabezada por Lasso.

En Ecuador se defendieron diciendo que la esposa de López no poseía la documentación necesaria para participar en actividades políticas en Ecuador y por esa razón no se permitió su acceso al país. Afirman que Tintori manifestó a los funcionarios de inmigración que iba a hacer proselitismo y activismo político y que sus documentos no le corresponden para eso. “Ella viene a hacer acciones no propias de un extranjero al Ecuador”, remataron los funcionarios. Tintori dijo al respecto que su tema son los derechos humanos, no la injerencia en los asuntos de otro país y aseguró que regresará pronto a Ecuador, después del “cambio”, auguró.

Aunque no en tierra ecuatoriana, Tintori hizo lo suyo. De hecho, es irrisorio que Correa llegara a pensar que con la decisión de no dejarla entrar iría a morigerar el efecto de sus palabras. ¡Todo lo contrario! Y la esposa de López dijo: “El presidente Rafael Correa está haciendo lo mismo que hace Nicolás Maduro, está violando los derechos humanos de los ciudadanos. Correa me expulsa de Ecuador porque es cómplice de la dictadura de Maduro, no quiere que hablemos del cambio con nuestros hermanos”.

La frustrada visita de Tintori a Ecuador pone sobre el tapete cuestiones que están a la vista: el oficialismo de Rafael Correa no se siente seguro del triunfo de su postulante Lenin Moreno, que enfrenta a Guillermo Lasso en una segunda vuelta. 

Y, lamentablemente, es en situaciones complejas donde se caen los antifaces de los regímenes, cuyo relato es épico y humanitario, pero en la práctica son intolerantes con el pensamiento ajeno. Lo hemos visto hasta el cansancio en Venezuela, donde la situación es límite, pero ahora en Ecuador esta reacción del presidente, que busca restringir la actividad de opositores, es otro claro síntoma de que el Gobierno restringe derechos ante la inseguridad de un resultado. 

Es el problema de aquellos relatos donde la épica solidaria es base del discurso pero, en los hechos, es la intolerancia lo que prima frente a quienes piensan distinto. El caso de Correa, que llegó al gobierno de Ecuador en 2007 con gran expectativa popular y rotundo apoyo, 10 años después se comporta como un dirigente acorralado y temeroso de los resultados del balotaje en su país. Evidentemente, tantos años de poder sin alternancia termina por desgastar cualquier gestión. Porque es un error garrafal haber pensado que con esta actitud iba a lograr un saldo positivo para la campaña. Claramente no y su imagen de cara al mundo también se vio perjudicada.

No escapa al análisis que un gran cambio regional se viene produciendo en América Latina, desplazando a los gobiernos populistas que reinaron por más de una década, como sucedió en Brasil (por el golpe institucional a Dilma Rousseff) y en la Argentina con la asunción de Mauricio Macri. De este modo, Correa se sentirá urgido por que su partido mantenga el poder, aun en la soledad en que se encuentre a nivel de la región, mientras Venezuela se cae literalmente a pedazos.

 

La acción de Correa de impedir el ingreso a Ecuador de Lilian Tintori va a generar la reacción contraria a la buscada, porque es muy probable que el votante ecuatoriano se sienta molesto, más que empático con esta actitud absurda. Sobre todo porque saben que las fronteras del país semejan las de la Argentina, donde no hay prácticamente restricciones a quienes ingresan. Por lo que la deportación de Tintori es casi una ofensa a la libertad de expresión.


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