Editorial

El ajuste es una herramienta, pero el objetivo debe ser crecer


El tan meneado acuerdo con el Fondo Monetario Internacional es un paraguas para atravesar nuestra cuestión financiera y de deudores, pero no resuelve problemáticas propias de lo que debe ser un programa de gobierno para el desarrollo de nuestra industria ni de nuestra de-sequilibrada balanza comercial.

En este sentido, el Gobierno convocó a una reunión a uno de los sectores más castigados de la economía que es el textil, que en el acumulado del año hasta abril tuvo un retroceso de 6,5 por ciento con respecto del mismo período de 2017 en el que ya había retrocedido.

La crisis en el nivel de actividad no tiene secretos y se explica por una profunda retracción de la demanda como producto del deterioro del poder adquisitivo de la población. A ello se suma que las importaciones provocan una pérdida de participación sobre el ya deprimido mercado local habida cuenta que hay una fuga de consumidores hacia productos elaborados a costos nímeos en otros países, más la preferencia por comprar -cada vez que sea posible- en mercados externos, mayormente vía Internet.

El Gobierno dice que comparte el diagnóstico de los empresarios del sector pero al mismo tiempo  mantiene tal apertura de barreras arancelarias sobre la indumentaria que es imposible para los nacionales ofertar en igualdad de condiciones a los escasos consumidores.

De por sí, la falta de competitividad viene dada por temas estructurales de la Argentina que es menester resolver en orden a poder hacer pie en el mercado de manufacturas mundial, e incluso en el nacional. Y esto no es ninguna novedad, lo sorprendente es que pasan las décadas y ninguna administración le encuentre la vuelta. Los costos internos de nuestro país, desde impuestos a cargas laborales son altísimos, lo mismo que la logística. De este modo es muy difícil competir con lo que producen otras naciones a mucho menor valor, y si a esto le sumamos que pueden introducirse en el país a muy bajo costo arancelario, no le queda mercado posible a la industria nacional.  

Los empresarios textiles solicitan una serie de medidas para paliar en parte el retroceso económico, una de ellas es amortiguar la baja en el consumo con la extensión del programa Ahora 12 para los pagos de seis y 12 cuotas sin interés. Desde el Ministerio de Producción confirmaron que el plan se va a renovar para el sector textil, con tres, seis, 12 y 18 cuotas sin interés para lo que queda del año y buena parte de 2019. Pero si alcanza a toda la indumentaria, incluso la importada, estamos más o menos en la misma: desde el vendedor hasta el consumidor final, la preferencia va a ser siempre por lo importado, que es más barato. No es poco que se pueda extender financiación, pero se estaría atacando solo una parte del problema, la más superficial, que es la que refiere a la pérdida del poder adquisitivo de los argentinos. Consecuentemente, si hay más consumo, también habrá más producción pero esas prendas seguirán siendo más cara que la mucha, demasiada, que entra al país.

Por otro lado se pidió que se adelante la ley de formalización del empleo para tener la mayor cantidad de personal en blanco y para que las empresas no paguen aportes patronales hasta el valor de 12.000 pesos, lo que les ahorraría un promedio de 2.000 pesos por trabajador. La respuesta es que mediante un decreto se va a adelantar la norma del mínimo no imponible al pago de contribuciones patronales. Un tercer punto que solicitan las Pymes, y el sector textil en particular, es que se apruebe una ley de refinanciación de los pasivos impositivos, ya que hay muchas empresas que tienen una situación crítica ante la Afip, a la que le deben pagos de impuestos. Aun no hubo respuesta a esta solicitud y el cuarto punto es que regresen las líneas de crédito productivo, con las cuales los bancos prestaban a las pymes con tasas subsidiadas, una medida que el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, eliminó a partir de este año.

El Gobierno anunciará, al fin, un paquete de medidas de financiamiento para las Pymes que veremos los alcances que tiene. Pero si no se controla en parte el indiscriminado ingreso de indumentaria importada y no se ayuda con la baja de costos productivos significativamente, con leyes de fomento al sector y mayores barreras arancelarias para estos productos cuya demanda puede ser ampliamente satisfecha con industria nacional, la cuestión de fondo llevará al fracaso del paquete.

Es que el problema de fondo, en el cual ingresa el rubro textil y muchos otros, es que el déficit en la balanza comercial argentina disminuyó y se ubicó en marzo en 611 millones de dólares. Sin embargo, el déficit acumula en los tres primeros meses del año 2.483 millones de dólares, poco menos de la mitad de lo previsto en el presupuesto 2018 para todo el año: 5.600 millones. Los datos del Indec indican que las exportaciones alcanzaron los 5.347 millones de dólares y las importaciones 5.958 millones de dólares, cifras que arrojan que las exportaciones aumentaron un 17,2 por ciento respecto al mismo mes del año anterior.

En este escenario la Argentina necesita desesperadamente producir para vender al exterior, porque con los granos solamente (que dependen de precios de pizarra, de la lluvia y de las necesidades globales) no vamos a salir de la encerrona. Porque en este momento los dólares productivos que ingresan son mucho menores de los que salen y la verdad es que esa situación se hace insostenible en el tiempo. Tanto que después de pedir miles de millones de dólares frescos al exterior para paliar los efectos de esta situación y pagar gastos corrientes, dicho sea de paso, tuvimos que recurrir al FMI en busca de más ayuda.

No habrá préstamos ni dólares que alcancen si la Argentina no produce aquello que se pueda vender al mundo, sean alimentos elaborados o lo que más demanda tenga, pero que sean productos con valor agregado. Con el actual esquema no solo nos vamos a ir achicando producto del ajuste sino que no vamos a tener con qué pagar las pesadas deudas contraídas. El ajuste es nada más y nada menos que para no gastar más de lo que tenemos, pero esto no genera desarrollo sino solo equilibrio. También es necesario crecer para pagar y hacerlo con dinero genuino, proveniente del PBI.

No estamos en un momento fácil, pero la idea es que el Gobierno encuentre un camino que ayude a estos objetivos y no creer que el ajuste es “el objetivo”.


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