Editorial

El mundo está ingresando en zona de peligro con la mano de Trump


La guerra civil siria sigue asombrando por su crueldad, mientras que todas las iniciativas diplomáticas han fracasado, porque no se consiguió hasta el momento un alto el fuego duradero en un país bañado en sangre donde murieron más de 400.000 personas.

Fue horroroso comprobar el uso de armas químicas por parte del régimen de Al-Assad, un ataque que se produjo la semana pasada y que mató a más de 80 personas. Estados Unidos culpa de ese ataque al ejército del oficialismo y como respuesta lanzó el primer bombardeo contra las fuerzas sirias desde el inicio del levantamiento popular y posterior guerra civil, que ya lleva cinco años.  Lo que terminó por complicar la situación, culpó a Rusia de no haber evitado el uso de este tipo de armas y de ser el aliado que alimenta el régimen genocida.

Donald Trump en este caso recibió más apoyos que críticas en Estados Unidos, porque al fin el norteamericano promedio confía en que el nuevo presidente los reubique como el ombligo del mundo, en un sueño de ver reflejado en el presente la grandeza de su pasado reciente. La verdad es que ellos apoyan a Trump con la autodeterminación que tienen como pueblo, pero la pregunta que nos hacemos puertas afuera de Norteamérica es ¿si el mundo no se ha vuelto más inseguro en materia de paz frente al estilo de este presidente excéntrico y belicoso?

Precisamente, se planteó esta semana un ultimátum a Rusia y de esa manera terminó por borrar cualquier sospecha de buena sintonía que parecía haber con Vladimir Putin desde que Trump asumió la presidencia, en enero pasado. Esto parece haber sido más bien un tema de campaña utilizado por los demócratas, ya que a poco de asumir el nuevo presidente comenzaron los roces con los rusos, al mejor estilo de la guerra fría.

El encargado de enviar el mensaje a Rusia fue el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, adonde llega luego de recibir el apoyo de sus aliados del G-7 que se reunieron en la localidad italiana de Lucca. Al fin, occidente tiene un mensaje unificado hacia Moscú, por el cual le afirman que Siria no tiene futuro con Al-Assad al mando.

Cómo reaccionará Rusia ante esta suerte de “apurada de Estados Unidos y Europa, es el interrogante que más preocupa a estas horas. Moscú, uno de los más férreos aliados de Al-Assad y cuya intervención fue clave para sostener al régimen, asegura que el ejército sirio sí fue responsable del bombardeo, pero que la sustancia tóxica partió de una fábrica de armas químicas de los rebeldes. A juicio de Moscú son ellos, los insurgentes, y no los aviones del régimen de Al-Assad, los responsables de la masacre en la provincia de Idlib.

Cuando se plantean estas versiones cruzadas entre naciones el mundo cruje, independientemente de quien tenga la razón o no. Lo que se ha clarificado con toda esta problemática es que al fin Donald Trump terminó jugando con sus aliados de siempre, asumiendo una postura unida con el G7  donde vemos a Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Alemania, Italia, Canadá y Japón en contra de Rusia.

Rusia ahora tiene sus propias cuentas que ajustar con la Casa Blanca, que respondió la semana pasada al ataque con armas químicas con el lanzamiento de más de 50 misiles Tomahawk contra una base aérea siria y en la cancillería rusa afirman que las relaciones ruso-norteamericanas están pasando por su momento más difícil desde el final de la Guerra Fría. Porque además, Washington investiga si hubo una cooperación rusa en el ataque con armas químicas en Siria. Por menos se han desatado guerras múltiples.

El siglo XX que dejamos atrás fue el escenario de las dos grandes guerras, con su saldo de horror y salvajismo, en un mundo dividido entre bloques de países. Ello dejó una enseñanza muy cruda a todos los países respecto a que si bien no se pueden evitar los choques bélicos que generan conflictos de intensidad media ya que son de región, hay que evitar a cualquier costo los conflictos de tipo mundial.

Sin embargo, cuando vemos lo que está pasando en el mundo, dudamos seriamente de que esa lección nos aleje tanto de los enfrentamientos feroces del pasado. Porque tampoco es un secreto que a medida que se lucha contra el califato de EI y se lo acorrala en el territorio, la respuesta de los grupos islamistas extremos es profundizar los ataques suicidas en los países occidentales como venimos viendo en estos meses. Esto sumado a la problemática desatada en Siria ayuda a generar el caldo de cultivo necesario para que Europa busque defenderse del enemigo invisible haciendo lo que saben: buscar ir al choque de manera abierta para hacer visible ese contendiente. Por eso el problema desatado entre Estados Unidos y Rusia en Oriente Medio por la guerra civil siria y los atentados yihadistas, con los países europeos en el escenario, torna el clima internacional peligroso.

 

La paz es un bien muy preciado, esperemos que los líderes mundiales lo tengan en cuenta.


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