Editorial

El voto es un acto íntimo y personalísimo


La Argentina muestra en los últimos años una volatilidad en el voto de los indecisos que termina por desvelar a los políticos, tanto más cuando sus núcleos duros de votantes no podrían por sí llevarlos al triunfo. De este modo, los independientes, aquellos que no tienen ataduras dogmáticas a la hora de emitir el sufragio, es un elector muy buscado, sobre todo cuando falta muy poco para la votación, como sucede estos días que tenemos ya las Paso encima.

Si miramos un conjunto de encuestas, vemos que hay una gran disparidad respecto de cuántos indecisos quedan aún para los comicios del domingo. Una cifra que va de 2 hasta 15 puntos, de modo que no es poco el lote por el que se pelea.

Pero también se apela a una polarización que deje al candidato contrario con el núcleo duro más cerrado y pequeño, despegando a algún voto que, al fin, decidió votar una de las fórmulas pero sin jurar fidelidad absoluta.

Y aquí se trabaja en dos frentes, uno que es el de la publicidad, los actos, las caminatas, los timbreos y las declaraciones de los postulantes que se pasean por todos los programas de televisión. Pero, lamentablemente, hay otro costado de la campaña, la que en el lenguaje callejero se llama “sucia” y que se basa en la posibilidad de instalar noticias y datos que eventualmente parten muchas veces de una verdad pero se deforman presentándolo al electorado, y en esto las redes sociales son el vehículo ideal para que florezcan las noticias falsas o deformadas. 

Tampoco podemos ignorar que hay operaciones mediáticas (ya utilizando la prensa tradicional), un tema del cual los candidatos se acusan unos a otros de promoverlas. Se pone entonces en tela de juicio si el “Mono” Minicelli fue “encontrado” a propósito para enchastrar a Julio De Vido (de quien es cuñado) y a todo el kirchnerismo (aunque con sus causas alcance y sobre para medir al personaje) o la desaparición del joven Maldonado, que se manifestaba por la causa de los mapuches, que unos acusan a la Gendarmería de llevárselo y otros dicen que nunca estuvo detenido, a los que se suma un camionero dijo haberlo llevado al norte. También circulan todo tipo de advertencias respecto que un sector político distribuye boletas falsas del otro, para que quienes lo pongan en la urna vean su papeleta anulada.

Son temas serios, en algunos casos, que se meten en la campaña, se manosean al ritmo de una política que, para esta cercanía de los comicios, enloquece.

¿Qué impacto tienen estas interpretaciones de la realidad en la decisión del voto? Lo veremos cuando se abran las urnas el domingo, pero dependerá siempre del criterio del votante, del soberano. 

El problema es cuánto daño le hacemos a nuestra propia institucionalidad si todo lo que sucede debemos leerlo en clave política, sea porque así nos lo presentan o porque, al fin, ya no confiamos en la Justicia (lo que no es novedad pero en estas épocas se agrava) ni en el poder de turno, ni en la clase política e imaginamos que son capaces de todo tipo de tropelías por ganar una elección. Esto nos dispara otros análisis que alguna vez habrá que dar en la Argentina para que nuestras instituciones sean lo suficientemente sólidas y confiables de manera que no tengamos que arrastrarlas a la sospecha en cada elección.

La realidad es que este domingo vamos a votar a una Paso camino a una elección de medio término, donde lo que se va a determinar son rumbos y controles, son estos los dos aspectos básicos a tener en cuenta. Si se pretende seguir en el rumbo que ha tomado el oficialismo o lo que se busca es cambiarlo, por un lado. Y por otro tener claro si pretendemos más apoyo al Gobierno o más controles al poder. 

La realidad es que una elección de medio término no da para hacernos más preguntas que estas, a la hora de votar, porque el Poder Ejecutivo que es el que lleva las riendas de la administración del país será el mismo, desde el más alto nivel hasta el municipio más pequeño. La diferencia se dará, claramente, en los ámbitos legislativos y es por eso que se reducen las expectativas respecto a lo que esperamos el día después de las elecciones. Para quienes comprenden la raíz profunda del sistema republicano es fundamental el equilibro entre los poderes y, entonces, se le otorga un mayor interés a este tipo de comicios de medio término. Pero la realidad es que en nuestro país, históricamente han sido menos valorados por el votante.

El problema es que estos objetivos sencillos que planteamos para tomar decisiones que hacen al futuro (porque cuando se vota es en función de lo que vendrá, siempre), se ve influenciado por la contaminación que sufrimos al leer hasta el clima en clave política.

Al fin, como viene sucediendo en los últimos años, los indecisos y los independientes tendrán la última palabra inclinando su apoyo hacia un candidato u otro. Pero insistimos, el voto es un acto íntimo y personalísimo y debiera decidirse prescindiendo de tanta operación política que solo contribuye a la confusión general.

 

 

 

 


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