Editorial

Es más fácil pedir perdón que pedir permiso


Una vez más un escándalo se generó en plena sesión del Parlamento cuando se conoció que, por un decreto, se modificaba el cálculo de los incrementos jubilatorios. Los legisladores dejaron por un rato la discusión por la nueva ley de ART, que fue muy debatida y aprobada con lo justo. La baja en el aumento de las jubilaciones y pensiones, con una ecuación que en el caso de las mínimas significaba poco más de 20 pesos, despertó la furia de la diputada de Cambiemos y aliada de Mauricio Macri, Elisa Carrió, que amenazó con pedir la renuncia del titular de la Anses, Emilio Basavilvaso, si no se daba marcha atrás con la medida. “Si es cierto lo que dice la oposición, que quede planteada una cuestión de privilegio en contra del Ejecutivo nacional por haber modificado la ley, y me comprometo y nos comprometemos a que impere la actual ley de actualización de haberes jubilatorios”, sentenció.

El Gobierno, a través de su vocero Marcos Peña, explicó que la modificación que resultaba en una disminución sobre la cifra calculada, se debía a una corrección sobre un cálculo que venía haciéndose mal, palabras más, palabras menos. Pero una vez más, la falta de tacto social y político que tiene esta gestión llevó a que algo que es correcto y debido, porque finalmente todos deseamos que las cosas se hagan bien en este país, se transforme en un escándalo. Porque hacer política pública no se trata solo de analizar que el cálculo del aumento a los jubilados está acorde a la norma o a la reglamentación sino que también una medida de este tipo requiere de empatía y de oportunidad. Tampoco es oportuno argumentar en este caso que la modificación se traduce en solo 20 pesos menos para los jubilados y en 3.000 millones de ahorro para el país, porque en términos reales, para una población sensible y postergada como son los abuelos, es quitarles parte de lo poco que reciben mientras sabemos que hay muchos otros costados por donde achicar. Sin ir más lejos, en simultáneo se ventilaba el acuerdo del Gobierno por el Correo, donde se está en presencia de un problema de intereses cruzados por varios millones de dólares. Más allá de lo pertinente de la corrección en los haberes jubilatorios, la falta de oportunidad y tacto deja en el imaginario colectivo una sensación más certera de aquello que muchos temían de Macri, que “gobierna para los ricos”.

Tarde, una vez más, “les cae la ficha”, de que no todo lo correcto es procedente en términos sociales y a las pocas horas de estallar el escándalo, cuando ya la presión social y mediática era agobiante, salió el presidente a anunciar que tanto la negociación por el Correo como la modificación de haberes jubilatorios, quedaban sin efecto.  

Una vez más dan marcha atrás. La verdad es que la cuestión de reconocer un error y modificarlo, que era una novedad valorable al comienzo de la gestión, ya no es vista de la misma manera a más de un año de gestión. Quizá porque el crédito para las equivocaciones se fue gastando en los nueve meses que duró el conflicto con el fallido incremento de las tarifas. Ya no se valora sino que se cuestiona. Y más: se duda si no es una táctica al estilo “globo de ensayo”. Y si no lo es, si se trata de un accionar genuino, lo que deja en términos políticos es una imagen de impericia y debilidad de cara a la sociedad.

Decimos que ya el mecanismo de “me equivoco” y, como soy falible pero honesto, retrocedo y rectifico no satisface y más bien desnuda incapacidad porque en el caso que nos ocupa, de movida, había otros caminos para lograr el cometido de corregir las liquidaciones y no resultar poco empáticos con la realidad de los jubilados. Por ejemplo, computando el haber de la manera correcta y el diferencial –con el que ya contaban los abuelos- desglosarlo en otro ítem del recibo, como una pequeña compensación pero salvando el error de cálculo. 

Por eso no es descabellada la propuesta que, ante temas sensibles, antes de cometer un error, es más sencillo pedir permiso (porque al fin se trata de modificar una ley), informar ampliamente o corroborar el tema, que pedir luego perdón, una actitud que dada la reiteración en que se ha caído generó la crítica de la oposición y de todos los comunicadores, casi sin excepción. 

No atravesamos un buen momento en la economía, los ajustes suelen ser complicados de atravesar, los incrementos de la energía y el gas, el aumento de la nafta, la inflación que no sede, los despidos. En este escenario, una seguidilla de errores, torpezas o decisiones pensadas sin mirar el momento político, terminan por generar malestar social. Más porque la Argentina tiene muchísimos temas que solucionar, heredados o emergentes y lo que se espera es que el Gobierno empiece a buscar las correcciones con más acierto que error.


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