Estamos preocupados, tenemos miedo y nos sentimos solos en la pelea

Los argentinos seguimos desayunando con un pan bien amargo; la muerte se nos sienta cada día a la mesa para recordarnos que cada vez tenemos más inseguridad. El asesinato de un chico de tres años cuando iba a comprar pizza junto a su papá y la muerte de una pareja de adulto mayores en medio de un secuestro exprés fueron los últimos hechos de alto perfil que se dieron a conocer. Ambos hechos ocurrieron en el Partido de Lomas de Zamora. No hay edad, ni clase social, ni sexo que esté a salvo de ser un blanco de ladrones, secuestradores o quedar en medio de una balacera entre grupos enfrentados por la venta de drogas, o de un intercambio de tiros entre delincuentes y la Policía. 

El caso del fin de semana tuvo por involuntarios protagonistas al matrimonio de Josefa Carrozzieri y Braulio Herrera, quienes murieron al chocar el vehículo en el que estaban secuestrados. Mientras eran mantenidos como rehenes en un automóvil Peugeot 208 se inició una persecución con la Policía, que finalizó cuando ese vehículo chocó contra un árbol. En el lugar murieron las víctimas y el secuestrador que iba al volante, mientras otros dos delincuentes resultaron heridos y fueron detenidos. El miércoles, un nene de tres años que iba de la mano de su padre cuando se dirigían a comprar una pizza fue asesinado de un balazo por la espalda por dos ladrones, menores de edad, apenas después de robarles la plata en la localidad de Villa Centenario del distrito del sur del Conurbano.

Horas después fue detenido uno de los adolescentes, de 16 años, y vecinos y parientes de la pequeña víctima hicieron una protesta en la que reclamaron justicia y denunciaron una zona liberada.

La situación está tan difícil que, al fin, el intendente de Lomas de Zamora Martín Insaurralde, donde se produjeron ambos hechos -pero podría haber sido en otro distrito,- dijo que “hay que dejar la política de lado” y pidió reunirse con la gobernadora María Eugenia Vidal porque “la inseguridad está en toda la provincia”.  Esto es lo que reclamamos todos los bonaerenses, pero rara vez lo oímos de boca de un político, lo que es una muestra clara que estamos frente a una situación que se ha salido de madre. Y no ahora, porque el delito viene escalando desde hace más de una década de manera sostenida y la droga no ha hecho más que profundizar la problemática, como no puede ser de otra manera.

Lo más preocupante es que en el caso que nos ocupa, el distrito de Lomas de Zamora tiene 1.100 efectivos de la bonaerense y 1.300 de la Policía local, que también responden a la provincia, ya que finalmente no hubo traspaso de efectivos a las comunas. Sin embargo, la mayor presencia policial no parece haber ayudado en nada a evitar los permanentes delitos. Esto sin dudas nos lleva a pensar que debemos encontrar nuevas estrategias para combatir la inseguridad. Pero se sigue por el mismo camino que no conduce a soluciones contundentes ya que ahora, como una reacción espasmódica a los recientes hechos (más que por recientes por “sonoros” en los medios) en Lomas se entregarán 35 nuevas patrullas, 10 camionetas, 20 motos y 140 efectivos. Pero no es para hacerse ilusiones, evidentemente no se trata solo de cantidad que, dicho sea de paso, el distrito ya tenía buen número de agentes.

Allí, como siempre sucede, los vecinos salen a la calle y protestan frente a la comisaría de la zona, piden a gritos por el intendente, se ataca a la Provincia como responsable de la seguridad. Pero es solo un cable a tierra donde se descarga el dolor, la frustración y el miedo.

Las entraderas, en las que golpean hasta el cansancio a jubilados porque alguien dio el dato de que habían cobrado algún dinero, los robos de automotores al voleo, los secuestros exprés, los motochorros, los conflictos derivados de las luchas entre grupos que venden drogas y las muertes que va dejando en el camino.  En definitiva, vivir con miedo a todo y a todos, no es vida. 

No se llegó a este punto de la nada, ni siquiera podemos atribuir exclusivamente a la pobreza el incremento del delito. Lo que sí es imposible separar de la inseguridad imperante es el auge de los estupefacientes. De toda la “pesada herencia”, sin dudas la instalación de cárteles y la innegable fabricación de drogas en el país, es lo más duro que han dejando 12 años de kirchnerismo. La contemporaneidad de estos gobiernos con la penetración de las cocinas de cocaína y el “paco” hace que sea ineludible la vinculación.  

Si bien nuestra ciudad no es una isla y la tasa de robos es alta, es fácil advertir que la violencia extrema e inexplicable se da en los distritos del Conurbano que están minados de cocinas de cocaína, en cuyos alrededores reina el “paco”. Cuando en Pergamino –Dios no quiera- tengamos episodios de este tenor, sabremos que el “paco” está entre nosotros. Pero cada argentino vive lo suyo y nosotros, los pergaminenses hemos aprendido a protegernos como podemos, con alarmas, sistemas de alerta entre vecinos, rejas, perros, hemos cambiado hábitos, recorridos y horarios. Nuestros hijos ya no hacen vida social en las calles, lo cual termina siendo también muy nocivo. Todo para cuidarnos, porque el miedo nos ha ido llevando a estos cambios con los que no siempre evitamos el atraco. Los robos, sobre todo perpetrados por motochorros, se suceden a cualquier hora, de día, en el Centro o en los barrios. Tanto que los vecinos tenemos más temor al empujón, al tirón de la cartera que nos arrastra al piso, que al robo en sí mismo. 

No estamos viendo la luz al final del túnel aun cuando la gobernadora de la provincia se puso como nunca antes a controlar la labor de la Policía, para al menos evitar la complicidad con el delito que es un problema recurrente en el territorio bonaerense. Hay una voluntad de seguir con las purgas, con los controles, pero los resultados, que sabemos pueden tardar, no los vemos y la delincuencia sigue creciendo. 

El círculo vicioso sigue sin solución de continuidad: la Policía culpa a los jueces, los jueces a las leyes y los legisladores se la pasan de rosca en rosca, ocupadísimos con los armados de listas mientras el Congreso (ambos, nacional y provincial) es noticia por su escasa productividad.

Estamos preocupados, tenemos miedo y nos sentimos solos en esta pelea.