Folklore de campaña

Todos los programas de chimentos, de noticias, de debate político y de interés general contaban detalles esta semana de lo que dieron en llamar una “cumbre de estrellas”. En realidad estaban encantados comentando que el presidente Mauricio Macri recibió en la Quinta de Olivos a las estrellas del espectáculo más importantes del país. Cenó con Marcelo Tinelli, Mirtha Legrand, Susana Giménez, Adrián Suar y Mariana Fabbiani. También estuvieron Nacho Viale, Guillermina Valdes y Mariano Chihade, esposo de Fabbiani. Por supuesto, fue anfitriona Juliana Awada, la primera dama.

La reunión se programó el día del cumpleaños de Mirtha Legrand, 23 de febrero. La diva hizo una gran reunión en la casa y allí su nieto comentó sobre un restaurante ubicado en Campana que hace catering a domicilio. La idea le pareció muy atractiva al grupo y se decidió llevarla a la práctica. La fecha elegida fue el 21 de marzo. Ninguno de los invitados publicó en sus redes sociales fotos de la reunión, evidentemente fue algo acordado por todo el grupo. Pero no ahorraron comentarios posteriores al ágape en todos los medios.

Tampoco faltó la crítica, sobre todo de figuras que quizá hubiesen querido estar y no pertenecen al círculo áulico presidencial, quienes opinaron que el presidente tiene que dedicarse a resolver los serios problemas que tenemos en vez de estar de fiesta con las estrellas, como un cholulo más.

Ni tanto ni tan poco. No es el primero si será el último presidente que busca el apoyo, invariablemente, de figuras de ambiente artístico porque son quienes muchas veces les acercan la simpatía de sus seguidores. De este modo sienten que llegan a sectores que quizás son reactivos a sus postulados. Lo hizo Carlos Menem hasta el hartazgo, siendo el que inició prácticamente, en la Argentina, la modalidad de rodearse de actrices, cómicos y cantantes. Néstor y Cristina Kirchner tenían un amplio círculo de figuras del ambiente que lo apoyaba a destajo y solía estar en la primera fila (la más visible) en los actos y anuncios. Macri no es la excepción, solo cambian los nombre de los ad lateres.  El presidente es conocido desde hace años de muchas figuras del espectáculo, entre ellas Mirtha, que  presume hasta el cansancio en su mesa de haber ayudado con su prédica a que el PRO ganara.

Desde este punto de vista Macri, el kirchnerismo y el menemismo son lo mismo, quizás porque en definitiva hay recetas políticas que se utilizan aquí y en otros países del mundo. Es una actitud propia de la política, no de los políticos aunque en el caso de Macri haga ruido por su remanido postulado de ser un distinto. En Estados Unidos, antes de cada elección se desata una guerra pública entre los actores y actrices que apoyan, verbal y económicamente, a un candidato presidencial y los que avalan a otro. Es parte del folklore que no terminamos de digerir como sociedad pero que, a la luz de la persistencia, el recurso da resultado.  Habría que preguntarles a los sociólogos cuántos votos acercan estas declaraciones de apoyo, pero evidentemente en todos lados están convencidos de que conviene que los postulantes aparezcan con figuras populares.

Esta cena y ya lejos de todo cholulismo e ingresando en la estrategia política más fina, se enmarca en el velado lanzamiento a la reelección de Macri, de María Eugenia Vidal en la Provincia y Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad de Buenos Aires. Un poco anticipada la campaña, como hemos analizado en su momento, y planteada sobre dos ejes por el momento: el arranque de los timbreos en todo el país, que comenzaron y tendrán una frecuencia mensual, con el objetivo de que Macri recupere terreno en las encuestas ante la caída en la popularidad que se registró en los últimos meses con la sanción de la reforma previsional, en diciembre último. Esto también permite lograr cercanía con la gente y recuperar territorialidad. Es el modo que conoce el PRO de “ganar la calle”.

La otra cuestión es obligar al peronismo a anticipar la salida de sus candidatos, en momentos en que están luchando a brazo partido por la unidad y no logran los consensos suficientes como para poder lanzar sus postulantes. Esto le dará al macrismo un cuerpo de ventaja en este período no electoral.

Marcos Peña asumió el rol de arengar para infundir ánimo en los funcionarios y dirigentes frente a las críticas de varios sectores por la inflación, la suba de tarifas, los despidos y la falta de inversiones. La gobernadora María Eugenia Vidal le pone el toque sensible y pide a su gente: “Cuando vayamos a timbrear, hagámoslo con la alegría de lo que hemos hecho y con la humildad de reconocer en lo que nos equivocamos y con la tranquilidad de poder mirar a todos a los ojos”. Y Rodríguez Larreta afirma el valor de la cercanía con la gente: “La gente escucha más el timbre de ahora que en campaña. Lo que hagamos este año vale doble. La cercanía no es solo el mensaje, hay que llegar a cada vecino”.

El peronismo se une con más facilidad cuando se trata de enfrentar al Gobierno, en esa trinchera es mucho más sencillo encontrar los consensos, ya que todos rechazan las políticas neoliberales, sobre todo cuando más ortodoxas sean. En cambio no le encuentra la vuelta cuando el PRO se vuelve proactivo y sale con propuestas a timbrear casa por casa. Algo similar a lo que sucede a nivel local con Javier Martínez, al que solo le pueden “entrar” con algunos traspiés de sensibilidad social que ha tenido pero en cuanto se recompone, el arco opositor de desune y diluye su poder.

En este escenario político, con tantos ribetes para analizar, se inscribe la cena de Macri con las estrellas más populares de la televisión, un tema del que hace días se habla en la televisión y la radio. Y en este sentido, puede decir: misión cumplida, toda la Argentina sabe que es amigo de las estrellas que muchos siguen desde hace años.