Editorial

¿Hasta cuándo aguantará la economía?


principios de este 2015, varias calificadoras internacionales de deuda advirtieron al Gobierno sobre el atraso cambiario. Vaticinaron por entonces que la economía argentina continuaría enfrentando dificultades a lo largo del año, no solo por ser electoral sino porque los desequilibrios de la macroeconomía convergerían en cuestión de meses. En concreto, las agencias estimaban que se agudizarían las presiones cambiarias e inflacionarias, mientras que el nivel de reservas alcanzaría escasamente a hacer frente a los vencimientos de deudas pero quedando en estado delicado.

Pues todas las profecías se están cumpliendo.

El dólar paralelo ayer rozó los 16 pesos. Se trata de una nueva semana récord de esta moneda que, aunque oficialmente no existe, es parte importante de la economía doméstica. El tope anterior había sido en septiembre de 2014, impulsado por la caída de Argentina en default técnico y el endurecimiento del cepo cambiario, entre otros motivos.

En la actualidad, uno de los motivos de la suba pasa por las restricciones a la compra de dólar ahorro, que venía siendo récord, por lo que bajó la cantidad de personas con acceso a dicha cotización.

Una breve comparación del escenario económico que existía hace un año y el que se presenta en la actualidad, permite comprender por qué el blue está otra vez custodiando la barrera de los 16 pesos. El mercado paralelo es consecuencia directa del cepo cambiario y cada endurecimiento de las restricciones trae consigo una reacción inmediata del “blue”. 

Así como ahora se acotaron las autorizaciones para compra de dólar ahorro, el año pasado, la escalada del dólar paralelo tuvo que ver, en parte, con un endurecimiento del cepo cambiario en la disponibilidad de divisas para importar; a lo largo de 2014, cientos de empresas vieron comprometida su actividad económica por una evidente disminución de los permisos de compra de divisas extranjeras para traer productos del exterior.   

Repasando los puntos en común entre los 15,80 del blue en septiembre de 2014 y agosto de 2015, no debe pasarse por alto la posición de Argentina con su deuda externa. 

El 31 de julio del año pasado Argentina entró en default técnico por su deuda con los fondos buitre y a partir de entonces el dólar paralelo abandonó cierta estabilidad lograda en los primeros meses del año y comenzó su escalada hasta el récord histórico.Esta vez, es el Boden 2015 el que amenaza las reservas del Banco Central. El próximo 3 de octubre, Argentina deberá pagar un total de 6.500 millones de dólares a los inversores. Si bien el ministro de Economía, Axel Kicillof, asegura que “están los dólares para pagar” dicho bono, el mercado ya está reaccionando a la inminente caída de reservas.

Al fin, es la caída de reservas la que presiona el aumento de la cotización del dólar en todas sus versiones. Nada tienen que ver, como muchas veces suele escucharse, los movimientos políticos del país, como por ejemplo el anuncio de tal o cual candidatura, el nombramiento de algún funcionario o la cercanía de las elecciones.

Finalmente, otro disparador común de los récords de 2014 y de 2015 es la delicada situación financiera del país. El año pasado, la suba del “blue” se debía principalmente “al abultado déficit fiscal solventado con emisión monetaria.  Hoy, los economistas advierten que el crecimiento de la emisión monetaria y el aumento del gasto público son dos factores claramente influyentes en el incremento de la cotización de la divisa paralela.

Pero así como hay grandes coincidencias entre estos dos momentos en que el dólar “blue” llegó a estas cotizaciones históricas, también hay diferencias. 

Una es el atraso cambiario. Mientras el año pasado la inflación consumía una devaluación del 52,4 por ciento entre junio de 2013 y junio de 2014 (la cotización del oficial pasó de 5,28 a $ 8,08 pesos en esos 12 meses), en la actualidad el atraso del dólar de pizarra, que se ubica en el orden de los 9.35 pesos, respecto de la inflación es evidente. La suba de la divisa interanual ha sido del 15 por ciento (un 8.3 en lo que va del año) mientras que la inflación acumulada desde septiembre supera el 20.

No solo la cotización del dólar oficial está entonces por debajo del valor ideal  sino que, además, países como China y Brasil están devaluando sus monedas y presionan al peso para devaluar. 

Lo cierto es que sin anuncios ni estridencias, en Argentina también hay devaluación ¿o cómo llamar esta suba del 8.3 por ciento en lo que va del año? Pero termina siendo imperceptible y sin efecto porque el ritmo inflacionario es mayor.

Pasada la fuerte devaluación de enero de 2014, el Banco Central dio de baja sus aspiraciones para lograr que la moneda respetara al menos el ritmo de la inflación.

Sin una depreciación del tipo de cambio que se mantenga en el mismo nivel que la inflación, el costo de vida tiende a encarecerse con respecto al de otros países, con el impacto que eso tiene no solo en los costos en dólares que deben manejar numerosos sectores económicos y la pérdida de competitividad para colocar sus productos en los mercados del exterior sino también con las presiones cambiarias que eso conlleva, ya que al ganar poder adquisitivo con ajustes sucesivos salariales, el público y las empresas se encuentran en mejor posición para demandar un producto cuyo precio se atrasa: el del dólar.

Este vertiginoso aumento del dólar “blue” y el lento ritmo devaluatorio del peso han provocado un acrecentamiento de la brecha entre la moneda norteamericana informal y la oficial del 30 por ciento. Ahora la diferencia entre ambas llega al 70 por ciento, lo que ha incentivado un circuito de ahorristas que compran “oficial” autorizados por la Afip para eventualmente vender “blue”, lo que hoy reporta un beneficio superior a cualquier otro producto financiero.  

La pregunta que se hacen muchos es  la siguiente: ¿hasta cuándo puede aguantar esta situación? ¿qué margen de maniobra tiene el Gobierno nacional de no devaluar antes de las elecciones? Faltan dos meses para que los argentinos tengamos que ir nuevamente a las urnas y todo indica que la intención del kirchnerismo es no pagar el costo político de lo que significa devaluar. En otras palabras, Cristina Kirchner pretende que sea Daniel Scioli o Mauricio Macri quien tenga que adoptar esa decisión. Y para ello habría que esperar no dos sino cuatro meses más. Eso es mucho tiempo si se tiene en cuenta la devaluación que se registra en países estrechamente vinculados comercialmente con la Argentina –China, Brasil, Uruguay y Chile, entre otros-  que ha hecho que las presiones cambiarias aumentaran.

A su vez, las presiones inflacionarias derivadas de la alta emisión monetaria de la moneda local combinada con la relativamente suave depreciación del peso continuarán pesando negativamente sobre la competitividad del país y llevará a un mayor deterioro de las cuentas externas de la Argentina.

El dato que más alarma a quienes se abocan al estudio de la política monetaria y cambiaria local es que, al menos en el corto plazo, el Gobierno no ha dado señales de querer corregir este desfase. Las razones para ello pueden resumirse en la “impopularidad” de la devaluación pero sobre todo, en la presión inflacionaria que eso podría generar.

 

Las reservas del Banco Central se desangran. El kirchnerismo busca que sea el próximo gobierno el que asuma el costo de devaluar. Pero su margen de acción es cada vez más acotado.


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