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Las Paso pasaron y dejaron una realidad en un mapa de la Argentina que se va tiñiendo de amarillo, ofreciéndole a Mauricio Macri un respaldo que fue replicado en todos los medios internacionales que se ocuparon de esta elección en la Argentina. Como es obvio, el análisis a medida que se va profundizando deja otros mensajes que hay que atender, porque en nuestro vasto territorio bonaerense hay más de una realidad y eso lo reflejan los electores que, bajo una misma administración, manifiestan distintos comportamientos vinculados directamente con una geografía y demografía contundentes como las del Conurbano.
Antes de entrar en la provincia de Buenos Aires, que es la provincia sin dudas más compleja, es interesante pasar revista a algunas sorpresas y a otras que no lo son tanto. No podemos considerar llamativo que Cambiemos haya ganado Córdoba, un distrito donde ya en las presidenciales les fue más que bien, pero sí sorprende que en San Luis después de más de 30 años de hegemonía de los Rodríguez Saá hayan caído a un segundo lugar tras un triunfo del macrismo.
Tampoco era inesperada la durísima derrota de Alicia Kirchner en Santa Cruz, aun cuando es la primera vez en décadas que los K pierden en la provincia, pero el desastre de la actual administración hacía prever el castigo contundente en las urnas.
La sorpresa parece haberla dado el Frente Justicialista en Santa Fe, donde se está imponiendo por décimas a Cambiemos y el socialismo, que es oficialismo, quedó lejos en un tercer lugar. Dentro de ese frente filoperonista, compitieron tres líneas internas de las cuales resultó ganadora la del kirchnerismo, encabezada por la precandidatura a diputado de Agustín Rossi. De todos modos, en número de votos, el candidato de Cambiemos, Albor Cantard en esa provincia cosechó 180 mil votos más que Rossi, que ahora deberá revalidar en las generales y ver si los votos de las líneas perdedoras van hacia él; recién entonces sabremos si Santa Fe viró del socialismo hacia el kirchnerismo o hacia el macrismo.
En fin que el triunfo “amarillo” a nivel nacional fue importante para la fuerza de gobierno, marcando un crecimiento respecto de las preferencias en 2015, lo que puede ser interpretado como la revalidación del camino elegido y haber conseguido mayores adhesiones.
En los gráficos de mapas que ilustran con colores las conquistas de cada partido, nuestra provincia, la más grande y poblada de todas, aparece en esta elección teñida de amarillo, con algunas “salpicaduras” massistas y randazzistas y un gran anillo que bordea la Capital, que votó uniformemente a Cristina senadora y demás postulantes. El interior volcado al macrismo y el Conurbano a Cristina. El empate al que se ha llegado puede dar un punto a favor de cualquiera de los dos, en el conteo fino de los votos, pero lo sabremos en varios días más.
La que analizó en el día después mejor esta elección fue María Eugenia Vidal. Es ella, la política con mejor imagen de la Argentina, la que se ve en problemas para ganar una elección con una expresidenta que acumula todo tipo de causas de corrupción. En este sentido la mandataria afirma que hay que leer con claridad lo que sucede en el Gran Buenos Aires, un sector que es castigado por la falta de fondos, pese a los esfuerzos que se realizan, tanto que ella debió ir a la Justicia para remediar la injusticia.
Es claro que la política de ajuste aplicada por el macrismo para poner en línea al país impacta negativamente en el Conurbano, a punto tal que prefieren volver al pasado soñando con una mejora.
Es la región del país que tiene más planes sociales de tipo clientelar que el Gobierno actual sigue pagando, pero la recesión ha pegado duro en los distritos de esta suerte de provincia dentro de otra provincia.
Como nunca la elección mostró el corte social de los bonaerenses, donde las clases medias del interior provincial se volcaron claramente al macrismo y las medias bajas y bajas del Gran Buenos Aires optaron por el kirchnerismo.
Es claro que los sectores a los cuales no les llegan mejoras reales en materia económica, al contrario la están pasando mal, prescinden de cuestiones institucionales, de la misma corrupción, buscando una salida a su problemática a como dé lugar.
Y este mensaje que está dando este amplio sector bonaerense, debiera servir para que de una vez y por todas se tome en serio una problemática que venimos postergando hace décadas, que no es otra que ver cómo lograr que se desarrolle un sector que contiene la mayor población por metro cuadrado del país, donde está instalada buena parte de las pymes que son las que dan empleo en la Argentina y donde hay que medir el impacto del ajuste con especial interés.
Vidal, en este sentido, puso el cuerpo en la campaña convencida que los candidatos de Cambiemos no le ganarían a Cristina Kirchner solos. Sin embargo no fue tarea fácil porque no se juzgaba su gestión en específico, sino sobre todo una política económica global, en un territorio donde había impactado negativamente. Por eso, en el día después, su análisis pasa por mirar el Conurbano con realismo y tratando de resolver problemáticas que llevan décadas sin salida en este amplio sector provincial.
También hemos atravesado quizá la última Paso tal cual la conocemos, porque es claro que hay que rever este tipo de elecciones donde al fin ningún partido nacional fue a las internas y debimos gastar casi 3.000 millones, solo para una encuesta general con votos urnas y gasto improductivo.
La verdadera elección se realizará en octubre y se jugará con un escenario más consolidado para unos y más resbaloso para otros, porque la foto puede no ser la misma habida cuenta que se pueden generar todavía algún traslado de intereses. Ya no alianzas, pero sí estrategias. Los sectores claramente más perjudicados como el de Sergio Massa y Florencio Randazzo pueden hacer jugar sus votos en cualquier dirección, o quedárselos ellos. Veremos. En el peronismo, los odios no se convierten en amores pero el afán de vencer al adversario (y otros intereses, para qué negarlo) es más fuerte que cualquier proclama.
