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En medio de la sorpresa y el enojo, el presidente del Partido Justicialista, José Luis Gioja , recibió al sindicalista Luis Barrionuevo cuando este intentó tomar posesión de la sede partidaria de Matheu 130, tras ser designado interventor del PJ por la jueza María Romilda Servini de Cubría . El titular del peronismo resistió la orden durante varias horas en el lugar y finalmente ayer apeló la medida judicial.
Como era de esperar, hubo corridas, gritos, peleas y efectivos policiales que rodearon el edificio partidario para impedir el ingreso de más militantes, mientras el diputado nacional Gioja y miembros de la Juventud Peronista se atrincheraban dentro de la sede. Todo sucedía mientras el oficialismo se frotaba las manos, por la imagen de desorden y escándalo que ofrecía el primer partido de la oposición.
Tras reconocer que se había enterado de la resolución por la radio, Gioja anunció que convocó al Consejo Nacional del PJ para ayer y que recibió el apoyo de los gobernadores Carlos Verna (La Pampa), Gildo Insfrán (Formosa) y Sergio Uñac (San Juan), entre otros, además de referentes sindicales como Antonio Caló (UOM) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias). Para entonces, la diputada nacional Cristina Alvarez Rodríguez, los intendentes Gustavo Menéndez (Merlo, presidente del PJ bonaerense) y Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas) y otras autoridades del PJ se sumaban a la resistencia.
La decisión de la jueza Servini fue leída como una provocación al peronismo, del que no es ajeno el Gobierno en la versión de las autoridades del PJ. Es arriesgado plantearlo de ese modo, sin embargo en lo que hace al fallo de la magistrada, de no conocer su experiencia de tantos años, no daríamos crédito a lo que escribió en el expediente. Argumentos jurídicos por lo menos sinuosos, con alusiones a las “20 verdades peronistas” y, citando a Perón, Servini termina mostrando cómo desde la Justicia se puede perjudicar a un partido político.
Ahora el PJ a nivel nacional se verá envuelto meses y meses en enredos judiciales para poder salir de este atolladero.
No es que el partido esté pasando su peor momento por esto, ya estaba mal; tampoco podemos decir que las irregularidades no ameriten una intervención. Simplemente decimos que el modo y la argumentación de la jueza son irrisorios y deslegitima la medida en sí.
Cuando hablamos de modo nos referimos, por ejemplo, a la elección de la persona para normalizar el partido. Un capítulo aparte merecer la designación del interventor, un sindicalista sospechado de un enorme enriquecimiento, con currículum donde hasta hay quema de urnas en Catamarca en anteriores elecciones y con intereses políticos conocidos. O sea, de imparcial, como debe ser un interventor, nada.
Cuando Servini habla de renovar el peronismo ¿se refiere a Barrionuevo? Un dirigente además que se ha mostrado en sintonía con el macrismo, lo que iría en contra de los intereses del partido que ahora deberá administrar. En fin ¿qué gobernador que no se quiere fotografiar con el kirchnerismo para mostrar una nueva imagen se va a querer parar al lado del sindicalista de los gastronómicos?
Lo que parece una jugada política más que una resolución de la jueza nace cuando dio lugar a una medida cautelar presentada por Carlos Acuña, jefe del gremio de trabajadores de estaciones de servicio y legislador bonaerense del Frente Renovador, de Sergio Massa, y de Oscar Rojas, líder del sindicato de obreros de maestranza. Ambos están enrolados en la CGT Azul y Blanca, que conduce Barrionuevo, que habían solicitado que se declarara “el estado de acefalía” del PJ nacional. De esta presentación surgió el nombramiento de Barrionuevo. Y la verdad es que este escándalo es tan funcional al macrismo que es difícil creer que todo es una enorme casualidad.
Lo que se espera es que en la Cámara Nacional Electoral, alzada que suele revisar los fallos de Servini, pongan algo de cordura a este asunto.
Cierto es que la cautelar que validó la jueza electoral, que fue presentada por sindicalistas ya alejados del PJ y derivó en Barrionuevo interventor, es ganancia para la Casa Rosada, toda vez que dividirá más aun las aguas internas, dispersando el voto peronista.
El efecto, además de político, es claramente temporal, como decimos porque faltan 14 meses para la inscripción de alianzas electorales para la nacional de 2019 y la judicialización hace casi imposible que antes de esa fecha, el partido pueda estar normalizado.
Pero en la política nada es tan lineal, porque hay otras dudas en este asunto. Al peronismo no le sirve la intervención, como es obvio plantearlo y sobre todo en el caso de los gobernadores, que venían reuniéndose para lograr una oferta competitiva por dentro de la estructura partidaria. Aunque la resolución de Servini les hace estallar el proyecto por el aire, la real divisoria que mantienen es ajena a la intervención: es peronismo con o sin Cristina.
A propósito del kirchnerismo y de irregularidades partidarias, es muy curioso ver y oír a conspiscuos cristinistas ofendidísimos con la intervención del partido cuando ellos mismos dieron el portazo y eludieron las internas, para terminar presentándose por fuera creando Ciudadana como herramienta electoral. A ellos ¿les sirve esta intervención del peronismo oficial? El tiempo lo dirá. Porque, al fin, los K apuntan a consolidar la importancia de tener una herramienta por fuera del PJ, como lo hicieron en la última elección general. De todos modos, esta gente que jugó por afuera, según estatutos, ya no tendría que tener ni vos ni voto en el partido. De hecho, en los últimos comicios fueron adversarios del PJ.
Sin embargo la ecuación que bien conoce el oficialismo, se resume en la frase de Alberto Fernández: “Con Cristina no alcanza, pero sin Cristina no se llega”. Y esta ruptura en el peronismo que, al fin, envalentona a algunos K de paladar negro, es más funcional al macrismo que al peronismo. La tarea de ayudar a dividir la oferta electoral opositora es por el momento exitosa, no solo por fallos como el de Servini, seamos sinceros, sino porque hay un germen divisionista en el peronismo que está haciendo eclosión.
