Editorial

La hora del miedo


 

Mientras en el oficialismo intentan parar el pase de facturas por la baja perfomance electoral, sobre todo de cara a la segunda vuelta, la campaña camino al 22 de noviembre tiene características cada vez más duras en cuanto a lo que se dice desde las huestes kirchneristas hacia Mauricio Macri.

Ultra K, sciolistas y peronistas a secas se han unido con el fin de esmerilar  al candidato de Cambiemos y difundir, por todos los medios posibles, lo que podría ocurrir si el candidato presidencial del frente Cambiemos le ganara a Scioli. En este plan, se han escuchado y leído los planteos más inverosímiles que han obtenido del otro lado satíricas respuestas. Esta contienda se da especialmente en las redes sociales, donde un alto porcentaje de lo que circula –del tema que sea- es burda patraña. Pero de todos modos, algo del efecto buscado se logra porque, como decía el propagandista nazi Joseph Goebbels, “miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá”. 

No alcanza con mirar los afiches con que han inundado la provincia de Buenos Aires, ni las durísimas declaraciones públicas contra el candidato de Cambiemos; son las redes sociales los nuevos campos de batalla, que por estas horas se han inundado de frases que buscan infundir claro temor al votante. Primero dijeron que María Eugenia Vidal cerraba el programa Envión dejando a dos mil docentes sin trabajo y a los chicos allí contenidos en la calle. Aún no asumió pero dan por hecho lo que aún ni siquiera es un anuncio. Después se responsabilizó a Macri de un ajuste feroz, de una devaluación, del pago de la deuda a los fondos buitre en las condiciones que ellos pongan, de un desempleo que será tremendo, del cierre de programas estatales y de la marcha atrás en políticas de derechos humanos, entre otras medidas.

Ante la situación, Macri habló de una “estrategia oscura” y en el entorno de Scioli negaron la especie y dijeron que el objetivo es diferenciar los dos modelos que representan los candidatos. Los jóvenes macristas han encontrado una salida en las redes sociales, tomando para la broma el tema de infundir temor ante un eventual triunfo de Macri, una actitud que da resultado porque es ingeniosa y divertida.

“La alianza -por el frente Cambiemos- proyecta una gran devaluación y la pérdida de salario real”, dijo Scioli el viernes, luego de asociar al frente opositor con el infructuoso gobierno del expresidente Fernando de la Rúa. Ese día, la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, advirtió que si el líder de PRO accede al poder, “algunos represores van a recuperar la libertad”.  Se ha visto y oído de todo: desde la instalación permanente en la Casa Rosada de las máximas autoridades del Fondo Monetario Internacional hasta la privatización de la educación en todos sus niveles. Desde la prohibición de ingreso a los humildes a los hospitales públicos hasta el ajuste salarial más brutal de toda la historia de la Argentina. Desde la apertura irrestricta de la importación de productos hasta el congelamiento de los salarios de los jubilados. Todo eso, condimentado con una buena cuota de viejas fotos y -algunas trucadas- que lo hagan aparecer a Macri apoyando la dictadura militar, a Carlos Menem a Eduardo Duhalde, a Domingo Cavallo y a todo lo que una buena parte de la opinión pública considera nefasto y “de derecha”. Aun cuando las figuras más encumbradas del kirchnerismo nacieron de ese mismo seno y acompañaron esas gestiones, como funcionarios o con el voto desde el Congreso. 

Pero la desesperada campaña del miedo tiene un serio inconveniente: las formulaciones son tan burdas y tan exageradas que chocan inmediatamente con la realidad.

Por otro lado, siempre se dijo que es más fácil para quien es gobierno sostener una campaña y ganar una elección, merced a la disponibilidad de recursos, aparato, medios de llegada a la gente, etcétera. Pero en este caso, el problema es que para que Scioli pueda hacer una campaña con argumentos en lugar de esta vía que ha elegido del desprestigio al contrincante, tiene que prometer realizar cosas que no se hicieron en los últimos ocho años. Y la gente no es tonta y le pregunta al televisor lo que le recriminaría personalmente si tuviera la oportunidad: “Si sabían que había que hacerlo, ¿por qué no lo hicieron en estos ocho años de presidencia y gobernación? ¿Por qué ahora te tengo que creer?”. Es entonces que, a falta de mérito propio, aparece el demérito del otro. 

En esta batalla de dos, los militantes hacen su propio juego. El fin de semana las redes explotaron con frases como: “Si gana Macri, decile chau a” y enumeran todos los beneficios que distintos sectores tienen desde planes de apoyo hasta subsidios a la luz y el gas a la clase media. Es desopilante la creatividad puesta al servicio de la política en Facebook, donde adherentes al PRO crearon la comunidad que llamaron “Campaña Bu”, y está plagada de carteles y “memes” en la misma sintonía. 

Que esto suceda, se inscribe como parte el folklore electoral, que antes se componía sólo de pasacalles, pegatinas, panfleteadas. Pero lo grave es que esta misma liviandad para afirmar situaciones sin asidero salga de boca de altos funcionarios. La ministra de Economía bonaerense, Silvina Batakis, eligió como blanco a María Eugenia Vidal. “Vidal: dos mil profesionales perderán su fuente laboral y más  de 50 mil jóvenes bonaerenses se quedan sin becas”, tuiteó. 

Hablar así de una funcionaria que no asumió, que no anticipó medidas y con la que no conversó al respecto personalmente, se asemeja mucho a lo ocurrido el domingo 25, cuando a las 17:58, antes de que se abriera ninguna urna y contra la ley, se anunciara el triunfo de Scioli por amplio margen en la nación y de Aníbal Fernández en la provincia.

De todos modos, aunque algunas declaraciones se caigan por sí solas pero pensando en el efecto Goebbels, el macrismo tuvo que salir a desmentir algunos de los mensajes, como fue el caso de la gobernadora bonaerense electa, quien anteayer negó durante su paso por el programa de Mirtha Legrand que tuviera planeado el cierre de programas sociales.

Con consignas como “Tu trabajo o Macri”, “Tu educación o Macri”, la campaña de embates contra el candidato opositor también llegó a las calles. Y describen además cual fue la postura de los legisladores del PRO frente a medidas que tomó el Gobierno en los últimos años, como los proyectos de ley por las estatizaciones de YPF y Aerolíneas Argentinas, la fertilización asistida, la trata de personas, la movilidad jubilatoria y el matrimonio igualitario, entre otras.

El tema y la estrategia elegida parecen ubicar al temor por encima del voto pensado y esta es un arma de doble filo, porque no sabemos qué rebote puede tener en la ciudadanía este tipo de campañas negativas y vacías, más cuando de lo que se trata es de “enamorar” y captar un voto que hace unos días no se obtuvo.

 


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