Editorial

La importancia de tener un plan


Decía Séneca que “no hay viento favorable para el barco que no sabe a dónde va”. 

La frase tiene un profundo sentido respecto a la necesidad de tener objetivos, de lo contrario no habrá felices coincidencias que aprovechar ni ventajas de las cuales sacar provecho, por más voluntarismo que se tenga. Saber a dónde vamos en la vida individual y en la social es casi un acto fundacional, más aun cuando nos enfrentamos a nuestra vida en comunidad, donde se juegan aspectos centrales de la convivencia, el desarrollo y el modelo de ciudad en el que aspiramos a vivir. Es indudablemente mucho más difícil realizarse personalmente en una región que no se realiza, en medio de una sociedad frustrada por la falta de metas a cumplir.

Es por esta razón que volvemos sobre una temática que nos preocupa desde hace décadas: Pergamino no tuvo ni tiene un plan estratégico que nos lleve a cumplir objetivos pensados y elaborados para crecer y desarrollarnos en todo nuestro potencial.

Esto excede a la actual gestión, viene de larga data e incluye algunos intentos que no vieron la luz, justamente porque ni bien llega otro mandamás, suele pasar que desecha lo anterior. Pasa en Argentina, pasa en Pergamino: no entendemos de estrategia, de visión de futuro, de políticas de Estado.

Para poner blanco sobre negro respecto de lo que estamos planteando, las definiciones ayudan: “Una estrategia es un conjunto integrado de decisiones que posicionan a lo que se pretenda (una región, una ciudad, una empresa o un producto) dentro de la realidad para obtener mejores resultados en el largo plazo”.

A veces es necesario consultar a especialistas, a quienes tengan, además de un saber sobre el tema, una visión desprovista de intereses. Pero la verdad es que el proceso no deja de tener valor por ser intuitivo. Y se compone de tres pasos, desde visualizar dónde queremos estar, entender dónde estamos y trazar el camino que me lleve de un estado al otro.

Es importante porque en su forma más simple un plan estratégico es una herramienta que recoge lo queremos conseguir como ciudad y, al mismo tiempo, nos define ante la mirada del afuera. Si en la vida tenemos un plan, nuestras acciones, por dispersas que parezcan, las direccionamos a tal fin. Lo mismo sucede con un municipio: cuando hay una visión de la ciudad que queremos ser a partir de definir los valores que nos hacen sobresalir del resto, el diseño de todas las políticas deberían ir en función de la construcción de ese futuro al que aspiramos.

Pensadores más modernos que Séneca consideran que el futuro no hay que preverlo sino crearlo. El objetivo de la planificación debería ser diseñar un futuro deseable e inventar el camino para conseguirlo.

Pergamino ha crecido por el imperio de sus vecinos y su interés de progreso, así han nacido barrios nuevos, otros se han extendido y paulatinamente los servicios en cada administración han ido extendiéndose por imperio de la necesidad y la realidad. Sin embargo, hay sectores que se han desarrollado mucho más que otros, porque al no existir un plan estratégico cada barrio ha hecho lo que ha podido y logrado en cada administración comunal. Precisamente por falta de objetivos hay sectores de la ciudad como el Centro donde más temprano que tarde tendremos problemas de suministro de agua y ya hoy las construcciones subterráneas, como las cocheras, tienen líquido permanente por el crecimiento de las napas. Son las luces amarillas que indican que hay que direccionar la concentración poblacional hacia otros barrios de la ciudad, donde el problema no existe. O bien hacer una importante inversión si se pretende seguir recargando de edificios el sector. Pero en una planificación seria y responsable, lo ideal es que la ciudad se vaya ampliando con un criterio de servicios disponibles, de estética urbana y de crecimiento responsable.

Lo mismo sucede con el perfil productivo de la ciudad: no hay un norte. Simplemente hay ventajas comparativas que nos han sido dadas por la naturaleza o la historia pero a partir de ellas no se han generado otras competitivas que nos posiciones en algún punto. Ni siquiera ese punto está claramente definido; nos sabemos una ciudad agraria y concentradora de la producción de indumentaria pero ni siquiera sobre la base de este perfil “hereditario” se han establecido planes de acción. Hay más bien un grupo de  voluntades aisladas, a veces mancomunadas sectorialmente pero sin el Estado presente como coordinador y artífice de su futuro. 

Sabemos que necesitamos estrategias de crecimiento, pero ¿cuáles?; ¿hacia qué futuro?; ¿sobre qué diagnóstico? En fin, ¿hacia dónde apunta Pergamino sus “cañones? Pergamino por imperio de una naturaleza que nos es propia, tiene de los campos más productivos de la Argentina. De modo que uno de los objetivos de desarrollo debe pasar, necesariamente, por lo que produce el campo. Pero a la par de ser una cuenca de granos, también tenemos un amplio desarrollo de la mano de obra textil, muchas de las marcas conocidas en el país, fabrican sus prendas en nuestra ciudad, en sus talleres. Este sector atraviesa un momento de grandes dificultades, producto de políticas nacionales que exceden a nuestras decisiones. Sin embargo, es claro que o buscamos el modo de apoyar este sector en todo aquello que nos competa como ciudad, o ayudamos con nuevas estrategias a reconvertirlo en otra actividad donde logremos también destacarnos. 

Así como sabemos lo que somos, podemos reconocer lo que no somos. Seguramente no vamos a lograr grandes objetivos en el plano turístico, ya que no tenemos las condiciones necesarias para promover un atractivo de estas características, pero podemos convertirnos en una suerte de supermercado del país, elaborando alimentos con sello de calidad local.

El planeamiento estratégico debe ser, al fin, clave para planificar el mejor futuro para Pergamino, ya que en sus propósitos, objetivos, mecanismos, se resume el rumbo, la directriz que toda ciudad debe seguir, para llegar a las metas. Las mismas que se traducen en crecimiento económico y urbano.

 

La verdad es que Pergamino, para los vecinos que amamos nuestro distrito, es nuestra casa grande, la única que tenemos y donde hemos desarrollado nuestra vida, la de nuestros hijos y nietos. De modo que no es poco lograr acercarnos a una ciudad de futuro más productiva, más linda y más funcional. Pero para eso debemos dejar el desorden con el que nos hemos manejado en las últimas décadas para asumir un plan estratégico que nos lleve por caminos pensados y soñados para un futuro que dependerá solo de nosotros. 


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26 de Abril de 2024 - 05:00
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