Editorial

La Justicia nuevamente en la sospecha ciudadana


Ldecisión del juez federal Claudio Bonadio de procesar a Cristina Kirchner y pedir la prisión domiciliaria por encubrimiento en la causa Amia generó un escándalo político de proporciones desde la mañana de ayer. Además de la expresidenta, varios exfuncionarios del gobierno kirchnerista quedaron detenidos: el exsecretario Legal y Técnico Carlos Zannini, el referente de la comunidad islámica en la Argentina, Jorge “Yussuf” Khalil y el dirigente piquetero Luis D’Elía. 

El magistrado también dictó prisión preventiva para el excanciller Héctor Timerman, bajo el régimen de arresto domiciliario por su delicado estado de salud. A su vez, fueron procesados, sin prisión preventiva y con prohibición para salir del país, el extitular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) Oscar Parrilli y el diputado Andrés “Cuervo” Larroque .

El primer interrogante que surge de esta decisión de Bonadio es qué supuestos jurídicos se dan en este caso para proceder a la detención de los involucrados, habida cuenta que es una causa por la que aún no han sido juzgados y por tanto no están condenados. 

Y nos encontramos con que en la resolución difundida por el juez, una de las principales causas del embate contra la exmandataria se sustenta en que “a partir de 2010, el gobierno que presidió Cristina Elisabet Fernández exteriorizó un cambio de postura política frente al caso Amia, diametralmente opuesta a la adoptada desde que ocurrió el atentado”. No se hace alusión ni a la posibilidad de fuga ni al posible entorpecimiento de la causa. Porque en este caso más que en ningún otro, toda la documentación es pública y está en poder del propio Estado, porque el acuerdo con Irán fue hasta aprobado por el Parlamento y las escuchas hace tiempo están en manos del juez.

Una causa por traición a la Patria es un supuesto grave y de ser juzgados y condenados todos podrían ir presos, sin embargo en este caso, se pide el encarcelamiento preventivamente sin los motivos que exige la ley Argentina, lo que implica un grave riesgo para el funcionamiento de una sociedad que basa su sistema político en una república, donde el Poder Judicial es un actor tan o más importante que el resto de los poderes. Al fin, un juez tiene operativamente más poder que el propio presidente ya que tiene la potestad de meterlo preso.

Si todo fuese tan claro y obvio como lo ve Bonadio, no se estaría cuestionando -en la calle y en los distintos estamentos de poder- su decisión. Los actos de la Justicia debieran ser siempre inobjetables e inopinables de cara a la sociedad, sin embargo, a todos, de la vereda de la grieta que sea, algo les huele raro. 

El clima de sospecha que se viene generando frente a una Justicia que parece acompasar las necesidades políticas de los gobernantes de turno explotó entre los periodistas ayer y llovieron las críticas a la Justicia. Porque jueces como Bonadio denunciado por “encubrir” la causa Amia en el pasado, hoy vuelve a tenerla y muestra toda su pasión personal en contra de la expresidenta, que es una actitud manifiestamente pública, y encarcela a diestra y siniestra sin condenas previas. Habiendo hecho expresa su posición respecto de la expresidenta, lo más saludable hubiese sido que Bonadio se excusara y que otro magistrado se hiciera cargo de esta causa; entonces sí, si realmente las pruebas son contundentes para la “traición a la Patria” y tan inminente la presunción de fuga u obstaculización de la investigación, no habría segundas opiniones sobre la decisión judicial. En fin que desde los jueces “de la servilleta” del menemismo, pasando por el kirchnerismo y ahora el macrismo, Bonadio es el mismo juez, lo que ha ido cambiando es su modo de juzgar de acuerdo a quien gobierna. Y eso es lo grave del asunto.

Porque la cuestión de las garantías en un país democrático es fundamental, que se apliquen las normas a todos por igual y no que se pueda perder la libertad de acuerdo al criterio personalísimo de un magistrado. Y en este sentido Bonadio flaco favor le hace a todo Comodoro Py y al propio Gobierno de Mauricio Macri con estas desacertadas decisiones. Ya que esto ha dado lugar a todo tipo de sospechas: que se tomó esta decisión para que no se hable del recorte a los jubilados ni se mire la reforma laboral; que encarcelan funcionarios para quedar bien con el oficialismo así como antes cajoneaban causas en la anterior administración. En síntesis, que detrás de todo hay una mano política, pero a todas luces, dada la plataforma política del macrismo, que Cristina esté en esta situación no es algo que al gobierno le convenga. Claramente, a Macri le interesa más una Cristina activa y locuaz que una victimizada en prisión. Por eso es que toda la movida, en estos análisis que no debieran existir, se ajusta más a una decisión personalísima del juez Bonadio que a una estrategia política. 

Por lo demás, si Cristina Kirchner y sus funcionarios y colaboradores traicionaron a la Patria, pretendiendo quitar a Irán de la línea de acusaciones como responsables del atentado a la Amia, a cambio de acuerdos comerciales, deben ser juzgados y condenados. Pero en ese orden. Y si se decreta prisión efectiva, cumplirla.

No es sano para una república que la Justicia aparezca tan cuestionada, que la mayoría de la ciudadanía, en cualquier encuesta que se efectúe, afirme que no cree que tengamos un Poder Judicial independiente. Sin exagerar, bien podríamos decir que es una suerte de tragedia que esto suceda, porque la Justicia es el último refugio que tenemos los ciudadanos para que se nos respeten los derechos. 

Y en esta cuestión no debemos confundir grieta con garantías; pedir una Justicia independiente no hace kirchnerista al que no lo es, así como juzgar de antemano a quienes aun están en investigación tampoco hace macrista a quien no lo es. Porque estos temas de los derechos, las garantías y la libertad de las personas son lo suficientemente serios como para no ideologizarlos mezclando todo, como solemos hacer los argentinos. 

 

Necesitamos una Justicia independiente y prestigiosa, insospechada, que esté por encima de las pasiones de los ciudadanos, de eso se trata una república y una democracia sana.


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