Editorial

La sequía de los campos puede enfriar la economía pergaminense


En los campos argentinos las cosechadoras avanzan configurando uno de los peores escenarios productivos de los últimos años. Los primeros resultados de la trilla de soja en la región núcleo arrojan una alta disparidad de situaciones, desde 20 a 50 quintales, dependiendo de la influencia de la napa. Los promedios zonales para la soja de primera se ubican cerca de los 30 qq/ha.

En tanto, los cultivos sembrados luego del trigo fueron los más castigados por la seca. La esperanza de compensar parcialmente el rinde por mayor peso de granos se desvaneció la semana pasada. No solo los pronósticos de precipitaciones fallaron, sino también las temperaturas mínimas se ubicaron por debajo de los parámetros normales para esta época del año.

Según estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), los rindes se desmoronan, estimándose la producción de soja en 40 millones de toneladas y la de maíz en 32 millones. Con estos números la soja retrocedería en 6,5 millones de toneladas y el maíz en 3 millones respecto de lo calculado en febrero.

Según productores, ingenieros agrónomos y gente versada en el tema, la sequía en curso es más grave que la que se desarrolló durante la campaña 2008/2009. No solo es mayor la cantidad de días que ha persistido en época evolutiva de los cultivos sino que también ha sido mucho mayor la cobertura, tanto que hay zonas que ya se dan como perdidas, es decir, que se dejará morir las plantas porque ni siquiera los gastos de cosecha podrían ser cubiertos por los rindes.

Y los campos pergaminenses no son ajenos a esta situación climática. Este mes una Comisión de Emergencia local conformada por la filial Pergamino de la Federación Agraria Argentina, la Sociedad Rural de Pergamino, la Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada y la Asociación de Ingenieros Agrónomos de la zona Norte de la Provincia de Buenos Aires firmaron un petitorio para solicitar la Emergencia Agropecuaria en el Partido de Pergamino por déficit hídrico.

Según Emilce Terré, jefa de informaciones y estudios económicos de la Bolsa rosarina, “el impacto de la sequía en la economía argentina asciende a 4.600 millones de dólares o el 0,7% del PBI proyectado para 2018”.

Ahora, ¿cómo impactará esta sequía en la economía de nuestra aldea? La superficie del Partido de Pergamino es de 300.000 hectáreas. Según el último Censo Nacional Agropecuario, algo más del 70 por ciento de esa extensión está constituida por tierras aptas para la actividad agrícola con cultivos anuales. El área ocupa un lugar estratégico en la economía nacional: en estas tierras se producen los principales rubros agropecuarios de exportación como maíz, trigo y soja, y muchos de los ligados al consumo interno, especialmente del área más densamente poblada del país, ubicándose a las puertas de los puertos de Buenos Aires y Rosario. Coexisten además, producciones como las de bovinos, porcinos, avicultura, horticultura.

Con estos datos seguramente la economía pergaminense recibirá directamente el impacto de la menor producción agrícola de los últimos años. Hablamos no solamente de los bolsillos de los productores sino y especialmente de lo que un enflaquecimiento implicará en el consumo local, primero de los rubros vinculados al campo, y luego el comercio y los servicios en general.

La merma en la producción provocará que el efecto “derrame” sea a cuentagotas en los próximos meses: menos inversión en ladrillo, menos compras de camionetas, la postergación del arreglo de la maquinaria agrícola y una retracción en el consumo de algunos insumos agropecuarios. La suspensión de los planes de inversión será una medida a emplear por productores y contratistas a la espera de un mejor clima para los negocios. Cuando la situación del agro era más holgada, varios sectores aprovechaban el efecto “derrame”, como el de la construcción y el mercado automotor. Pero en el corto y mediano plazo es de prever que el gasto chacarero se retraiga.

La economía local será la principal afectada por los “coletazos” que en los próximos meses provocará la falta de precipitaciones en la soja y en el maíz. El primer golpe que tendrá este menor volumen de producción de granos será en la billetera del productor. En muchas empresas agrícolas, por la incidencia de los alquileres de los campos en la estructura de costos, la rentabilidad será negativa y, sin dudas, una vez más, van a necesitar ayuda financiera para continuar con la actividad.

Gabriel De Raedemaeker, productor de Oliva y titular de la Confederación de Asociaciones Rurales de la Tercera Zona, entidad que agrupa a las sociedades rurales de Córdoba, La Rioja y Catamarca, aseguró que “el sector va a requerir financiamiento, con un período de gracia de al menos un año, para que el productor pueda sembrar la próxima campaña y comenzar a pagar cuando venda esa cosecha”.

El transporte de granos también se verá resentido: una caída de 10 millones de toneladas de soja y de maíz significa unos 330.000 viajes menos en camión. Seguramente habrá una disminución en la cantidad de fletes y el transportista también contemplará minuciosamente sus gastos. En esta cadena de consumo, las estaciones de servicio también sufrirán lo suyo.

De hecho, con menos efectivo disponible por parte del productor para adquirir insumos y para reponer equipamiento, las empresas proveedoras están reviendo sus expectativas iniciales de negocios.

Muchas veces se ha dicho desde este espacio que el campo es una fábrica a cielo abierto, por lo que siempre están previstos estos imponderables. Pero no así el resto de las actividades que se alimentan de lo producido por el campo, que en nuestra ciudad son todos, desde la venta de maquinaria hasta los restaurantes y casas de indumentaria. A pesar de esto, sabiendo que puede ocurrir una sequía o una inundación en una zona productiva (en 2017 en Pergamino se declaró la emergencia por inundación y en 2018 por sequía, por ejemplo), históricamente desde el Estado no se han implementado más que paliativos: la declaración de Emergencia Agropecuaria significa una postergación en el vencimiento del pago de algunos impuestos, no su eximición, por lo que tarde o temprano el productor deberá pagar las tasas. Los créditos que resurgen en estas oportunidades desde los bancos estatales tampoco son la panacea.

Es claro que no está en manos del Estado solucionar los efectos de la sequía (aunque debiera ser un socio más activo en estas pérdidas ya que participa holgadamente de las ganancias vía tributos) ni aumentar las cotizaciones internacionales de los cultivos, pero sí atemperar sus consecuencias.

En este sentido, en la última edición de Expoagro el jefe del Estado anunció una serie de medidas para los productores afectados por la peor sequía en 44 años. Al rayo del sol, en un breve discurso, Mauricio Macri informó que el Banco Central emitió una resolución por la cual se prorrogan automáticamente todos los vencimientos de todos los que tienen créditos “sin que caigan en mora”.

Además, el Banco Nación también sacó líneas de crédito con un año de gracia. El Banco decidió instruir a todos sus gerentes para atender las necesidades de los afectados por la sequía, no solo a los productores. Se trata de préstamos de capital de trabajo a cinco años.

El presidente del Banco Nación, Javier González Fraga, explicó que la decisión de la entidad es “atender a todos los afectados por la sequía”. Es decir, no solo a los productores sino también a los contratistas, comercios, vendedores de maquinaria, transportistas.

Con la aplicación de estas medidas, el tiempo dirá si fueron las que mejor se pudieron tomar para con un sector del que siempre el Estado obtuvo ganancias sin invertir un solo peso, un sector en el que siempre el Estado se apoyó para sacar adelante al país. Un sector por el que debemos bregar todos en esta ciudad que fue bendecida por tierras inmejorables que le han permitido crecer hasta el día de hoy. No es momento para que algunos que sostienen las banderas de una lucha clasista se regodeen con el mal trago de los chacareros ni criticar los beneficios que debido a esta crisis reciba el sector de parte del Estado. Por el contrario y de una vez por todas, hay que sumarse al reclamo de asistencia porque el campo, en Pergamino, somos todos.


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