Editorial

La sinuosa historia de las obras y lo que dejó la visita de Vidal


Ayer visitó Pergamino la gobernadora María Eugenia Vidal y les dejó a los pergaminenses sentimientos encontrados, ya que muchos tenían la expectativa de que la visita fuera para certificar el inicio de la obra de la represa, que el vicegobernador Daniel Salvador afirmó, hace unos meses, que comenzaría a fin de este año. Como un reguero que nadie tiene certeza absoluta de dónde empezó, corrió por las calles de la ciudad que de esta visita de la mandataria provincial iba a salir la fecha de inicio de los trabajos. No fue así. 

El anuncio estuvo enmarcado en la problemática pero no fue el esperado. En cambio, Vidal habló de obras hidráulicas para a realizar este año en Pergamino, Salto, Arrecifes, Colón, San Nicolás, Rojas, Villegas, Arenales, Junín, Carlos Tejedor, Rivadavia, Trenque Lauquen, Henderson, Bragado, 9 de Julio y General Viamonte por 3.500 millones de pesos, mas no se incluye la represa en esta etapa.

¿Desilusión? Sí, claro, porque todos quisiéramos ver este angustiante problema en camino a su solución. ¿Expectativas? También, muchas porque se trata de una obra que fue recientemente solicitada y ya hay una primera respuesta, con estatus de promesa aun. Como ciudadanos de Argentina que somos, tenemos todo el derecho a dudar que  se cumpla; mucho nos han prometido y poco cumplido; sin embargo, hay una coyuntura política que genera un mayor grado de expectativa positiva. 

La mandataria explicó que la obra comenzaría el próximo año, cuando den frutos las presentaciones ante el Banco Interamericano de Desarrollo, para obtener en préstamo parte de los fondos, el resto lo pondrán Nación y Provincia. 

Fiel a su estilo, “sincericida” en términos políticos, no quiso “bicicletear” el tema anunciándolo ahora y estirando los tiempos hasta el momento en que estuviera el dinero. Dijo tajantemente que este año no se va a empezar y con total certeza aseguró que no se va a terminar en su actual mandato. Es decir, que hasta pasado 2019 no estará concluida la obra que, por estas horas, nos quita el sueño. Por eso los vecinos quedamos con sabor a poco con estos anuncios, porque las expectativas eran quizá muy altas y la realidad era otra.

Aunque cueste, hay cosas que debemos asumir: primero, que el cambio climático vino para quedarse y las inundaciones que antes podían ser excepcionales, ahora son la Espada de Damocles permanente de los vecinos; las lluvias duplican y triplican las mediciones históricas y hay situaciones estructurales (como canalizaciones clandestinas, poca absorción de la tierra y mayor infraestructura urbana), todo lo que hace ninguna represa ni obra humana sea garantía de no inundación. Estamos hablando de un combate entre hombre y Naturaleza, ni más ni menos. 

Otra cuestión a tener en cuenta es que esta represa no fue un planteo de Pergamino a las autoridades hasta que ocurrieron los últimos fenómenos. No es que se está pidiendo la represa desde la inundación de 1995 y todos los gobiernos desde entonces se han negado. En este punto hay que distinguir, porque si bien la Cossoper hay hecho invaluables gestiones y logrado la concreción de obras paliativas, ésta en particular no estaba entre las demandas. Ni la que se haga ni el original proyecto de Muriel, del que que nunca fue incluido en ningún plan municipal o provincial. 

La verdad es que hemos tenido una relación sinuosa con el problema de las inundaciones, desde aquellos fenómenos aislados de las décadas del 60 y 90 del siglo pasado hasta los últimos tres años, con tres episodios importantes, que nos impusieron el mote de “ciudad inundable”. En 20 años desde 1995, merced a obras aliviadoras importantes como la de la cuenca de Alem, el tema se fue perdiendo entre otros reclamos más acuciantes, pero hubo quienes supieron anticiparse a estos tiempos y, como siempre sucede, nadie los escuchó.

Y previo a la inundación de 1995, hace al menos 35 años, el ya fallecido ingeniero civil Alejandro Muriel proponía la construcción de una represa en el nacimiento del arroyo Pergamino para la regulación de sus aguas, lo que según él resolvería el problema de las inundaciones. El profesional recorrió todos los espacios de poder posibles, pero los intendentes de la región de aquellos años, consideraban una obra muy cara con un temor que en aquellos momentos eran más bien lejano. Muriel no pensó solo en la represa sino que como característica distintiva crearía un lago artificial con atractivo turístico.

Recién cuando llegó la gran inundación de1995 el tema volvió a la palestra. A propuesta de la entonces flamante Cossoper  se licitó un proyecto de desagües pluviales para la ciudad de Pergamino; solo se concretó un quince por ciento de lo pautado.

Por el año 2000 se aprobó por una ley provincial, a propuesta del exintendente y en ese momento legislador Jorge Young, por el cual se creaba un “Plan Integral de Desagües Pluviales y Regulación del Funcionamiento Hidráulico de la Cuenca del Arroyo Pergamino” por el que se verían afectados los presupuestos bonaerenses, para hacer las obras. Pero pese a contar con una norma que la hacía obligatoria, la obra no se hizo. Ante la negativa provincial de poner los fondos, en 2001 Cossoper inició una acción de amparo contra el Gobierno bonaerense. Se ganó la demanda que obligó al Ejecutivo a implementar el “plan maestro”. En una primera etapa estaba prevista la elaboración del proyecto y en una segunda, la construcción de las mismas. En 2005 se llamó a licitación para elaborar el estudio y en 2008 se terminó el proyecto. Pero solo se hizo una pequeña parte de la propuesta. Otra ilusión que no se llegó a concretar. 

Como se verá, la represa nunca fue una demanda hasta la última gran inundación porque del mismo modo que durante 20 años, al no haber anegamientos grandes en la ciudad, el tema dejaba de ser prioritario, desde 2016 el planteo de las aguas es otro, distinto del de 1995: ahora la cuestión no es solo el agua que cae sino el agua que viene. Por eso las obras aliviadoras que se hicieron ya no bastan y el concepto de la represa de Muriel (o una similar) recobra valor. 

Así llegamos a la actualidad, con algunas obras paliativas que sirvieron, otras que faltaron y un cambio climático que trae inundaciones inevitables y periódicas, además las ciudades de la región, como Pergamino, crecieron desordenadamente, fomentando aun más la problemática. No hubo previsión en el pasado y las consecuencias se pagan ahora pero también es cierto que se trata de una problemática dinámica; como decíamos más arriba, estamos lidiando con la Naturaleza y el crecimiento demográfico y urbano, dos cuestiones  demasiado variables que no permiten garantizar la efectividad de las obras. 

La historia pasada no es alentadora, muchas promesas y pocas concreciones, por eso es totalmente natural que hay vecinos que desconfíen y no los podemos culpar, otros que temen que al tratarse de una obra de tanto porte, lleve muchos años hacerla y tengan que soportar nuevas inundaciones. También es lógico.

Lo que dejó la visita de la gobernadora Vidal es la promesa del inicio de la obra de la represa el año que viene. Eso y la instalación sin más dilaciones del sistema de alerta temprana para que la gente pueda preservarse y resguardar sus bienes frente a la tragedia, es lo único que tenemos los pergaminenses. 

 

Si sucediera otro fenómeno y estas dos cuestiones ya están abarcadas, podremos decir que se hizo lo posible ante lo inevitable.


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