Editorial

Las dos Corea, intentos de paz, desconfianza, trampas y expectativas


Por el momento hablamos de una foto, histórica por cierto, pero que veremos si logra espesor en acuerdos tangibles. Hablamos de la cumbre intercoreana, donde el dictador norcoreano, Kim Jong-un se convirtió en el primer representante de su dinastía en viajar al sur desde el final de la guerra, en 1953, y estrechar la mano del presidente surcoreano, Moon Jae-in. Confluyeron el nieto del fundador de Corea del Norte con el hijo de un refugiado que huyó al sur en medio del sangriento enfrentamiento.

Un acto que hasta tuvo su momento bucólico, ya que tras reiterados apretones de mano entre ambos, dos chicos le entregaron un ramo de flores amarillas al dictador norcoreano. Luego, los dirigentes caminaron por la alfombra roja dispuesta por el gobierno surcoreano, secundados por decenas de músicos. Los dos líderes se mostraron distendidos en el saludo y en los minutos en los que estuvieron juntos ante las cámaras.

Para los que no son amantes de la historia, es fundamental recordar que la Guerra de Corea, fue librada de 1950 a 1953 entre la República de Corea (o Corea del Sur), apoyada por las fuerzas armadas de varios países comandados por Estados Unidos, contra la República Popular Democrática de Corea (o Corea del Norte), apoyada por la República Popular China y la Unión Soviética. La guerra constituyó uno de los episodios tempranos de la Guerra Fría y fue una de las más sanguinarias de la historia. El cine norteamericano ha gastado miles de rollos de película sobre la base de este brutal enfrentamiento, tomando el punto de vista occidental, pero poco se conocía del norte del país.

Es que Corea del Norte quedó, tras las divisiones de la Segunda Gran Guerra, del lado comunista y así se constituyó una nación muy sufrida, profundamente militarizada y donde el pueblo no tiene voz ni voto, casi todo el presupuesto es para armamento bélico y sus ciudadanos han pasado hambre en más de una ocasión. Eso sí, el objetivo se cumple con creces: no solo los norcoreanos temen al régimen sino que todo el mundo vive amedrentado por la capacidad mortífera de este pequeño país asiático. Como sucede con otros regímenes dictatoriales comunistas, el status quo –prácticamente un estado de sitio- se mantiene más por el poder militar que se ejerce sobre la población civil que por adhesión espontánea; la cárcel y la muerte suelen ser el destino de quienes piensen distinto. Como dato que muestra la imposición del pensamiento, puede señalarse que solo el 0,1 por ciento tiene acceso a Internet y puede conocer lo que sucede en el mundo.

Corea del Sur quedó en la órbita occidental y así también selló su destino, absolutamente distinto a sus hermanos del norte?. La economía de Corea del Sur, una república independiente, ha crecido rápidamente desde la década de 1950. Hoy en día, es la 13ª economía más grande del mundo? y está clasificado como país desarrollado por la ONU, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Su PBI per cápita es de 39.400 dólares contra 1.700 de Corea del Norte. También se encuentra entre los países más avanzados tecnológicamente y mejor comunicados; es el tercer país con mayor número de usuarios de Internet de banda ancha, siendo también uno de los líderes globales en producción de aparatos electrónicos, dispositivos semiconductores y teléfonos móviles.

En esta comparación no se trata de miradas sino de números concretos y datos duros entre el norte y el sur de la península de Corea.

Esta cumbre llega cuando el cuadro se venía agravando entre ambos países, tanto que a fines de año se debatía si Corea del Norte bombardearía la base norteamericana de Guam primero o si Washington se adelantaría con un ataque quirúrgico a Pyongyang. La mención del diálogo de Kim Jong-un en su discurso de Año Nuevo cambió un escenario de guerra termonuclear inminente por la posible firma del anhelado tratado de paz.

Sobre la mesa están los espinosos asuntos del tratado de paz y la desnuclearización. La península coreana se rige aún por el armisticio (apenas un alto el fuego) de 1953 y desde entonces se han encadenado las amenazas bélicas, los ataques e incluso los intentos norcoreanos de liquidar al presidente sureño.

El tratado de paz cerraría un capítulo que empezó a escribirse, al fin, en la Guerra Fría, pero nada es tan sencillo como parece, entre dos naciones que se desconfían profundamente. Las dudas sobre la desnuclearización son de fondo de esta cuestión. Pyongyang ha colocado su arsenal atómico en la mesa de negociaciones cumpliendo las exigencias de Seúl y Washington, pero divergen las interpretaciones. La primera la ofrece por fases mientras los primeros la pretenden completa, verificable e irreversible. Los líderes norcoreanos saben que solo el as nuclear impidió en las dos últimas décadas que siguieran los destinos de dictadores como el libio Muammar Khadafy o el iraquí Saddam Hussein, y los recientes bombardeos a Siria los puso en alerta. Por eso veremos si hay una voluntad cierta de terminar la carrera nuclear, de verdad, de una vez y para siempre. Hay jugadas de ambas partes: Corea del Norte desconfía de Donald Trump y sospecha que una vez que dejen las armas nucleares busquen invadirlos; mientras que para Corea del Sur hay trampa de Corea del Norte cuando esta semana anunciaba el cierre de su base nuclear. Los expertos sostienen que estaba ya inservible y al borde del colapso después de seis ensayos.

Aun en el marco de la profunda desconfianza mutua, al fin, el presidente de Corea del Sur, Moon Jae In, y el líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong-un, se han comprometido a cooperar para poner fin a una guerra de siete décadas y buscar la desnuclearización completa. El compromiso que tenía como objetivo consolidar el deshielo entre el norte y el sur y lograr la estabilidad en la península coreana ha quedado plasmado en la declaración conjunta firmada por ambos mandatarios. Pero ahora veremos en la práctica si estos objetivos se cumplen realmente o nos quedamos solo con la foto, porque para cantar victoria, Corea del Norte tendría que encontrar un camino distinto al actual en términos económicos y políticos.


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23 de Marzo de 2024 - 05:00
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