Editorial

Los radicales en su laberinto ¿Cambiemos o boina blanca?


Alfredo Cornejo presidió la primera cumbre radical en mucho tiempo, tanto que la lista de oradores fue de más de 50 dirigentes, y se notó cierta abstinencia de discurso con tanto marco.

Y el gobernador de Mendoza cerró el encuentro pidiendo “bancar” al Gobierno, a cambio de exigirle un ámbito para que escuchen las propuestas radicales. Pidió más ideas y menos quejas por espacios de poder. Porque los radicales que están disconformes de que el partido forme parte de la alianza Cambiemos reprochan amargamente que son considerados socios tan menores que ni se los escucha. Pero quienes se sienten cómodos en la coalición defienden con uñas y dientes que solo en el actual esquema pudieron volver al poder, aun cuando en los hechos el PRO se reservó los principales espacios porque, al fin, los macristas son claramente la maquinaria que lleva al tren al triunfo.

Este encuentro era necesario, además, porque Ernesto Sanz que fue la punta de lanza del radicalismo para llevarlos a la alianza con el PRO poco a poco se fue alejando de la política activa y al fin la UCR se quedó sin el único puente de conexión directa con Mauricio Macri. Y Cornejo semblanteo en la cumbre qué respaldo tiene de sus pares para intentar reemplazarlo. No será fácil porque la prueba que deberá pasar el radical ahora es la de ver si tiene piel con el presidente como para ser el dueño del diálogo de su fuerza.

Sucede que Macri y Marcos Peña se muestran cada vez menos permeables a la negociación con sus socios y las reuniones de la mesa de Cambiemos de cada martes están suspendidas hasta nuevo aviso. Por lo que durante el encuentro, el radicalismo ratificó su apoyo a las políticas del Gobierno, aunque marcó algunas diferencias.

Pensando en 2019 afirman que es necesario mostrar resultados: mejorar la cantidad y la calidad del empleo, sostener el consumo, lograr una baja más pronunciada de la inflación y que la deuda que contrae nuestro país no se destine a gastos corrientes, sino a infraestructura.

El radicalismo es en términos políticos un partido opuesto al PRO por historia. La UCR es una estructura centenaria con toda su carga emocional, mientras que el macrismo es el sector más joven y pragmático de la Argentina. Y básicamente expresan valores distintos, los que en la medida que se conjuguen en una alianza más compacta mantendrán el voto de un amplio sector de la ciudadanía. 

Los radicales como partido nacido de sectores populares y empujado hacia las clases medias con la aparición del peronismo, se fue transformando por imperio de su doctrina en un abanderado de los valores republicanos, de la democracia en su estilo institucional más depurado, sin embargo son visualizados por la ciudadanía como incapaces de encontrar un rumbo económico sustentable, por la experiencia de Raúl Alfonsín. Un presidente impecable en su concepción republicana, importante para aquella democracia incipiente, un luchador por los derechos civiles y humanos y, algo poco visto en la Argentina: un gobierno sin corrupción. Los errores económicos, la hiperinflación sobre todo, le valió la salida anticipada del poder. 

La experiencia de la Alianza con Fernando de la Rúa fue desastrosa en materia económica, el presidente terminó saliendo en helicóptero dos años antes de terminar el mandato, en medio de saqueos y cacelorazos. Y esta fallida gestión fue la que terminó de sellar la suerte del radicalismo respecto a generar en la gente la desconfianza suficiente en materia económica como para no dejarlos llegar al poder desde 2001 a la fecha. 

Sin embargo, no debemos imponer solo la mirada de la región centro del país, no es Buenos Aires toda la geografía y la realidad es que el radicalismo ha mantenido históricamente muchas provincias y esas regiones las ha aportado a esta alianza con el PRO, muchas veces en lugares donde un partido nuevo no tenía posibilidad de ganar. Y esa unión les dio triunfos cómodos. Un activo que tiene el radicalismo en el interior del país y que siente que el macrismo no lo valora lo suficiente y posiblemente tenga razón.

Los radicales, al fin, divididos en sus aspiraciones, se enfrentaban hace poco más de dos años en dos sectores duros: uno encabezado por quienes pretendían seguir solos la ruta, convertidos en un partido parlamentario y cada vez más chico pero manteniendo sus banderas dogmáticas que era la postura de Julio Cobos y otros que pugnaban por una alianza de centro capaz de llegar al poder aunque resignaran algunas propuestas. Claramente triunfó el sector aliancista de Ernesto Sanz, no por mucho margen y se sumaron a Cambiemos. 

El debate en el radicalismo parece abrirse en los últimos meses cuando los temas urticantes arrecian, y es evidente que defienden las posturas del Gobierno quienes se sienten parte, porque son legisladores o gobernadores, en cambio aquellos miembros de la UCR que no tienen representación institucional como Ricardo Alfonsín o Changui Cáceres (que convocó a la dirigencia a Laguna Setúbal a fin del año pasado para mostrar la disconformidad), son críticos a la gestión de Macri y reclaman que el radicalismo levante banderas históricas. 

Pero la realidad es que de momento Cambiemos goza de buena salud, más allá de roces y conflictos propios de los armados electorales. Y muchos de los radicales sienten que han vuelto al poder, cómodos con el votante promedio de la coalición y siempre a la espera de ser un poco más tenidos en cuenta.

El tiempo dirá… 


Otros de esta sección...
BuscaLo Clasificados de Pergamino y su región
Buscar en Archivo
Tapa del día
00:00
15:42
Errores:  0
Pistas:  38

Tu mejor tiempo:
12:07
Registrate o Ingresá para poder guardar tus mejores tiempos.

Nueva Partida
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Editorial
Funebres
Perfiles Pergaminenses
Lejos del pago
Farmacias de turno

LO MÁS LEÍDO