Editorial

Macri y Cristina les hablan a los suyos


El feriado por el Día de la Bandera, con las elecciones de medio término pisándonos los talones, puede leerse en clave política. Cristina Kirchner aprovecho el asueto para lanzar su espacio Unidad Ciudadana y el presidente Mauricio Macri cumplió con su participación acto oficial de rigor en Rosario, frente al Monumento a la Bandera. Las dos figuras más gravitantes de la escena política tuvieron así su ocasión de dirigirse de manera estrecha a la gente y de manera indirecta a una populosa masa crítica, a través de los medios. Como es natural, todo lo que se dice en estos días tiene una connotación electoral, algunos son mensajes directos, otros cifrados, el asunto es que la opinión pública se vuelque a favor de quien habla. Al menos esa debería ser la intención de un discurso de campaña. Pero en este país todo suele ser distinto cuando no contrario de lo esperable.

Los militantes que llenaron el estadio de Arsenal escucharon una Cristina Kirchner poco fogosa, más intimista, parada en una tarima rodeada por la gente, sola, con la dirigencia lejos de la plataforma. “Lo que necesitamos es ponerle un límite al Gobierno en las próximas elecciones para que pare el ajuste”, dijo ella. Y aunque se habla del misterio sobre su candidatura, luego de este lanzamiento tan personalista no hay nadie que, seriamente, pueda dudar de que la expresidenta será candidata aunque se guarde el anuncio para el sábado a la noche cuando vence el plazo para el cierre de listas. La estética –dicen algunos analistas- hizo acordar al PRO, porque no hubo discurso extenso al estilo cadenas nacionales sino que la dirigente fue llamando a vecinos que habían tenido problemas durante la gestión macrista pero en esencia fue Cristina 100 por ciento y eso incluye “no mirar la paja en el propio ojo”: no habló de inseguridad, ni de drogas en la Argentina y la palabra corrupción no fue mencionada ni una sola vez mientras que la palabra inflación, en sus términos, se habría incorporado al diccionario el 11 de diciembre de 2015. Al fin, Cristina optó por hablarles a los suyos, a su núcleo  votantes incondicionales y a fidelizarlos aun más. Quizás porque la exmandataria sabe que tiene un piso alto pero un techo bajo y que en esta etapa no le será fácil seducir votos de otros sectores, de modo que lo más efectivo por estas horas es asegurarse a los suyos dentro del universo peronista. Sin propuestas ni palabras encantadoras, no existió la intención de sumar un voto más sino que optó por “abrochar” a los que están.

Así como el lanzamiento en Arsenal fue catalogado como muy al estilo PRO, el breve acto del Día de la Bandera en Rosario encabezado por Mauricio Macri fue muy similar las apariciones oficiales que hacía Cristina cuando era presidenta. No los actos partidarios que eran cuasi misas en su honor y se sentía segura, sino aquellas ocasiones donde debía estar por su investidura pero el ambiente le era hostil. Al igual que lo hacía ella, Macri redujo su permanencia al mínimo y se blindó con un doble vallado. Tomó juramento de la Bandera Nacional, habló brevemente de Belgrano y luego se ciñó más a la coyuntura, aunque la defensa de su gestión también fue breve. “Recuperamos los puestos de trabajo que se perdieron el año pasado y cada día se generan nuevas oportunidades”, señaló Macri, y agregó: “Hemos bajado la inflación, que va a ser la más baja desde 2009”. Nada que no hayamos escuchado y que hace eco también, como Cristina, en los suyos, que le guardan simpatía desde siempre, que tienen fe en el camino tomado y que no han padecido cambios drásticos en sus condiciones de vida, solo algunos que entienden como los costos de pagar la “fiesta K”.

 Pero lo jugoso fue lo que se escuchó en su entorno, en relación a la doble postal de la jornada: “Quedó claro que son el pasado”, dijeron del acto que realizó la expresidenta. Pasado contra futuro será el ardid de Cambiemos. “Con nosotros estabas mejor”, el del kirchnerismo. Así nos estarán peloteando en estos meses de campaña, que también tendrán a Randazzo y el massismo como parte de la escena pero que se dedicaran más que nada a recoger las migas de los dos grandes comensales del banquete electoral. 

La verdad es que así como Cristina le habla a los suyos, Macri hace lo mismo con sus votantes, defiende su gestión para aquellos que ya están de acuerdo y no parece buscar a otros sectores de votantes. Las posturas de ambos puntos del abanico político en la jornada del martes no sorprendieron en absoluto. A nadie se le ocurre que el kirchnerismo haga autocrítica, cuando ni siquiera acepta ir a las Paso para no debatir sobre la gestión con el exministro Florencio Randazzo. Tampoco nadie puede esperar, seriamente, que el macrismo abjure del modelo que ha comenzado a implementar, aun cuando los resultados no ofrecen por el momento los ansiados “brotes verdes”.

Todo parece indicar que la campaña de Cristina se basará en el daño social que genera el macrismo y que el oficialismo pondrá sobre la mesa la corrupción y el pasado reciente. Y en este sentido no es creíble que veamos nada distinto a esto.

El problema, mientras ambos sectores buscan polarizar entre presente y pasado, lo tienen los que caminan por la ancha avenida del medio: Sergio Massa y Florencio Randazzo, que hacen todos los esfuerzos por colar una propuesta superadora de este menú que ofrecen los K y los M. Porque si no lo logran no será ancha la avenida y si se descuidan ni siquiera será avenida. 

El votante es el único que puede, con sus apoyos y rechazos, sorprender con su decisión en octubre, porque los candidatos no parecen que vayan a sorprendernos mucho.


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