Editorial

Macri ya tiene aprobadas las medidas que quería, ahora los resultados dependen del Gobierno


Se aprobó el Presupuesto 2018 tras una sesión en el Senado donde liberalismo y populismo se enfrentaron duro. Acto seguido, ayer a la mañana todo el equipo económico dio una conferencia de prensa con un replanteo de las metas iniciales de la gestión, habida cuenta que las previstas para este año no se cumplieron, lo que obliga necesariamente a corregir la hora de ruta.

Este combo pone a Mauricio Macri en otro plano; ya no podrá valerse de los mismos argumentos de siempre, respecto de la “pesada herencia” y la necesidad de reformas que impulsen el crecimiento porque todo lo que se planteó en materia de herramientas legislativas fue aprobado. Ahora el Gobierno comenzará a gobernar bajo sus propias reglas económicas, las que planteó como indispensables para sacar el país adelante. 

Dos años después de asumir, lapso durante el cual se tuvo que virar al gradualismo para sostener adhesión política, se puede decir que ahora comienza una nueva era. El efecto shock -que algunos recomendaban- le hubiese permitido hacer más rápido algunos cambios, pero el resultado electoral quizá hubiese sido incierto y en una democracia si no se ganan comicios tampoco se puede gobernar. 

Luego de las reformas previsional y laboral, el Senado sancionó el paquete legislativo impulsado por el macrismo tras el acuerdo que firmó con 22 provincias y la Ciudad de Buenos Aires, sobre la base de un pacto de responsabilidad fiscal que sería importante que los gobernadores cumplieran, porque este es un riesgo que siempre se corre en la Argentina: que las provincias no cumplan metas y dejen en off side a la Nación.

Si no hay rigor para hacer cumplir lo dispuesto por el nuevo combo tributario, los resultados no se verán. En sí, y como siempre, lo importante es que se cumpla y haga cumplir la ley. Caso contrario, estaríamos en un mismo punto. Actualizado el marco legal, la evasión sigue siendo el enemigo a combatir.

El Presupuesto 2018 fue sancionado por 54 votos a favor y 14 en contra, la reforma tributaria por 52 a 15 y la prórroga del impuesto al cheque por 65 votos a favor, dos en contra y una abstención. Obviamente los votos negativos son del kirchnerismo que rechaza las políticas económicas liberales. Pero es una perlita que la medida que más votos a favor obtuvo fue la de seguir con el impuesto al cheque, un tributo distorsivo si los hay, pero desde que lo impuso Domingo Cavallo como emergencia, todas las administraciones lo prorrogaron, porque es mucho dinero, de rápida recaudación e imposible evasión. 

Del Presupuesto poco hay para decir, siempre ha sido un expediente donde se plantean objetivos, bastante generales y se cumplen los que se pueden. De hecho, en la conferencia de ayer, a horas de aprobarse, ya se reformularon algunos. Pero la reforma tributaria sí viene con modificaciones sustanciales: tiene medidas como la imposición de Ganancias a la renta financiera para plazos fijos, la eliminación de cargas patronales hasta los 12.000 pesos de haberes. En este punto el oficialismo afirma que se están favoreciendo las inversiones a través de medidas directas y la oposición advierte que se está desfinanciando la Anses. Como decimos más arriba, el problema de este déficit perenne no es el importe sino el nivel de evasión. Es allí donde el Estado, del signo que sea, tiene que ser infranqueable.

Estas medidas previstas, que no implican para las empresas grandes bajas en la carga impositiva salvo por los aportes patronales, se encuentran en un escenario de atraso cambiario y las tasas altas. Allí están los otros escollos a sortear. 

Será por eso que ayer en la conferencia pudo advertirse que el equipo económico está virando en algunos aspectos de su camino inicial, por ejemplo, parece haber resignado un poco la lucha contra la inflación a cambio de bajar las altas tasas de interés que frenan la producción y secan de pesos el mercado con la consiguiente recesión.

Apenas se aprobaron las medidas económicas que reclamaron, todo el equipo económico dio esta conferencia de prensa donde anunció cambios en las metas de inflación oficiales. Y es un sinceramiento importante de que las cosas no salieron según lo previsto. El Gobierno había estimado un 25 por ciento en 2016 y terminó siendo casi 41. Y del 17 de este año, terminará en 24 por ciento. Por eso, para no seguir corriendo detrás de un objetivo inalcanzable, decidió correr todos sus cálculos.

Fue el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne quien anunció la modificación de las metas de inflación, acompañado por el jefe de Gabinete, Marcos Peña; el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger; y el ministro de Finanzas, Luis Caputo.

La meta inicial planteada por el equipo económico era de entre 8 y 12 por ciento. Este esquema llevaba al Banco Central a elevar la tasa de interés a 28,75 por ciento, que fue confirmada esta misma semana. Los objetivos para los próximos años: 10 por ciento para 2019 y 5 para 2020. Se corrió todo un año. Porque el objetivo en este caso es garantizar el crecimiento de la economía. 

En tanto, Dujovne dijo que este año se cumplieron los objetivos fiscales y que el déficit primario se ubicó en el 4,1 por ciento del PBI. Adelantó que el año que viene será 3,2, en 2019 de 2,2 y en 2020 1,2 por ciento. Este tema no es menor porque de este déficit dependen la mayoría de las variables de la economía. Respecto del crecimiento pretenden seguir despacio pero sobre seguro y luego de crecer un 3 por ciento este año, el objetivo sea avanzar un 3,5 anual en 2018, 2019 y 2020.

En cuanto a la preocupación que se tiene sobre el alto endeudamiento, se advirtió que la necesidad de financiamiento para 2018 será de 30.000 millones de dólares y bajará a 26.000 millones en 2019. No es muy auspicioso, pero los funcionarios dicen que no es alto para un país emergente. La deuda llega a 28,5 puntos del PBI, y subirá a 37 por ciento y desde 2021 comenzará a descender, según afirman. 

Sturzenegger, el presidente del Banco Central que está bajo la lupa por estar sentado sobre altísimas tasas de interés y es criticado por el resto del equipo económico, dijo que las tasas actuales están determinadas para llegar a una inflación del 10 por ciento en 2018. Y que la decisión de hacer gradual la baja de la inflación los hará relajar la política monetaria, pero no dio muchas precisiones.

Si será sensible el mercado que solo ver al titular del Central insinuar apenas que podría bajarse las tasas, ya generó una nueva disparada del dólar, el minorista escalaba hasta 41 centavos, hasta encontrarse a 19,65. Por su parte, el mayorista también pegaba un gran salto y trepaba 41 centavos, a 18,84 pesos. Ya son 10 días de subas y los exportadores festejan ir dejando el atraso cambiario, mientras el Gobierno mira con interés qué pasará con el efecto “góndola”. Porque el dólar sube y hasta el perejil ve impactado su costo minorista.

 

Macri ya tiene su paquete de reformas aprobado y ahora comienza su gestión económica en estado puro, con sus decisiones, sin lastres del pasado, lo que le permitirá moverse con más comodidad. Pero también será el responsable de los resultados de las apuestas económicas que viene realizando.


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