Editorial

¿Quién gana las Paso?


Podría presumirse que este domingo la lista que más votos obtenga ganaría las Paso, presagiando un triunfo definitivo en lo que será la elección de medio tiempo de octubre. Sin embargo, la respuesta es más compleja, como casi todo lo que sucede en la Argentina, donde la realidad política está fragmentada haciendo más complicado el análisis.

Para poner blanco sobre negro: si gana Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires a Cambiemos, ¿podemos afirmar que ganó el peronismo? En realidad no, porque Unidad Ciudadana es una expresión transversal que incluye a sectores del Partido Justicialista y a otros que no lo son.

Porque es claro que cuando hablamos del peronismo, hay una fragmentación no solo de armado político sino en las ideas de cada sector que dice representarlo. Los gobernadores PJ que se reunieron en Entre Ríos la semana pasada son otra expresión de una liga que no responde a Cristina sino a una visión más ortodoxa del justicialismo. El grupo de Florencio Randazzo con su grupo de intendentes ha sido kirchnerista y hoy no se siente expresado en este “ismo” y decidió construir uno propio. 

En esta condición, en las provincias donde gane el peronismo, tampoco es atribuible al kirchnerismo porque eso es lo que genera esta fragmentación, que el principal partido de la oposición (si se mostrara en unidad es indudable que son la principal fuerza no PRO) represente distintos objetivos, estrategias y propuestas. 

De este modo es difícil analizar qué proyecto es el que pretende oponerse a Cambiemos en esta elección, en términos de peronismo. ¿Debemos tomar como referentes a quienes piensan como los gobernadores del PJ o como los intendentes del Conurbano que apoyan a los K?

El caso de Sergio Massa es distinto porque donde se presenta es Frente Renovador y con sus conflictos internos entre quienes provienen del peronismo, del GEN o de la UCR, van tras un mismo proyecto, el que puede resultar con contornos más o menos definidos, pero es una expresión concreta de objetivos comunes. 

Como Buenos Aires es, históricamente, “la madre de todas las batallas”, las expresiones políticas se concentran allí para sentirse ganadores o perdedores, otorgando a los resultados nacionales (en una legislativa, es claro) menor atención. Sin embargo en esta elección, como Cambiemos tiene más posibilidades de ganar las Paso a nivel nacional que en el resbaloso territorio bonaerense, está intentando que el votante vea los comicios mirando el país como un todo.

En este sentido el macrismo se expresa a través de Cambiemos en todas las provincias y bajo un mismo lema. A su vez, prácticamente no hay expresiones del radicalismo como propuesta independiente. De este modo los votos que logre reunir serán claramente entre quienes optan por apoyar al oficialismo y en este sentido no hay mucho para discutir.

También es una bendición para el oficialismo que el peronismo aparezca fraccionado entre Buenos Aires y las provincias, e incluso que en el propio territorio bonaerense tenga a Cristina por un lado, pero a Florencio Randazzo por otro y el mismo Massa que se ha llevado un lote de dirigentes peronistas por otro.

Aun así, la que aparece más favorecida en las encuestas es Cristina para enfrentar al macrismo en la provincia, claramente en el Conurbano donde se resiste el ajuste de manera evidente porque -no es un secreto- es uno de los sectores bonaerenses donde más se ha hecho sentir los rigores de la crisis económica y las decisiones del Gobierno.

Esta grieta propia que padece el peronismo en su propio amplio abanico movimentista (aparte de la dichosa grieta que existe entre los argentinos), se evidencia en Pergamino también, donde hay tres listas kirchneristas y dos randazzistas y todos se reivindican, a su modo, peronistas.

Más allá de los resultados de las Paso, la fragmentación política del peronismo en todas sus expresiones, un espejo donde se mira prácticamente la mitad de los argentinos, descorre el telón de una situación no menor: en la Argentina desde la gran crisis de 2001 y hasta la actualidad, los partidos políticos no logran estructurar una dirigencia que ha hecho de la “transversalidad”, un atajo para poder ir en una lista o en otra, con prescindencia de proyectos o cuestiones ideológicas.

Ya no se habla de partidos políticos que son, al fin, la base del sistema democrático, sino de “espacios”, “sectores”, eufemismos para no llamarlos rejunte de dirigentes que se unen para tratar de llegar a la meta. Y esta especulación atraviesa a todos, desde el oficialismo hasta los últimos opositores. 

Es un quebradero de cabeza también para analistas políticos (ni que habar para el ciudadano común) saber qué propuestas o que pensamiento mueve a cada lista de postulantes, porque al fin dentro de esos “rejuntes” que ahora llamamos “espacios” se suman dirigentes que no tienen, muchas veces, un mismo objetivo político.

La Argentina en algún momento deberá retornar a la lógica democrática de los partidos políticos, basados en ideas fuerza, con propuestas concretas, más ideas y menos eslogan de campaña debieran verse en los períodos electorales como el que estamos atravesando. 

 

Al fin, si la política no se basa en las ideas, debiéramos concluir que es solo un negocio para los candidatos y esa posición es muy peligrosa para la democracia.


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