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Pasaron 65 años de la guerra entre las dos Coreas y medio siglo del brutal enfrentamiento de Vietnam, ambos episodios en territorios en las penínsulas asiáticas pero con dos protagonistas tras bambalinas, Estados Unidos y Rusia.
Desde entonces, como veremos, ambas potencias han estado detrás de sus aliados en Asia, solo que la suerte de las naciones del eje comunista ha sido errática en función de los vaivenes económicos de la antes Unión Soviética. No obstante, la carrera armamentista nunca se detuvo, incluso a costa de la hambruna del pueblo.
En todo este tiempo, los sucesivos presidentes de Estados Unidos han negociado con idas y venidas para resolver las enormes tensiones que quedaron entre Corea del Norte y Corea del Sur, con las implicancias que ha tenido para estos pueblos vecinos el tener economías y desarrollos diametralmente opuestos.
Finalmente, fue el controvertido Donald Trump el que al fin logró el encuentro con su par norcoreano, hoy al frente de una nación sumida en la pobreza pero con el mayor potencial nuclear posible. Con esta cumbre se ha, al menos, postergado la crisis más urgente en el mundo.
El presidente Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong-un se vieron las caras, un hecho histórico sin dudas, aunque se quedaron cortos en el tipo de acuerdo, donde hay algunas promesas algo vagas como veremos, respecto del seguimiento que de hace décadas hace Estados Unidos de las armas nucleares de Corea del Norte.
Trump, que en realidad no se priva de nada, se alabó a sí mismo, por firmar un pacto “abarcador” con Kim, que allana el camino hacia la desnuclearización, aunque los límites parecieron bastante difusos en comparación con los acuerdos de sus predecesores, aclaremos: todos fallidos.
Más que una declaración detallada el documento se parece a una nueva declaración de principios y un acuerdo para seguir conversando. Y además, Trump hizo concesiones drásticas a Kim en el acto, acerca de las cuales, sus asesores lo habían presionado en contra, incluyendo un alto en los ejercicios militares “provocadores” de EE.UU. – Corea del Norte y una admisión de que podría tener la voluntad de retirar las tropas estadounidenses de Corea del Sur en el futuro. Kim se comprometió a “completar la desnuclearización de la península de Corea”. Trump dijo que el proceso comenzaría muy pronto, y agregó que una vez que comience, “estará prácticamente terminado”. ¿Se puede creer en la palabra del norcoreano? Si nos remitimos al pasado no es fácil tener confianza en una dinastía que le ha mentido a occidente un día y al otro también.
En su acuerdo de abril con el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, los términos fueron similares, con los dos prometiendo alcanzar una “península de Corea libre de armas nucleares a través de una desnuclearización total”.
Para estar seguros, el hecho de que Norteamérica y Corea del Norte ahora estén en términos de conversaciones, con una muestra de relación entre los líderes, augura una disminución de las tensiones que probablemente reduzca las probabilidades de una confrontación nuclear en el corto plazo. Más de eso no podemos asegurar.
Los norcoreanos y los estadounidenses también decidieron mantener más conversaciones y probablemente otra cumbre privada entre los líderes, un reconocimiento de que la cuestión no se resolverá en un solo día.
Para hacer un repaso de las últimas décadas, la importancia de la cumbre que logró Trump, se explica por el pasado. El presidente Bill Clinton alcanzó un acuerdo de cooperación para desarme en 1994 que paró la producción de plutonio de Corea del Norte durante 8 años, deteniendo el crecimiento en lo que entonces era un arsenal atómico muy pequeño. En sus últimos meses en la presidencia, también contempló una cumbre con el líder norcoreano de ese momento, Kim Jong Il, el padre de Kim Jong-un, pero se quedó sin tiempo al terminar su mandato. George W. Bush tomó una postura más dura hacia Corea del Norte y en 1994, el acuerdo nuclear colapsó entre sospechas de que el norte estaba llevando a cabo un programa secreto con uranio. Pero Bush, también, finalmente buscó las negociaciones. Esto llevó a una inhabilitación temporaria de algunas plantas nucleares, aunque las conversaciones colapsaron debido a las diferencias sobre la verificación. El presidente Barack Obama hizo esfuerzos tentativos por retomar esas conversaciones aunque hizo pocos avances.
No es sencillo lograr acuerdos, porque baste recordar lo que fue la guerra librada de 1950 a 1953 entre la República de Corea (o Corea del Sur), apoyada por las fuerzas armadas de varios países comandados por Estados Unidos, contra la República Popular Democrática de Corea (o Corea del Norte), apoyada por la República Popular China y la Unión Soviética. Las grandes potencias drenaban sus conflictos con la sangre de los vietnamitas, esta es la realidad.
Cinco años antes, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y la Unión Soviética habían acordado dividir Corea en dos, trazando la frontera en el paralelo 38, quedando el norte a cargo de la Unión Soviética y el sur a cargo de Estados Unidos. Cada superpotencia supervisó en su área respectiva, la constitución de dos nuevos estados que quedaron bajo sus respectivas órbitas: la República Popular Democrática de Corea en el norte y la República de Corea en el sur. Y ese fue el germen de un conflicto manejado desde las potencias en la sufrida península de Corea a la que dejaron, en principio en la ruina.
Al fin, podemos considerar que la guerra constituyó uno de los episodios tempranos de la Guerra Fría. Con más de 3 millones de civiles muertos y casi el 15 por ciento de la población del norte diezmada. Lo que constituye una de las guerras más sanguinarias de la historia.
