Editorial

Un papelón más de nuestro Parlamento


Cuando hablamos de lograr mayor calidad institucional, no hacemos un cargo directo a un sector político, como podría ser el oficialismo por ser la fuerza mayoritaria; también le cabe a la oposición ser custodio y promotor de ese mejoramiento, saneamiento y puesta en valor de nuestras instituciones. Las que están maltrechas, no generan confianza en el ciudadano y, peor aun, funcionan en muchos casos con total desapego a la ley. La misma que el hombre de a pie debe cumplir so pena de tener sanciones según sea el caso.

Y hablamos de oficialistas y opositores porque donde se ve el accionar conjunto de todos los espacios es en el Parlamento, donde más de una vez se han generado escándalos, donde una vez hace años se votó una privatización con un diputado “trucho”, donde muchas veces hemos visto a la oposición -literalmente- a los legisladores escondidos detrás de los cortinados esperando que se genere el quórum propio para recién sentarse en las bancas. El mismo Parlamento donde se han transado apoyo a normativas a cambio de beneficios.

Y aunque ya hemos visto todo esto, siempre logran sorprendernos con alguna nueva maniobra que compromete a oficialistas y opositores que, a estas horas tienen diálogo cero, si es que en alguna época del año logran algún consenso esporádico.

Se realizó el miércoles la ceremonia de jura de dos nuevos representantes de la Cámara baja en la Auditoría General de la Nación. Como el recambio parlamentario se realizará luego del 10 de diciembre, con la consiguiente modificación de las proporciones, estalló el conflicto. No es que el kirchnerismo pierda su mayoría propia, pero sí tendrá enfrente un oficialismo que puede venir con votos asociados en ciertas cuestiones, especialmente cuando se trate una propuesta de origen K. 

El oficialismo logró el quórum y el apoyo necesario para poner en esos puestos a dos jóvenes de La Cámpora, Julián Alvarez y Juan Forlón. A sabiendas de que la mayoría actual impondría su peso, la oposición optó por no sentarse en sus bancas y adoptó una postura que, aunque no cambiaría el rumbo de la estratégica designación, mostró un costado poco republicano y democrático de su parte. Además de tan carente de ética como tantas veces se le endilga al oficialismo: mientras Julián Domínguez les tomaba jura a los nuevos delegados, los opositores, mayormente radicales, les gritaban “truchos” a los jóvenes desde los pasillos y alas del recinto. Incluso en la foto que publicó el diario La Nación se ve en las cercanías de las bancas gritando a Héctor María Gutiérrez, junto a otros opositores. Es decir que así como unos no tuvieron la ética, el respeto y el sentido común de reservar la aprobación de los nombramientos de quienes ejercerán en los próximos años ante la AGN para quienes efectivamente estarán en ese lapso en el Congreso, tampoco los otros se atuvieron a su función de defender la voz de sus representados desde el puesto para el que fueron votados.

Dicho esto, de más está aclarar que se trata de una de las tantas vías que está buscando el Gobierno para que a su salida no le caiga el peso de la Justicia a sus funcionarios con causa y para que, en lo posible, no se investiguen nuevas. Lo viene intentando sin éxito desde hace tiempo con la Suprema Corte, y ahora fue por la Auditoría.

Consumada la jura, ahora los legisladores opositores analizan una vía de anularlas. Primero hablaron de recurrir a la Justicia, pero finalmente se han propuesto aguardar y derogarlas en diciembre, cuando la composición parlamentaria les sea más favorable. En síntesis, de análisis, acuerdos, consensos, buscando el bien común y la legitimidad, nada. Todo en nuestro Congreso se define numéricamente, sin perjuicio de lo que se esté votando, salvo contadas excepciones (esas son, excepciones y no regla), generalmente en las que prima la objeción de conciencia como el aborto o la llamada muerte digna. Ni siquiera al alzar la mano pesa la real conveniencia de los habitantes de la región de procedencia de nuestros diputados y senadores. Todo va por obediencia debida partidaria. O el propio interés, porque hasta es dable pensar que a más de un diputado oficialista le conviene la entrada de estos jóvenes camporistas y no otros para protegerse de investigaciones, aunque ello implique avalar una toma de juramento reñida con la ética por tu extemporaneidad.

El tablero electrónico marcó el resultado de la votación: 128 votos afirmativos, 53 negativos y 25 abstenciones de modo que se pudo hacer la jura con visos de legalidad. Del mismo modo que hubiera ocurrido posiblemente si la oposición se sentaba en su puesto, aunque con más dignidad. Ahora continúan esta pelea por fuera del Parlamento, ya que esta irregularidad fue denunciada como el caso terminará en la Justicia aún es pronto para decirlo.

Los dos nuevos representantes ante la AGN son dirigentes de La Cámpora: Julián Alvarez, que se desempeñaba como viceministro de Justicia y, Juan Forlón, como presidente del Banco Nación, respectivamente. Juraron como representantes del bloque mayoritario en la Cámara de Diputados y tienen mandato hasta 2023.  El lugar de la minoría en Diputados quedó sin designar.

De todos modos, aún si triunfa Mauricio Macri y no Daniel Scioli, el Frente para la Victoria conserva la mayoría en la Cámara de Diputados como para haber hecho los nombramientos después. El apuro quizá se debió a que Cristina Kirchner quiso quedarse tranquila respecto de quiénes se elegía y no dejarlo en manos de los nuevos legisladores y sobre todo, no en manos de Daniel Scioli, si gana el FpV.

La Auditoría tiene siete integrantes: otros tres designados por el Senado, cuyo mandato vence el año que viene, y un presidente, que le corresponde al principal partido de la oposición, para cuyo nombramiento habrá que esperar hasta después del ballottage. Si ganara Daniel Scioli, tendría cuatro miembros, igual que ahora. Si triunfara Mauricio Macri, pasaría a tener cinco de siete lugares, incluida la presidencia, hoy en manos del radical Leandro Despouy.

¿Quién tiene la razón en este caso?

La oposición sostiene que debería haberse esperado hasta el recambio legislativo, dado que la ley de administración financiera, que rige la actuación de la Auditoría, dice que los nombramientos deben hacerse “observando la composición de cada cámara”. Y argumentan que la composición quedará definida recién el 10 de diciembre. El Frente para la Victoria replica que los mandatos están vencidos desde septiembre y que el deber de la Cámara baja es subsanar esa situación lo antes posible. Ahí surge el segundo punto de discusión. La oposición responde que los mandatos vencen el 15 de diciembre. Lo cierto es que los auditores actuales, los peronistas Oscar Lamberto y Vicente Brusca, y el radical Horacio Pernasetti, ejercieron sus funciones hasta ahora.

Para más conflicto,  el tema se incluyó en la sesión extraordinaria fuera del orden del día, algo no contemplado en el reglamento. El oficialismo argumentó que se había anticipado el tratamiento de las designaciones, durante la reunión preparatoria de la sesión, en la que el Frente para la Victoria accedió a incorporar cinco proyectos planteados por la oposición. De modo que todos terminaron cometiendo irregularidades, tal el estilo de nuestras cámaras legislativas y después la Justicia se ve envuelta en dificultosos procesos en las que es muy difícil saber quién tiene la razón.

Un papelón más de nuestro Parlamento.


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