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LA HABANA, (AFP-NA) - El nuevo presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, descartó ayer la aplicación de una “terapia de choque” como parte de las reformas económicas en la isla socialista, iniciadas en 2011 por su antecesor, Raúl Castro. “Nunca aplicaremos las conocidas terapias de choque que solo afectan a los más necesitados”, dijo el nuevo gobernante cubano, durante la inauguración del trigésimo séptimo período de sesiones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en La Habana.
El sucesor de los hermanos Fidel y Raúl Castro aseguró que el proceso de actualización del modelo económico de la isla (reformas) seguirá “regido por la premisa inviolable de no dejar a ningún ciudadano desamparado”. Díaz-Canel descartó así la aplicación en la isla de medidas económicas drásticas, de corte neoliberal, como el recorte de gastos sociales y subsidios estatales y la privatización a gran escala de empresas y servicios públicos. “Pese a las dificultades que enfrenta la economía cubana, muy particularmente debido al recrudecimiento del bloqueo impuesto (por Estados Unidos) en casi seis décadas, seguiremos enfocados en las metas de desarrollo fijadas”, adelantó Díaz-Canel.
Estados Unidos aplica un bloqueo a la isla desde 1962, que le ha costado a Cuba unos 130.000 millones de dólares, recordó en su discurso de apertura este martes la propia Alicia Bárcena, jefa de la Cepal, una de las cinco comisiones de la ONU para la zona.
Bárcena aseguró que acompañarán y apoyarán la implementación de los lineamientos del modelo económico cubano. “Cuba ensaya caminos propios de cara a los brutales costos humanos que ha supuesto durante más de 50 años la imposición de un bloque en curso”, agregó Bárcena.
La isla trabaja para actualizar su modelo económico de corte soviético, un plan que contempla una mayor apertura a inversiones extranjeras y a la promoción de negocios privados. Estos últimos representan el 12% de fuerza laboral del país. El plan de Cuba trazado hasta 2030 ha sufrido algunos retrasos, según han reconocido las propias autoridades. Una de las prioridades es la unificación de las dos monedas que circulan en la isla desde hace más de dos décadas y las tasas de cambio preferenciales, una situación que genera distorsiones en las mediciones económicas.
