Perfiles pergaminenses

Héctor Saranittes: la responsabilidad de llevar adelante un negocio que es marca registrada


 Héctor “Chocho” Saranittes en su bicicletería (LA OPINION)

'' Héctor “Chocho” Saranittes, en su bicicletería. (LA OPINION)

La bicicletería que era de su padre y en la que trabajó con sus hermanos, tiene 80 años de historia. Generaciones de pergaminenses la conocieron y en el ciclismo la bandera de esa firma siempre estuvo en alto. De generación en generación, lo que queda es la experiencia y una forma de hacer que sigue haciendo de ese comercio un líder en su rubro.

Toda la vida de Héctor Domingo “Chocho” Sarani-ttes transcurrió en torno al universo de las dos ruedas. El primer recuerdo que tiene de su infancia y la última vivencia de su presente están asociadas a la bicicletería que fundó su padre Domingo hace 80 años. Funciona en la esquina de Bartolomé Mitre y 9 de Julio y el sello Saranittes es marca registrada. “Tengo 57 años y no recuerdo otro lugar que no sea este y otra actividad que no sea esta porque toda mi vida transcurrió aquí, entre las bicicletas”.

“Chocho” tiene innumerables anécdotas y con orgullo se define de profesión “bicicletero”. Por el negocio pasaron ciclistas reconocidos y aficionados. A todos por igual los atiende con dedicación y pasión. Ama lo que hace y toma la referencia de su padre para desarrollar su tarea cotidianamente.

Lleva el sobrenombre que lo identifica desde muy chico “jugando en la vereda de la bicicletería con los mellizos Pochat nos empezamos a poner sobrenombres, a mí me empezaron a decir ‘Chocho’ y así quedó el apodo con el que me conoce todo el mundo”, cuenta cuando comienza la entrevista que se desarrolla en una de las oficinas de su comercio. “Nací acá, aquí pasé mi infancia, mi juventud y toda mi vida. Este era el local de mi papá y nuestra casa quedaba arriba”, refiere y comenta que durante muchos años llevaron adelante el negocio en sociedad con sus hermanos Miguel Angel y Carlos Antonio. Más tarde la sociedad se disolvió y cada uno tomó su camino laboral.

“Al principio trabajamos en sociedad con mi papá, él había arrancado solo, después comenzó mi hermano mayor, más tarde yo y luego mi otro hermano cuando dejó la facultad”, refiere en una cronología que los mantuvo siempre unidos en torno a la empresa familiar. “Estuvimos juntos hasta 2005 en que disolvimos la sociedad y cada uno tomó su camino, yo me quedé con este negocio continuando una tradición familiar”.

El recuerdo de Domingo, su padre, está presente en varios momentos del relato, en la sonrisa que se le dibuja a “Chocho” en el rostro cuando lo recuerda y en las muchas anécdotas que guarda de tantos años de vida compartidos. “Mi papá arrancó en San Martín y 9 de Julio y después compraron esta esquina y nos instalamos acá. Yo tenía apenas unos meses, así que la única referencia que tengo es esta esquina.

“El negocio tiene 80 años y en este local llevamos 57”, señala. Otra impronta fuerte es la de su mamá Delia Irma Panza, que falleció con 92 años, el pasado 23 de octubre. “Fue una mujer increíble, muy compañera de mi padre y nuestra, siempre bajaba al negocio para estar con nosotros. La casa familiar estaba arriba”.

 

Un orgullo

Asegura que trabajar en familia “es una experiencia que enriquece. Es muy lindo trabajar en un negocio con tanta tradición familiar, empezamos bien de abajo y fuimos progresando. Es un orgullo y una responsabilidad”.

Cuando recuerda los primeros peldaños del funcionamiento comercial, “Chocho” hace referencia a la cultura de trabajo de su padre y a la colaboración incondicional de sus hermanos. “Mi hermano mayor tenía una representación de cubiertas y cámaras Imperial Cord y las distribuía en la zona. Era una forma grande, nosotros vendíamos hasta La Pampa, teníamos cinco camioncitos Mercedes 608 y distribuíamos bicicletas, repuestos y las cubiertas de esa marca”, comenta.

 

El presente

Héctor comenta que la dinámica del negocio ha cambiado mucho con los años. “El país ha cambiado y el mercado”, afirma. Mirando hacia el pasado señala que antes se vendían muchas bicicletas porque todo el mundo las utilizaba hasta para trabajar. “Aparte nosotros armábamos con la marca Saranittes, eso se fue perdiendo, hasta el cuadro armábamos, después eso lo dejamos de hacer porque era difícil tener tanta gente, eran muy grandes los gastos fijos así que nos achicamos pero seguimos vendiendo y de algún modo siendo líderes en el rubro, digamos que fuimos adaptando la actividad a los nuevos tiempos”.

En el presente reconoce que “hay un resurgimiento de la actividad” y se lo atribuye al cicloturismo y también a la recomendación de los profesionales médicos que recomiendan andar en bicicleta porque es una actividad saludable. “Esto ha hecho que la actividad repunte un poco, hay mucha gente que se acerca porque quiere arrancar con la bicicleta y nos pide asesoramiento ya que nosotros tenemos de toda gama, desde la más barata hasta la más cara”.

Observa con alegría ese “volver a la bicicleta” y disfruta de ver cómo la gente en su tiempo libre elige ir al Parque o al circuito a pedalear.

 

Cerca del ciclismo

La familia Saranittes siempre estuvo cerca del ciclismo, Domingo, padre de Héctor fue no solo el hacedor de este negocio sino un “ciclista rutero” de los más reconocidos. “En aquel tiempo hacían Buenos Aires-Pergamino o Rosario-Pergamino”.

“Siempre tuvimos relación con los ciclistas profesionales y ayudamos al ciclismo. Mi padre lo hizo siempre y tuvo equipo de ciclismo. Yo también fui corredor, formaba equipos y la firma Saranittes bancaba el equipo”, comenta y en ese punto se detiene sobre experiencias por distintos circuitos. “Ese equipo hoy no existe más pero existió durante muchos años y quedan muchas vivencias. Todo era muy lindo, se compartía mucho entre amigos, viajábamos, contábamos anécdotas, era muy lindo que llegara el domingo para ir a correr y traer buenos resultados para Pergamino. Un primero o segundo puesto siempre estaba, siempre entrábamos entre los diez primeros y ese era un orgullo para el equipo y para nosotros personalmente”.

Según refiere “Chocho” lo acompañaban en aquel equipo: José Luis Constantino, José Luis Franco, Javier Herrera, Rubén Molins y Julio Pérez. 

“Yo corrí durante 25 años, hoy ando en bicicleta por hobby, para disfrutar y sentirme bien. No sé si más adelante vuelva a las pistas, no lo descarto”, agrega, aunque aclara que aún hoy sigue de cerca la actividad ciclística local. “Colaboramos con el ciclismo con un equipo de chicos de Pergamino, pibes jóvenes a los que les damos una mano”.

 

Sus afectos

En el campo del ciclismo, en las dinámicas de la vida privada y en el negocio “Chocho” Saranittes ha sabido cosechar afectos incondicionales. “Cuando salgo a pedalear al Parque me encuentro con un montón de amigos. Una vez al mes tengo una peña con compañeros del secundario egresados de la promoción 1975.

“El resto del tiempo se lo dedico a mi familia y al negocio que demanda tiempo”.

Desde hace 27 años está casado con Graciela Sabaté, docente en actividad que adoptó a Pergamino cuando se unieron en matrimonio, ya que ella vivía en San Isidro. “Nos conocimos porque su hermana estaba acá y ella la venía a visitar, a través de amigos en común un día coincidimos en una cena, empezamos a salir y allí nació todo. Estuvimos dos años de novios, una vez iba yo a San Isidro y otra vez venía ella para acá hasta que nos casamos”, relata. Tienen dos hijas: María Eugenia (24), profesora de Matemática y  Sol Ariana (16) que va al Colegio Nuestra Señora del Huerto.

Su hija mayor en los ratos libres colabora con el negocio así que “seguimos trabajando en familia”.

Cuando habla de la rutina laboral destaca la fidelidad de la clientela. “Siempre nos respondió, esta es una firma tan tradicional y tan antigua que la gente a ojos cerrados, pregunta por una bicicletería en Pergamino y de inmediato el nombre que le viene a la cabeza es Saranittes”. 

“Eso no quiere decir que seamos los que más trabajamos, porque hay otras y todas trabajan, pero sí es una tradición”, aclara con modestia, aunque sabe que con 80 años de historia este comercio es ya “una marca registrada” que tiene “un montón de historia”.

Asegura que la familia fue clave en todas las etapas del negocio y de la vida. “Miguel mi hermano arrancó con mi papá y fue clave en los comienzos; después empecé yo y más tarde se sumó Carlos. Cuando disolvimos la sociedad cada uno tomó su camino, Miguel se dedicó a otra cosa, pero sus hijos Leandro y Mariela, siguieron en el rubro y tienen la bicicletería en Prudencio González y San Luis. Tenemos muy buena relación, también con Diana, la hija de mi hermano Carlos, que está en Buenos Aires estudiando periodismo”.

 

Una cultura

Haber podido sostenerse en la actividad y seguir llevando en alto ese emprendimiento, es un orgullo y una responsabilidad. “Mis hermanos ayudaron mucho. Mi padre fue un hombre que nos encaminó muy bien, fue una persona trabajadora que a los 12 ó 13 años ya conocía el oficio. Eso se transfiere de generación en generación y desde chicos nosotros supimos lo que era la cultura del trabajo”.

El recuerdo de su padre vuelve a irrumpir en la conversación. Quizás porque todas las paredes del negocio tienen su impronta y la forma en que se lleva adelante la tarea, su legado. “El empezó  trabajando en Casa Gullo que era armería y bicicletería, luego se puso por su cuenta. Arrancó con mi mamá, atendían todos los comercios del centro, casas como Dinardo, el ‘Chic Porteño’, las farmacias, todo lo que era el comercio de aquella época, él le atendía la bicicleta. Se quedaba hasta las doce de la noche para terminarles la bicicleta a esa gente para que al otro día el cadete tuviera la bicicleta.

“De mi padre aprendí lo mejor, era una persona muy buena, agradable, muy compañero. Yo todo lo conversaba con él que me apoyaba mucho”.

En este momento de la conversación, menciona a un colaborador incondicional de su padre que fue para “Chocho” como “un segundo papá”: “Cholo” Novarese. “El también está fallecido, pero fue muy importante en nuestras vidas. Para mí fue como un segundo padre. Empezó a trabajar con mi papá de pantalones cortos y estuvo 45 años con nosotros. Era quien me preparaba la bicicleta de carrera, la tocaba él y nadie más, yo empecé a correr cuando tenía 12 años”.

 

Pasado, presente y futuro

En la historia de vida de “Chocho” pasado, presente y futuro conviven de manera armoniosa. Quizás porque desde chico abrazó una pasión y hace lo que le gusta. Mientras transcurre la charla, en el negocio es incesante el paso de gente que lo trata con afecto. Vienen a comprar bicicletas o repuestos. Llevan sus bicicletas a arreglar. Los atienden su hija o su empleado: Horacio Vío, una persona incondicional que trabaja en la atención de las bicicletas de competición y en la reparación de las comunes.

“Acá está toda mi vida. El recuerdo de mi padre y de mi madre, a quienes con mis hermanos acompañamos hasta el último día de sus vidas y hoy tratamos de seguir sus pasos”, destaca con emoción y deja entrever un anhelo: “Ojalá mis hijas puedan seguir los míos”.

Prefiere no pensar en la vejez pero la imagina como una etapa para disfrutar del camino recorrido. “Nunca me imaginé haciendo otra cosa porque nací acá, donde todo giraba y gira en torno a las bicicletas y al ciclismo. Nunca me imaginé haciendo otra cosa que no fuera ser bicicletero”, concluye con orgullo.


Otros de esta sección...
BuscaLo Clasificados de Pergamino y su región
Buscar en Archivo
Tapa del día
00:00
15:42
Errores:  0
Pistas:  38

Tu mejor tiempo:
12:07
Registrate o Ingresá para poder guardar tus mejores tiempos.

Nueva Partida
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Editorial
Funebres
Perfiles Pergaminenses
Lejos del pago
Farmacias de turno

LO MÁS LEÍDO