Perfiles pergaminenses

Juan Andrés Terzaghi: una rica historia de vida marcada por la militancia social


 Juan Terzaghi participó en espacios de los trabajadores y sus derechos (LA OPINION)

'' Juan Terzaghi participó en espacios de los trabajadores y sus derechos. (LA OPINION)

Abrazó desde temprano las raíces de la social democracia y se define como peronista. Ocupó cargos de representación que llegaron como consecuencia de su participación en distintos espacios. Está jubilado del Ministerio de Trabajo y coordina una Cátedra Libre en la Unnoba donde se tratan temas vinculados al derecho de los trabajadores: su causa.


J

uan Andrés Terzaghi es un hombre de convicciones políticas definidas. Es de esos relatos de vida atravesados por la historia de la militancia y la política. Tiene 74 años. Nació en Pergamino el 6 de octubre de 1942, en el viejo Hospital Ferroviario y vivió en la zona del Centro. Tuvo una infancia que recuerda feliz. “Mis padres vivían en San Martín, entre 25 de Mayo y San Nicolás”. Su madre, Josefa Vicens tenía la peluquería llamada “Salón Rosa de Belleza”, un lugar en el que se atendían muchas mujeres de la sociedad de entonces. Su padre, Emilio, tenía aserradero. “Vengo de una familia de  trabajadores, fuimos tres hermanos: Hugo, Eduardo y yo”, cuenta en el inicio de la entrevista que se realiza en un espacio donde hoy desarrolla su actividad: la Unnoba.

Fue a la Escuela Nº 1 y al Colegio Nacional. Tanto de su trayectoria escolar como de su niñez guarda los buenos recuerdos. 

“Los chicos del barrio jugábamos al fútbol  en un baldío”, cuenta y menciona a algunos vecinos de entonces: Daniel Godachevich, Carlos Trincavelli, Pedro Novello, Pedro Ludueña, Armando Ludueña, “Chuzito” González, entre otros. “La pasé muy bien, teníamos un grupo maravilloso”.

Menciona su paso por el club Comunicaciones donde jugó al basquetbol y el Club Racing donde incursionó en el fútbol.

Desde niño supo sortear la adversidad, primero fue un problema de salud que lo afectó a los tres años y en la adolescencia un acontecimiento trágico que lo marcó y al que prefiere no referirse. Asegura que en todas las circunstancias de la vida el afecto de los suyos consiguió transformarse en pilar y siempre salió adelante. Tiene la mirada de los hombres que han sido testigos y protagonistas de diversos acontecimientos y tanto en la órbita personal como política, lo han definido como un “militante de las causas justas”. Se inició en la actividad política siendo un estudiante secundario. Abrazó las ideologías de la social democracia y se define “peronista”.

Cuando finalizó el Colegio Nacional se fue a Buenos Aires y allí comenzó a trabajar en un estudio jurídico hasta que le tocó el Servicio Militar. Fue desertor, lo que le valió luego estar en la conscripción más de catorce meses, en el Regimiento Nº 3 de Infantería de La Tablada. “Fue muy dura esa experiencia, en 1963, cuando se produjo el último golpe de los colorados y los azules y nos tocó intervenir”, señala, lo que lo llevó a Punta Indio. “Aún recuerdo los bombardeos, y creo que desde entonces comencé a ‘odiar’ a los militares por la indignación que me provocaba el ver chicos muertos y a los oficiales correr una carrera a la cámara refrigerante donde guardaban las pieles las mujeres de los oficiales de Marina”.

A su regreso volvió a Pergamino. Entró a trabajar con el contador Vega y después ingresó a Productores de Semillas Selectas Cooperativa Limitada. Allí trabajó con el ingeniero Pantoja Velazco hasta que le ofrecieron entrar en Eslabón. “En Junín se había abierto un depósito y me mandaron a trabajar allá. Me establecí para hacer un reemplazo y estuve diez años”.

Define aquella como “una época complicada del país porque se imponía la dictadura militar”.

Por diferencias con quienes tomaron la conducción de Eslabón, tras el fallecimiento de Pablo Nicolari, se fue a trabajar a Terrabussi. “Estuve 9 meses y aparentemente hubo alguna información de los servicios y me pidieron la renuncia antes que desapareciera”, relata este hombre que también había militado en la Alianza Popular Revolucionaria.

En ese contexto tan complejo del país, nadie le quería dar trabajo en Pergamino, así que emprendió camino a Buenos Aires, luego de que un amigo le informara que la Policía había estado preguntando por él. “Creo que ese gesto y la mano que me tendió Carlos Custer que me dio refugio, me salvaron de ser un desaparecido”.

Confiesa que tuvo miedo. “Era andar por la calle mirando si venía un Falcon y desconfiar de cualquier movimiento que uno pudiera sospechar como raro. No me tocó vivir la situación de estar torturado o preso, pero muchos compañeros fueron víctimas de ese proceso atroz”, refiere y asegura que “eso deja secuelas”.

“Un día cuando ya se había instalado la democracia, venía viajando en micro y me tocó sentarme al lado de un estudiante del Colegio Militar que traía puesto el uniforme y lo llamé al chofer para pedirle que me cambiara de asiento porque creí que iba a descomponerme”, relata en una anécdota que revive las sensaciones de entonces.

La militancia

Se había iniciado en la actividad política siendo estudiante. “A los 15 años yo era presidente del ateneo de estudiantes secundarios de Pergamino. En esa ápoca había una militancia muy fuerte de las agrupaciones estudiantiles, creamos la Federación de Estudiantes Secundarios de Pergamino, nosotros éramos los social cristianos, y del otro lado estaban Bonet y Pujals, que eran miembros del movimiento reformista, con quienes discutíamos ‘a muerte’ pero terminábamos tomando café en el Roma que era el lugar de encuentro”. En la militancia conoció a mucha gente, varios de los cuales desaparecieron durante el proceso militar. Otros son dirigentes conocidos.

 

El Ministerio de Trabajo y ATE

Con el regreso de la democracia, compañeros correligionarios le proponen el ingreso al Ministerio de Trabajo de la Nación. Comienza a desempeñarse allí en 1984. “Eso coincidió con la época en que se abría en Pergamino la secretaría del Ministerio de Trabajo de la Provincia.  Muchos se pasaron a trabajar allí y a mí me dieron el traslado para venir a la ciudad, a trabajar en la dependencia que funcionaba en el cuarto piso del Edificio Azul.

“Pero por entonces en La Plata había elecciones en ATE Nación. Había una lista que integraba Víctor De Gennaro, Carlos Custer y Noelia Sánchez. Yo a la mañana trabajaba en el Ministerio y por la tarde me iba a ATE a ayudarlos. Cuando me trasladan a Pergamino comencé a  organizar el grupo para conformar la seccional local de ATE. Me encontré con Hugo Figueredo y Alejandro Ragio, dos excelentes compañeros. Empezamos a trabajar, a los seis meses éramos 50, y  cuando fuimos 150 afiliados convocamos a Víctor De Gennaro para que viniera a reunirse con los trabajadores. Fue él quien me convocó para que me fuera a La Plata para organizar ATE Provincia”.

Fiel a sus convicciones, tomó el desafío. “Me fui por seis meses y estuve cinco años”. Recuerda de aquella época ricas vivencias de representación política en espacios de decisión. “Ganamos elecciones, nos tocó derrotar a un grupo comandado por Barrionuevo y representamos a ATE ante el Ministerio de Economía, discutíamos muy fuertemente por los derechos de los trabajadores. Formé parte de la Comisión Unica de Transformación del Estado”.

Las anécdotas de su militancia sindical son infinitas. Las cuenta con la misma pasión que vivió cada acontecimiento que forma parte de la historia reciente del país. “En un momento tuve que hacerme cargo de la secretaria general de ATE Provincia de Buenos Aires, en el primer consejo provincial del gremio”, agrega. Y menciona que en 1987 tuvo la posibilidad de viajar a Venezuela, a la Universidad de los Trabajadores de América Latina, una experiencia que recuerda provechosa.

 

La experiencia Constituyente

“En 1994 gente de Pergamino me fue a ver para integrar la lista del Frente Grande para la Convención Constituyente de la Reforma de la Constitución de 1994. Yo encabecé esa nómina para la segunda sección electoral”, cuenta en lo que significó para él una rica experiencia de participación que le valió una fuerte discusión con Víctor De Gennaro porque se tenía que volver. “Pedí licencia hasta el fin del mandato y al final fue Víctor quien terminó haciéndome los afiches. Esa era nuestra forma de discutir, siempre terminamos trabajando juntos.

“Salimos electos. En Pergamino le ganamos al radicalismo, me fui a la Convención, me reencontré con muchos compañeros y conocí a importantes referentes que hoy tienen mucha trayectoria. Dimos una ardua lucha fruto de la cual logramos incluir cuestiones cruciales vinculadas a los derechos de los trabajadores. Me eligieron presidente de la Comisión de Derechos Sociales. Sacamos los artículos 37 y 39 que eran fundamentales. Había mucho espacio para esa tarea porque prácticamente no existían derechos de los trabajadores”.

Finalizada esa experiencia volvió al Ministerio de Trabajo y el “Pato” Besone, a quien define como un amigo, le encomendó hacer inspectorías en la región.

 

La función pública

En 1999 estaba en la Alianza, y el intendente Gutiérrez le ofreció la dirección de Acción Social, cargo que asumió y que desempeñó hasta 2002. “Me sentí orgulloso de ser parte de un equipo de trabajo sobresaliente. Impulsamos muchos proyectos, entre ellos Manos Unidos para la Panadería  y las cooperativas de desocupados. Fue un grupo de lujo ese gabinete social”,  afirma y menciona entre otros a  Milka Bojanich, Yanet Liló, Adriana Torriggino, Guillermo Gutiérrez, Rubén Fernández y Carlos Comité.

 

La Universidad 

Cuando salió de la gestión volvió al Ministerio y comenzó a realizar cursos en la Unnoba. Allí conoció a Guillermo Tamarit, actual rector de la casa de estudios que por entonces fue su profesor en un curso de Historia. “Tuvimos una gran simpatía de entrada porque me manifesté peronista en un grupo de radicales y eso nos valió una rica relación. El se divertía muchísimo con nosotros porque las discusiones estaban garantizadas”.

Años más tarde fue Tamarit quien lo convocó para armar una cátedra libre. Fue así que nació: “Historia, Memoria y Capacitación de los Trabajadores”. Se establecieron acuerdos con las principales centrales sindicales y es un ciclo de formación que se sostiene en la actualidad.

 

Su familia

Su vida familiar se organizó a la par de la actividad política. Se casó en 1965 con María Cristina Asso, una docente que supo acompañarlo en cada una de las luchas. Tuvieron tres hijos: Alejandra, Andrés (casado con Marisa Anías) y María Mercedes (fallecida). Sus nietos son: Facundo, Renzo, Josefina y Martina. Asegura que la pérdida de una de sus hijas fue una de las experiencias más duras que le tocó atravesar. “Fue demoledor. Uno no se recompone nunca más. Era muy querida, muy buena compañera y tuve la satisfacción de ver cómo la querían”.

 

El presente y el futuro

Su presente es tranquilo. Afirma que la jubilación le ha permitido ese estado en el que a una persona “le pagan un sueldo para que tenga tiempo de hacer lo que le gusta”.

Está abocado a la coordinación de la Cátedra de los Trabajadores y en el tiempo libre se divierte haciendo radio. Milita en el espacio Memoria y Movilización Social con Mónica Filippini y Gabriel Cairat.

Pergamino es un lugar que le gusta. “No podría vivir en otro lugar. Siempre quiero volver a Pergamino”. Vive en el barrio Centenario, en una casa que pudo adquirir hace muchos años a través de un crédito

Considera a la política como “una herramienta fundamental para cambiar situaciones” y es un defensor del sistema democrático. Cree en la participación en el seno de los partidos políticos y lleva la militancia en la sangre. “No podría estar sentado mirando televisión peleándome con lo que dicen en la televisión”.

No se detiene a pensar en la vejez, porque asegura que “ella sola ya va a llegar”. Invierte el tiempo en seguir generando cosas. “De la militancia no hay jubilación. Del trabajo ya me jubilé, pero de la militancia no. Me acompaña la salud y eso es muy importante, así que elijo estar en contacto con los trabajadores, ese es el espacio que elegí. Ahí me siento cómodo, quizás porque me defino más como un militante social que político”, concluye.


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