Natalio Ramón Palermo: ferroviario y gloria de una época del fútbol local

Con 74 años, recordó las anécdotas de su trayectoria deportiva compartida con su hermano mellizo Osvaldo, a quien recuerda con profunda emoción. Fue empleado del Ferrocarril Bartolomé Mitre y paralelo a ello desarrolló otras labores comerciales. Hoy disfruta de su familia, retirado ya de la actividad laboral.

Natalio Ramón Palermo tiene  74 años. Nació en Pergamino y es conocido en la ciudad por su trayectoria como jugador de fútbol de Tráfico’s Old Boys, Provincial y Douglas Haig. Recorrió gran parte de su camino deportivo de la mano de su hermano mellizo Osvaldo, fallecido hace tres años y a quien recuerda en el comienzo mismo de la charla con profunda emoción. “Nada se compara en la vida con el hecho de tener un hermano mellizo, es más que un hermano, es como una parte de uno mismo”.

Tiene la suerte de tener a su madre, Antonia Riminucci, 93 años, está bien de salud y comparte con él la vida cotidiana. También menciona a su hermana Alicia, menor que él y a su padre, ya fallecido, Antonio Palermo, a quien define como “un gran constructor”.

Su casa de la infancia estaba en Río de Janeiro, casi sección quintas, y luego se mudaron a la zona del barrio Acevedo donde viven. “Hace 50 años que vivimos en esta esquina, al lado está mi mamá y aquí nomás mi hermana”.

Fue a la Escuela Nº 4, donde hizo la primaria, y al egresar fue a una relojería para aprender el oficio. “Falleció el señor que me enseñaba y fui a lo de Monastra, una joyería importante, para seguir aprendiendo. 

“Después hice otras cosas, trabajé en una tapicería de automóviles, hasta que a los 21 años entré a trabajar en el Ferrocarril Bartolomé Mitre”. Fue ferroviario durante 29 años, once meses y seis días. Lleva la cuenta de lo que fue su historia laboral y recuerda cada una de las experiencias que lo llevaron a empezar “desde abajo” y escalar hasta jubilarse como jefe de estación.

“Hice de todo en el Ferrocarril, empecé como peón, luego fui guardabarrera, cambista y ascendí hasta llegar a las oficinas y durante los últimos diez años fui personal de dirección. Estuve hasta que cerró el Ferrocarril”.

Otras actividades

A la par del Ferrocarril y valiéndose de sus horarios que le permitían generar otras actividades porque trabajaba de corrido, Ramón siempre encontró el modo de “hacer algo” por su cuenta. “Tuve un reparto de vino, después con un socio vendíamos ropa, más tarde entré a trabajar en la Imprenta Scadi, donde también hacía de todo. Trabajé en el Ferrocarril hasta que cerró y tuve la suerte de jubilarme como empleado ferroviario”.

Un conocido deportista

Cuando tenía 12 años empezó a jugar al fútbol en los Torneos Evita. Al año siguiente se federó como jugador del Club Tráfico’s Old Boys y continuó su carrera hasta los 28 años. También jugó en Provincial y en Douglas Haig. Un álbum de fotos rescata gran parte de su trayectoria deportiva e inmortaliza los recuerdos. Muestra algunas. En una imagen se lo ve con Silvio Marzolini, famoso jugador de Boca Juniors. En otra con el médico de la Selección Nacional de Fútbol de 1978, un profesional que estaba en Italia, vino a la Argentina y le entregó una medalla porque habían salido campeones. Guarda fotos de la Selección de Pergamino y detrás de cada una hay una anécdota. 

Casi todas las referencias a su incursión en el deporte se cuentan en plural. Quizás porque gran parte de su andar fue a la par de su hermano mellizo. Hablar de “Los mellizos Palermo” era común en aquel tiempo. Ramón jugaba en la posición de 10 y cuando se cumplió el Centenario de la Liga de Fútbol de Pergamino, una publicación resumió parte de ese camino que transitó junto a su hermano. Allí se cuenta que actuaron en la década del 60 y dejaron grabados sus nombres en la historia. Se iniciaron en las inferiores de Tráfico’s Old Boys y debutaron en primera en 1959 integrando el equipo campeón, lo mismo que en 1960 y 1961. Siguieron en ese club hasta 1962, pero al año siguiente Ramón se fue a Douglas Haig. En el Torneo Recuperación de 1963 los clásicos rivales ferroviarios llegaron a la final y ahí se dio un caso curioso y muy pocas veces repetido: los hermanos marcaron los cinco goles de la final en la que Douglas Haig ganó 3 a 2.

En 1964 los dos se fueron a Provincial y al año siguiente Ramón volvió a Tráfico’s Old Boys. “Fuimos campeones del Torneo Preparación de 1966 y 1968”, cuenta. En 1969 pasó a Douglas Haig y jugó algunos partidos en esa temporada. Goleador contundente, creativo y continuo, quienes lo veían jugar lo comparaban con Mario Rodríguez, el 10 de Independiente. “Eso para mí era un orgullo”, confiesa y reconoce como referentes en la actividad deportiva a Jorge Roset y Osvaldo Digilio. Sin embargo, asegura que fueron muchos los amigos que cosechó en aquel tiempo. Menciona a Juan Miguel Echecopar, con quien tuvo el gusto de jugar. “Con motivo de cumplirse las Bodas de Oro de la fusión con Newell’s aprovechando que Estudiantes de La Plata tenía que jugar un amistoso con Tráfico’s Old Boys por el pase de Juan Miguel Echecopar el 1º de febrero de 1964 el club inauguró su sistema lumínico en el estadio enfrentando con los pincharratas. Integramos ese equipo”, recuerda.

Tiene en su haber muchos campeonatos. “La reseña oficial que se hizo para el Centenario de la Liga contó trece, pero fueron algunos más porque conseguimos otros con Douglas Haig y con la selección de Pergamino”.

La vida familiar

Ramón armó su familia junto a María del Luján Friguglietti, a quien conoció en el barrio y con quien estuvo de novio durante siete años. Con ella comparte la vida. Cuando se casaron vivieron un tiempo en la casa de sus suegros y después se instalaron en calle Salta donde viven. Allí está el universo de sus cosas queridas, las fotos de sus nietos y todo lo que necesitan para vivir “tranquilamente”. La casa que habitan tiene mucho de su historia personal, por cuanto está construida en lo que fue el patio de su casa paterna.

Tienen dos hijas: Roxana (45), casada con Claudio Fazzi; y Andrea (43), casada con Rafael Seta. También cinco nietos: Sofía, las mellizas Agustina y Camila; Nicolás (juega al fútbol en el Club de Viajantes) y Santiago (juega al basquetbol en el Club Juventud). “Todos viven en Pergamino, y tenemos la suerte de poder disfrutarlos, ahora que no trabajo, disfruto de llevarlos y traerlos cuando necesitan hacer algo y de compartir con ellos muchos momentos”.

Confiesa que aprovecha su alejamiento de las rutinas laborales para disfrutar de cosas sencillas. “Aprovecho para descansar, estar libre de horarios y tener tiempo para lo que nos gusta hacer”, afirma.

“Tenemos una quinta, así que nos gusta ir y nos ocupamos de mantenerla. También nos gusta viajar”, comenta.

Asimismo disfruta de compartir tiempo con los amigos. Tiene varias peñas, con sus compañeros del ferrocarril y con la gente del fútbol. “Nos reunimos a comer y también nos juntamos con un grupo de matrimonios”, refiere.

Hincha de Independiente, considera que es “el mejor equipo del mundo”. Se define como un hombre afortunado en relación a los vínculos. “La mayor satisfacción que me dio el fútbol fue cosechar grandes amigos”.

Su visión del deporte tiene la referencia de la experiencia. “Cuando me retiré no volví a pisar una cancha, pero reconozco que ha cambiado mucho el deporte, hoy se habla más del estado atlético de los jugadores; antes había otra forma de jugar, otra disciplina. Hoy hay que correr los 90 minutos.

“Yo guardo muy buenos recuerdos de cuando jugaba; incluso tuve la posibilidad de irme a Independiente, pero no la aproveché, porque ya tenía mi vida organizada acá”, refiere y reconoce no tener sueños pendientes. “Solo espero poder seguir disfrutando de la vida que tengo y que la vejez no sea algo triste”, concluye mirando con complicidad a su esposa y concluyendo una charla en la que narró gran parte de las vivencias más trascendentes de su historia.