Cultura y Espectáculos

Santiago Varela recuerda su labor como guionista de Tato Bores


 “Tato era muy profesional en lo que hacía igual que todo el equipo había que trabajar mucho y cumplir los plazos” recordó (SANTIAGO VARELA)

'' “Tato era muy profesional en lo que hacía, igual que todo el equipo, había que trabajar mucho y cumplir los plazos”, recordó. (SANTIAGO VARELA)

“Trabajar escribiéndole los monólogos era un especie de posgrado, un honor y un orgullo. También una responsabilidad mayúscula”, sostuvo en contacto con LA OPINION el autor y arquitecto nacido en Pergamino, quien confiesa que desde aquel vínculo con el humorista hubo en su vida profesional “un antes y un después”.


El 11 de enero se cumplieron 25 años del fallecimiento de Tato Bores, considerado el máximo exponente de la historia del humor político en la Argentina. Entre sus talentosos guionistas se encuentra Santiago Varela, un arquitecto nacido en Pergamino -agudo lector de la realidad política y social- que fue autor de los monólogos del humorista durante los últimos seis años: “Tato Diet”, Canal 2 (1988); “Tato al borde de un ataque de nervios”, Canal 13 (1989); “Tato en busca de la vereda del sol”, Canal 13 (1990); “Tato, La Leyenda Continúa”, Canal 13 (1991); “Tato de América”, Canal 13 (1992); “Good Show”, Telefé (1993).

“Para un guionista, trabajar escribiéndole los monólogos a Tato Bores era un especie de posgrado, un honor y un orgullo. También una responsabilidad mayúscula”, sostuvo en contacto con LA OPINION.

“Trabajar con Tato, para mí, fue muy placentero. El respeto que él tenía por sus guionistas no era, ni es, muy común en ese medio. Además yo formaba parte de un grupo de trabajo –que armaba las otras partes del programa- que era muy talentoso y muy amigable.

Para el autor, que también desempeñó tareas en medios gráficos como las revistas “Humor”, “Cacumen”, el diario “Página 12”, “La Maga”, la revista “Tres Puntos”, entre otros, “Tato, como persona, era muy cabrón pero muy buena persona. Muy generoso, ayudaba permanentemente a los actores que trabajaban con él. Lo cual tampoco es muy común”. En vivo y directo, Varela veía a diario cómo charlaba con todos y aconsejaba a los más jóvenes.

Códigos de época

“Por una cuestión generacional –habíamos vivido muchas dictaduras muy feas- defendíamos las instituciones de la Constitución a rajatabla. Podíamos hacer humor con funcionarios, pero evitábamos generalizar sobre la institución que podía representar. Ese era un acuerdo tácito que tenía con él”, confiesa el arquitecto pergaminense.

Varela, que también es autor de obras y espectáculos teatrales y este año espera el estreno de “La Deuda”, recordó que “como Tato era muy profesional en lo que hacía, igual que todo el equipo, había que trabajar mucho y cumplir los plazos. Y eso hacíamos, por eso el programa salía bien”.

Así como define que trabajar con él fue “una experiencia inolvidable”, lamenta que la misma se haya visto cortada por una enfermedad terrible. “Incluso en mi vida profesional hubo un antes y un después. El después fue mucho mejor porque me permitió abrir algunas puertas para seguir trabajando de guionista/escritor”, reconoce.

-Siempre se dice que el humor de Tanto Bores sigue vigente en la actualidad, ¿usted también lo ve así?

-Creo que es así parcialmente. No es tanto que el humor que hacíamos con Tato no perdiese actualidad sino que parte de la actualidad no se ha modificado. Pareciera que nuestra sociedad –y los políticos son los emergentes de esta sociedad- repite errores y conductas que no llevan al bienestar de la mayoría de los ciudadanos. Sobre esas formas de actuar nosotros hacíamos humor, simplemente contándolas en forma exagerada y con idioma llano, si las conductas persisten, ese humor sigue vigente. Lo cual, creo, no es una virtud, sino un verdadero problema.

-¿Cómo se le puede dar una mirada humorística a la cruda realidad política y social que no nos da respiro?

-Hay muchas teorías al respecto que explican que el humor puede ser una válvula de escape, una manera de poder tolerar lo intolerable. Se ha escrito mucho al respecto y yo he leído poco al respecto. Reconozco que no soy un teórico sobre humor, simplemente lo hago, cuando puedo y me sale. En general soy de encontrarle algo divertido a situaciones muy complicadas. Creo que la “mirada humorística” se tiene y si se entrena, mejor.

-Usted se recibió de arquitecto, ¿cómo se transformó en un agudo e inteligente observador de la realidad?

-Estimo que la arquitectura me ayudo mucho a organizar mi manera de escribir. Me dio un método. De lo general a lo particular. Del boceto al detalle. Siempre armé así los monólogos con Tato o las notas en revistas o las obras de teatro.

En cuanto a observar la realidad se lo debo a una curiosidad innata –o inducida por mis padres- que siempre me llevó a preguntar, leer mucho, interesarme por incontables y variados tópicos.

Caminar y observar son dos cosas que se pueden hacer al mismo tiempo.

Cuando le escribía a Tato yo leía tres diarios todos los días. Además tomaba notas y veía noticieros. No existía Internet. Trataba de estar lo más informado posible.

Incluso hoy en día, por la proliferación escandalosa de las fake news, quiero y necesito estar muy informado para poder acercarme a algo parecido a una verdad.

Sobre su trayectoria

A modo de síntesis, Varela contó sobre su extensa trayectoria como autor comenzó siendo adolescente. “Iba a campamentos y solía escribir los sketch para los fogones y estudiantinas que hacíamos. Si bien siempre seguí escribiendo, me dediqué a hacer los ‘deberes’: trabajar, estudiar, recibirme, casarme, tener hijos. Mi mamá podía estar tranquila. Hasta que finalmente, ya con 40 años me relacioné con la revista Humor; vieron algunas cosas mías y comencé a colaborar en forma casi permanente. Luego me llamó Tato en 1987 (comenzamos en 1988). Más tarde continué en variados medios gráficos. Hice bastante televisión, un par de documentales, radio hasta el día de hoy, teatro que sigo haciendo, me han publicado más de una docena de libros, estuve como asesor creativo en Uruguay, Chile, Brasil y Ecuador. Creo que comencé tarde pero pude hacer unas cuantas cosas.

Actualmente es columnista en "Poco ruido y muchas nueces", el programa de @merdaenaccion que se transmite por www.radiocaput.com, los sábados de 16:00 a 17:00.

Su relación con Pergamino

Si bien es nacido en Pergamino, Varela se crió y se formó en la Ciudad de Buenos Aires.

“En realidad, la que era de Pergamino fue mi madre. Era una familia numerosa de apellido Pastore. Mi abuelo se llamaba Natalio Pastore era Italiano y tenía un hotel u hospedaje llamado “Casale Monferrato” (o solo Monferrato) que era su pueblo de origen en el Piamonte. Mi abuela se apellidaba Cane.

“Mi madre se casó con un porteño al que la firma Peabody, en la que trabajaba, había trasladado a Pergamino. Luego de casados (seguramente en La Merced) se vinieron a Buenos Aires también por cuestiones de trabajo.

“Cuando estaba yo por nacer mi madre se debió sentir muy sola en Buenos Aires y decidió tener el parto acompañada con algunas de sus hermanas que estaban en Pergamino. Yo fui con ella a nacer. Nací en casa de una tía, creo que estaba en la calle Merced, no registro bien la dirección. A los pocos días mi madre regresó a Buenos Aires conmigo en brazos. Digamos que mi paso por Pergamino fue un tanto breve, pero importante”.

Las hermanas se casaron y se desparramaron por la zona: Manuel Ocampo, Colón, Wheelwright, Labordeboy. “En los veranos íbamos de visita y ahí pasaba por Pergamino. Siempre me sentí vinculado con esa zona porque fui durante toda mi infancia, mi familia materna era de allí y siempre escuche hablar de Pergamino como un lugar de origen familiar”.

“Hace unos años, creo que de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad, me invitaron a dar una charla y en un par de días recorrí la ciudad sintiendo algo muy especial. Especialmente el ferrocarril y la estación -que estaba intacta- Estoy seguro que Pergamino tiene algo que ver conmigo”, expresó.


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