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A 25 del fallecimiento del padre Pedro Zerda Aráoz


 Presbítero Pedro Zerda Aroz (ARCHIVO LA OPINION)

'' Presbítero Pedro Zerda Aráoz. (ARCHIVO LA OPINION)

El martes 9 de mayo de 1995 es una fecha que quedó grabada en el recuerdo de los fieles pergaminenses y en especial aquellos concurrentes de la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes, al conocerse la noticia del fallecimiento del presbítero Pedro Zerda Aráoz. El lamentable suceso era dado a conocer por LA OPINION con una nota recordando la trayectoria de este hombre de Dios.


11 de mayo de 1995

Luego de una densa jornada de trabajo y oración, falleció el martes último, inesperadamente, el cura párroco de la Iglesia Nuestra Señora de Lourdes, Presbítero Pedro Zerda Aráoz.

El 9 de marzo del año pasado, un día antes que se cumplieran 20 años de su ordenación sacerdotal, LA OPI NION hizo una reseña de la vida del padre Pedro. Informábamos entonces que Zerda Aráoz nació un 16 de julio -día de la Virgen del Carmen- de 1945 en San Salvador de Jujuy, donde transcurrieron su niñez, su adolescencia y su primera juventud.

Recordó, entonces, que varios sacerdotes estuvieron junto a él en distintas etapas de su vida; entre ellos el padre Apolinar Campana, sacerdote franciscano que era conocido por todos como un “santo cura”. De él recibió las aguas del bautismo.

Luego, estuvieron los sacerdotes del Verbo Divino, de entre los cuales recordaba a los padres José y Humberto, especialmente al primero. De ellos recibió una sólida formación cristiana y a los siete años tomó su primera comunión. Todo esto unido a la vida familiar, en un ambiente profundamente cristiano, donde pasó esta primera etapa de su vida, fue retemplando una vocación que lo acompañaría hasta el último aliento. Recordaba asimismo y con emoción, las peregrinaciones, el rezo del Vía Crucis en el Cerro del Espíritu Santo y la devoción filial hacia la Virgen del Río Blanco y Paypaya, patrona de Jujuy.

A los 11 años ingresó al seminario menor de Salta, pero debió regresar a su casa tras un breve lapso, por problemas de salud. Su familia se vinculó con quien fuera el primer obispo de Jujuy, monseñor Enrique Muhn, del Verbo Divino, quien lo alentó a él y a su familia desde su propia experiencia, consistente en haber ingresado al seminario una vez cumplido el servicio militar.

Ese testimonio influyó muchísimo en su madre, que lo alentó a realizar sus estudios secundarios. Concluido este ciclo, se conectó con la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días (mormones) donde conoció profundamente su doctrina. Por las funciones que cumplía, llegó a conectarse con Kimball, integrante del Consejo de los Doce. Pero en diálogo profundo sobre dudas de fe, y no encontrando respuestas convincentes, se desvinculó.

Esto sucedió mientras Pedro se encontraba cumpliendo el servicio militar en el Regimiento 20 de Infantería de Jujuy. Luego orientó su vida hacia las Ciencias Económicas y tuvo un amigo que quería ingresar al seminario y acompañándolo a éste se quedó él.

“Así -decía Pedro- el que debió ser contador público fue sacerdote y hoy quien anhelaba ser sacerdote es el contador público Angel Miranda”.

La entrada al seminario marcó su reingreso a la Iglesia Católica, con la correspondiente preparación y rito de admisión de monseñor Medina. Cursó filosofía en Jujuy y a su término comenzó teología en Tucumán. Después se vinculó con monseñor Carlos Ponce de León, obispo de San Nicolás y pasó así a nuestra diócesis, continuando sus estudios en la Facultad de Teología de Buenos Aires.

El padre Pedro se ordenó diácono en 1973, ejerciendo el diaconado en la Parroquia San Francisco, de Rojas.

El 10 de abril de 1974, un Miércoles Santo, fue ordenado sacerdote en la Catedral de San Nicolás, por monseñor Ponce de León.

En 1975 asumió como párroco en el Sagrado Corazón, de Conesa, hasta que en 1977 llegó a Pergamino. Atendió la capilla del Hogar de Jesús y posteriormente la nueva iglesia erigida en homenaje la Virgen de

Lourdes, inspirada en una nueva concepción religiosa-arquitectónica, fue obra suya en parte muy importante.

Su acción pastoral entre nosotros fue profícua y especial, sin duda. En tiempos recientes se inclinó por la forma de predicación y de práctica litúrgica comúnmente denominada carismática. Un nutrido grupo de fieles se asoció a él en esta práctica religiosa.

Uno de sus colaboradores laicos, el contador Oscar Benjamín José Pisano Lemos, en diálogo con el cronista, y cerca del féretro rodeado de una verdadera multitud, evocó la última jornada del padre Pedro. Cargó y descargó varios camiones con elementos de ayuda para los damnificados por la inundación última, haciendo un paréntesis en unos ejercicios espirituales. "Murió, como había vivido -dijo Pisano Lemos- trabajando en bien de los demás".


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