Cuando el doctor René Favaloro visitaba nuestra ciudad

Transcribimos a continuación la entrevista exclusiva que brindaba el eminente científico y humanista a LA OPINION, con preguntas referidas a temas espinosos de la época, como la deshumanización de la medicina, el aborto, la fecundación in vitro y el curanderismo, algunos de ellos aun en cuestión. La nota fue publicada el 6 de octubre de 1995.

El viernes 6 de octubre de 1995, el eximio cardiólogo René Favaloro llegaba a Pergamino invitado por la Cámara de Comercio e Industria y la Asociación Médica.

Por la tarde de aquella jornada brindaba una disertación en el auditorio que la entidad camarista tenía por entonces en calle Florida sobre cómo prevenir las enfermedades del corazón, mientras que al día siguiente por la mañana hacía lo propio ante sus colegas en la sede de la Asociación, donde además era declarado socio de honor de la entidad y agasajado por parte de los agentes de propaganda médica con un obsequio.

Ese mismo sábado recibía al cronista de LA OPINION para una entrevista exclusiva. Como es de estilo, la nota registrada en la edición del domingo 8 de octubre no lleva la firma del periodista, pero por “la pluma” estimamos que quien hizo aquella nota fue Lorenzo Pío Caldentey, aunque podemos estar equivocados y aceptaremos, como es debido, la corrección si fuere el caso.

Transcribimos a continuación la entrevista exclusiva que brindaba el eminente científico y humanista a LA OPINION, con preguntas referidas a temas espinosos de la época, como la deshumanización de la medicina, el aborto, la fecundación in vitro y el curanderismo, algunos de ellos aun en cuestión.

LA OPINION, 8 de octubre 1995

- ¿Considera usted que con el avance tecnológico y la especialización cada vez más cerrada no se ha deshumanizado un poco la vieja medicina?

- En parte, sí. Pero nadie puede negar que la medicina ha avanzado tremendamente. Piense que la edad promedio ya está cercando los 75 años. Eso se debe a todos los adelantos que la medicina ha tenido y fundamentalmente a los adelantos tecnológicos.

Vivimos la era tecnológica y creo que en la parte de la medicina que más se ha notado es en la cardiología, en la cirugía cardiovascular sin ninguna duda. Cada vez tenemos más elementos y podemos llegar a un diagnóstico más preciso.

Pero la pregunta es bien cierta. Siempre insisto que nada puede reemplazar a la vieja clínica. La cosa empieza por la clínica, con el interrogatorio, con el hablar con el paciente. Hay un montón de cosas que no se pueden reemplazar. En la charla (por la que había brindado la noche anterior en la Cámara de Comercio) di un ejemplo y podré dar un millón donde la decisión no solamente está dada por la tecnología sino por hablar con el paciente.

Hace poco atendí un paciente del interior de la provincia. En los estudios que se había realizado salía que era quirúrgico. Sin embargo, uno de los médicos clínicos que me asisten me dijo que seguramente cuando viera al paciente me iba a dar cuenta que no era para operar porque el hombre estaba deshecho, había tenido un accidente hacía dos años y estaba medio inválido. Evidentemente, cuando llegué a la habitación, comprobé que pesaba unos 50 kilos, que estaba medio inválido aunque me aseguró que se había inventado un triciclo para poder movilizarse y gozar de la vida. Además me dijo que no aguantaba más esos dolores pues se sentía morir todos los días y me preguntó cuándo lo iba a operar. No había más discusión a pesar de que estaba casi acabado, la decisión era de él. Tenía unas lesiones coronarias muy serias y al fin, operamos.

- Tuve, cierta vez, ocasión de asistir a una clase magistral en la Universidad de La Plata, donde un gran médico echó la culpa a muchísimos médicos de la proliferación de curanderos y manosantas que andan por el país. ¿Usted considera que esa deshumanización, esa falta de tiempo para atender al paciente, como un centro vital e integral, puede atentar contra la medicina, arte de curar?

- No creo que esto tenga que ver con las medicinas alternativas. Es parte de la época que vivimos.

Los otros días vi por televisión el programa de Susana Giménez y después le mandé una nota. Fue una cosa horrorosa. Los que estaban presentes eran todos médicos. Había uno que dijo que un día había sentido un temblor y entonces se dio cuenta de que había entrado Dios en su cuerpo. Tenía la hija de 17 años enferma y él le puso las manos encima: desde ese día cura con las dos manos cualquier cosa. Y conste que eran médicos los de ese programa.

A los muchachos hay que formarlos y no hacerles perder la visión de que la medicina clásica, que empieza por el enfermo, debe ser siempre así y que la cosa no empieza por la última hoja de la historia clínica.

Nosotros intentamos hacer esto con el estudiante de medicina desde el inicio. En el primer año, los chicos fueron a las villas miseria de Tigre. Cuando pasaron a segundo año, estuvieron en un hospital de una zona muy carenciada de San Martín. Este último año fueron a las villas miseria de Cáritas y en las cortas vacaciones que tienen, quiero que vean que hay otro mundo. Además empiezan desde el primer año a trabajar de enfermeros, llevando chatas y esas cosas para que la formación empiece desde abajo. Esto se tendría que dar en todos lados, esa medicina humanística no puede desaparecer.

Pero que eso tenga relación con el auge de los curanderos, considero que no. Eso es una culturalización, sale en todas las revistas, en la televisión. La gente cree en lo mágico y frente al caso terminal hace cualquier cosa. A nosotros se nos murió un médico excepcional hace dos o tres años de un cáncer terminal y cuando estaba todo perdido, alguien muy cercano a él me preguntó si no le podíamos hacer crotoxina. Yo le dije que no creía en esas cosas pero si querían aplicarle crotoxina no podía prohibírselo.

- Esta pregunta se la hago al humanista más que al médico. En estos tiempos hay una convulsión ético moral con el aborto y la fecundación in vitro. ¿Cuál es su opinión?

- ¡Ya he escuchado tanto de eso! El problema es que yo siempre respeto la libertad de la gente. Eso no se puede reglamentar por ley. Tiene que haber absoluta libertad para que cada ciudadano o ciudadana decida sobre lo que quiere hacer. Es decir, no podemos hacer una reglamentación de cosas tan importantes y tan delicadas donde es el individuo el que debe resolverlas.

A mí me da mucha rabia cuando se quiere cortar la libertad individual. El problema del aborto lo viví cuando era médico rural. La gente de guita resuelve el problema muy fácilmente. Tiene todas las posibilidades de ir adonde quiera. La niñita del matrimonio rico va a ver al ginecólogo famoso, le hace el aborto y al otro día va a un baile y nadie se entera. La pobre desgraciada que está abajo cae a lo de mengana, fulana y sutana. Cuando estaba de guardia de Hospital Policlínico y se festejaban los carnavales en febrero, en toda la zona de Ensenada y Berisso, dos meses después empezaban a caer las pobres desgraciadas y a veces la única manera de salvarlas era hacerles una histerectomía total. Era tanta la porquería que había allí que con drenaje solo no alcanzaba y entonces quedaba desechas para el resto de su vida. Esas eran las pobres que no tenían chance de ir al lugar privilegiado del rico, donde todo quedaba escondido. Entonces no podemos legislar sin tener noción profunda del problema social. La ley debe ser tan justa como para dejarle al ciudadano la libertad de hacer lo que quiera hacer de acuerdo a sus principios, a su ética, a su moral. No será lo mismo para un católico que para un judío o para un no creyente. Y lo mismo pasa con todos estos métodos de fertilización. No hay nada en medicina que debe hacerse para cortar la libertad. Ese es el concepto.

- ¿Qué le diría a un chico que está por rendir el examen de ingreso en la Facultad de Medicina?

- Que la única salida que tiene es el esfuerzo, el esfuerzo y el esfuerzo. Ese es el mensaje, aunque estemos en la sociedad light, y hasta las bebidas sean light. Pero sin laburo y sin 12 horas diarias por más capacidad mental que tenga no va a llegar. La solución es combinar la capacidad mental con el esfuerzo, el esfuerzo y el esfuerzo.