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El pergaminense unió a nado los 44 kilómetros entre el Puerto de Colonia, Uruguay, y Punta Lara, Argentina, en 12 horas, 29 minutos y 36 segundos. Fue el 29 de diciembre de 1997 y al día siguiente LA OPINION tituló: “Patricio D’Ottavio, hombre del agua”.
El 29 de diciembre de l997 el nadador pergaminense Patricio D’Ottavio concretaba su primera gran hazaña deportiva: cruzar el Río de la Plata. En 12 horas, 29 minutos y 36 segundos nadó unos 44 kilómetros entre el Puerto de Colonia, Uruguay, y Punta Lara, Argentina, para convertirse en el decimo sexto nadador en lograrlo sobre más 100 intentos.
D’Ottavio nadó de noche y durante varias horas de la travesía debió soportar condiciones climáticas adversas. “Hasta la octava hora de nado llevaba 32 kilómetros, de la octava a la novena hora solo avancé 800 metros, donde iba al mismo ritmo, esto fue producto de la tormenta y del mal tiempo. Los últimos cuatro kilómetros se hicieron eternos porque empezó a soplar el pampero y se hizo más difícil. Al llegar tomé conciencia de lo que había logrado y sentí mucha satisfacción y alegría”, repasó hace algunos años en una entrevista.
Al año siguiente cumplió otro sueño, cruzar el Estrecho de Gibraltar. Y en 2000 otro desafío solo posible para nadadores con la tenacidad de D’Ottavio: atravesar a nado el mítico Canal de la Mancha. A continuación, la crónica que LA OPINION publicó en su edición del martes 30 de diciembre de 1997 sobre el cruce del Río de la Plata con el título: “Patricio D’Ottavio, hombre del agua”.
LA OPINION, 30 de diciembre de 1997
Solo aquellos deportistas de gran temple, de enorme amor propio, pueden llegar a concretar sus más caros anhelos, por más difíciles que resulten. Así, Patricio D’Ottavio pudo ayer lunes hacer realidad el cruce del Río de la Plata (Colonia, Uruguay-Punta Lara, Argentina). Superando condiciones climáticas adversas, llegó al punto terminal tras 12 horas, 29 minutos y 36 segundos de nado, demostrando que la mente puede posibilitar esfuerzos teóricamente imposibles para un humano.
D’Ottavio se preparó durante meses para este raid. No pudo ser a principios de año. Ello le produjo un enorme dolor por entender que estaba defraudando a quienes habían depositado toda su confianza. Suya no fue la culpa, sino de quien debió poner el velero de seguimiento. Eso lo llevó a pensar no solo en el cruce, por más que tuviera por delante su participación en el Mundial de aguas abiertas que se corrió por diversos países.
Una vez concluida la temporada en Europa, regresó a la Argentina y se instaló en la Capital Federal para ponerse a las órdenes del profesor Rodolfo Sacco, que lo entrenó a diario en el Club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (Geba). Fueron días, meses entrenando horas y horas en una pileta. Se sabía que el cruce demandaría no menos de 12 horas, salvo que encontrara condiciones muy favorables, algo bastante raro de suceder.
Pensó intentar el cruce a mediados de diciembre, allá por el 18 o 20, pero las condiciones climáticas resultaban siempre adversas. Prefectura le dio como posible en la noche del domingo 28, madrugada del 29 y ahí estuvo Patricio D’Ottavio junto a su equipo en Colonia, Uruguay. Se postergó por unas horas el inicio del raid, buscando encontrar condiciones más favorables. Así, a las 0:50 tomó contacto con el agua, apuntalado por el velero “Bandurria”, habitualmente destinado a las regatas oceánicas, con todos los adelantos en navegación y un gomón que lo seguiría desde muy cerca para darle indicaciones; alcanzarle alimentos y las clásicas voces de aliento.
Muy pronto el mal tiempo comenzó a hacer de las suyas, con una fuerte tormenta, lluvias que no modificaron mayormente el curso de las aguas que se mantenían bastante calmas. Pero todo comenzó a complicarse en forma paulatina. Después de las ocho horas de nado, D’Ottavio debió sacar a relucir toda la fuerza física y anímica para superar un cambio climático, con mayor oleaje y una corriente desfavorable que intentaba hacerle cambiar de rumbo. Luchó con todas sus fuerzas. Era él o el río. En esos momentos estaba en juego el éxito o el fracaso. Quienes le acompañaban en el raid comenzaron a temer. Cada uno por dentro se preguntaba hasta cuando Patricio podría aguantar esas condiciones, buscando salir de ese sector para entrar en una corriente más favorable. Fue tremendamente duro, pero se las bancó, poniendo todo lo que tenía, pensando en su familia, en los amigos, en quienes hicieron posible concretar el raid. No podía fallarle a su ciudad, era el regalo que deseaba hacerles a los pergaminenses. Así entró en lo que podíamos denominar la recta final, pero todavía quedaban varios kilómetros por superar.
El esfuerzo extra que debió efectuar dejaría secuela, un consumo mayor de energías de lo pensado. Nada impidió que Patricio D’Ottavio hiciera realidad su deseo. Había domado a un duro, como es el Río de la Plata, algo reservado a hombres con temple de acero. Los casi 44 kilómetros de nado se minimizan en relación a lo que se debe luchar contra los fenómenos climáticos, que suelen ser adversos. Estos, hasta afectaron a los periodistas acompañantes en el velero que se movió más de la cuenta, tal el caso de Jorge Omar Hannun, LT 35 Radio Mon, y Gustavo Graziani de STC Canal 4, quienes ocuparon los lugares disponibles para la prensa.
La alegría de quienes le acompañaron se reflejó en las lágrimas de gente que tiene enorme experiencia en la materia. El triunfo del hombre sobre la naturaleza caló muy hondo en todos sus compañeros de travesía. Por algo Patricio D’Ottavio había sido nominado el “Deportista del Año”, en la pasada fiesta de LA OPINION y Canal 4.
