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LA OPINION describió el hecho como “una nube de gas hediondo e indefinido”. Esa jornada de marzo de 1989 quedó en el recuerdo por el temor, la incertidumbre y las personas que se descompusieron. Corrieron mil versiones respecto del origen.
El jueves 23 marzo de 1989, LA OPINION publicaba una nota sobre lo que había acontecido en la madrugada de la víspera. Se daba cuenta de una “seria amenaza a un vasto sector pergaminense producto de un posible escape de gas que preocupó seriamente a los vecinos de la ciudad que en muchos casos debieron abandonar por varias horas sus hogares ante la imposibilidad de respirar en algunos casos y miedo en otros de una posible explosión”.
LA OPINION 23 de marzo 1989
La onda expansiva del producto abarcó, en un momento dado, una franja comprendida entre el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) Pergamino y el barrio Malvinas Argentinas, al tiempo que cubría toda la sección pergaminense hacia el sur a partir de la calle Castelli. Sectores del barrio Centenario y otros aledaños, sufrieron con pertinaz insistencia los efectos del hedor provocado por la desconocida substancia y que duró varias horas.
De inmediato, personal del Gas del Estado tomó cartas en el asunto, recorriendo y controlando el sistema de distribución de gas natural. El jefe de la repartición (que se encontraba ubicada en Saavedra y Alberti), Hugo Marchisello, en diálogo con LA OPINION, enfatizó que la pérdida, si la hubo, no provenía de ninguna de las áreas a su cargo, ya fueran redes, entrada, ramal de alimentación y planta reguladora, de todo lo cual se había practicado una exhaustiva revisión.
Poco después del mediodía se expandió la noticia de que el estallido de algunos tanques conteniendo productos tóxicos dentro del Inta, era el generador del problema, pero de inmediato el titular de ese organismo, ingeniero agrónomo Carlos Martínez, lo desmintió rotundamente.
Al promediar la tarde de ayer, la causa seguía siendo un misterio.
Lo positivo es que numerosas personas sufrieron la invasión en sus domicilios de una nube mefítica. Personal de este Diario en una recorrida por las zonas afectadas, tuvo oportunidad de dialogar con algunas de aquellas y todas coincidieron en la hediondez y molestias que el fenómeno acarreó, además de su persistencia.
Hubo algunos principios de descompostura, vómitos y otros males menores.
Tanto en el barrio de las 512, como en Villa Fernández, Malvinas Argentinas y, reiteramos, dentro de los cuatro bulevares, hasta Castelli, e incluso más hacia el norte, fue dable apreciar esta misteriosa invasión. No caben dudas de que el responsable o responsables de la misma mantiene (trata de mantener) una lógica reserva.
La señora Susana de Cascardo, domiciliada en cercanías de la Estación Terminal, comenzó a percibir el fenómeno a las 10:30 de la mañana del martes y a las 10:00 de la mañana de ayer, miércoles, las secuelas del feo huésped, todavía se hacían sentir impregnando habitaciones y dependencias de su domicilio.
Para la señora Amelia Cevasco, el mal rato fue peor. Vive en pleno barrio Malvinas Argentinas. “Yo creí que nos íbamos a asfixiar”, enfatizó.
Una recorrida por las “512” también confirmó la presencia del gas.
Era como una nube que venía desde la ruta’, nos manifestó uno de los moledores del lugar. Curiosamente, otros, acaso por dormir, lo pasaron por alto.
