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En febrero de 1984 Pergamino sufría una inundación que dejaba 600 evacuados


 El título de la crónica acompañado por una elocuente foto del Arroyo (ARCHIVO LA OPINION)

'' El título de la crónica acompañado por una elocuente foto del Arroyo. (ARCHIVO LA OPINION)

Hace 36 años una amplia zona de la ciudad era copada por el agua. Una lluvia de 157 milímetros colapsaba varios barrios. LA OPINION describió la situación en varias páginas. “En sus imágenes y en sus palabras se aprieta en un rincón la certeza: ‘No nos debe pasar nunca más’. Se puede. Y se debe”, expresaba el Diario en su crónica.


Once años antes de aquel recordado 7 de abril de 1995, Pergamino sufrió otra inundación de importantes dimensiones. En su edición del miércoles 29 de febrero de 1984, LA OPINION reflejaba con palabras e impactantes imágenes, el estado de una ciudad copada por las aguas. Con el título “Pergamino inundado”, simple pero totalmente descriptivo de la situación que atravesaba la ciudad, el Diario encabezó la crónica principal con la que abordaba la situación dramática que se vivió en varios barrios. En aquella edición se informaba, en varias páginas, que eran 600 los evacuados. A continuación, parte de las crónicas publicadas por LA OPINION.

LA OPINION, 29/02/1984

Pergamino descubrió ayer lo que es una verdadera inundación. O por los menos lo “descubrieron” los jóvenes que no tienen acceso aún a la implacable memoria del tiempo. Exactamente 157 milímetros (hasta las 13:00 según el Ferrocarril Belgrano) sirvieron para demostrar, una vez más, la fragilidad del hombre ante la pura naturaleza. Esta comunidad enclavada en el corazón de la Pampa Húmeda se convirtió, por imperio de las circunstancias, en una ciudad sitiada, aunque lo fuese por corto tiempo: caminos cortados, transportes paralizados, dificultades en las comunicaciones, vastas comarcas bajo las aguas, las mismas aguas que trepaban por las veredas, los zaguanes, los comedores y llegaban, en algunos casos, a tener la altura de un chico de nueve años.

Unas seiscientas personas evacuadas es un dato de la realidad; la solidaridad que salió a jugar a flor de piel es un dato del corazón. Pero la clave estaba en los rostros silenciosos, mirando hacia adentro, de familias enteras que aún no habían despertado totalmente a la sentencia del dios de la lluvia. LA OPINION quiso mostrar todo eso. No solo contar la crónica formal, sino que se pudiese “ver”, en fotos aéreas, en la frase de un evacuado, en la anécdota más perdida, el peso de esta realidad que no afloja.

En los momentos en los que escribimos estas líneas, cerca de las 20:00, tiznados nubarrones nos miran por sobre el hombro, con ironía. Quizá mañana, (¡ojalá que no!) debamos escribir parecidas palabras. Mientras tanto aquí van las páginas de esta edición caliente, veloz, con ganas. En sus imágenes y en sus palabras -detrás de estos mares de entrecasa que nos han descerrajado- se aprieta en un rincón la certeza: “No nos debe pasar nunca más”. Se puede. Y se debe.

Apuntes, barrio por barrio

Los vecindarios del arroyo Pergamino saben desde tiempo inmemorial de sus salidas de madre, más o menos periódicas, y la secuela de molestias y perjuicios que ello les acarrea. Solo el hombre -de entre todos los animales de la creación- es el único capaz de modificar el paisaje de su hábitat. Solo el hombre puede evitar o al menos reducir a una mínima expresión esas salidas de madre, esas torturantes inundaciones, temas de charla mientras se producen, para caer luego en un olvido funesto.

Esta inundación que, de uno y otro modo, nos afecta a todos podría haberse evitado -se nos ocurre- en parte, si de una buena vez la ciudad -la ciudad toda- se hubiese decidido a tomar por las astas el bravo toro de los desagües integrales, de los que tanto se habla y sobre los que se hace tan poco. No se trata aquí de acusar a nadie ni mucho menos buscar responsables de una situación que a todos nos reconoce como tales. Pero cumpliendo con nuestro deber periodístico recorrimos despacio y cuidadosamente, las diversas zonas que tras soportar, en un mes, casi 500 milímetros de lluvia, aparecen como más vulnerables y acerca de las cuales habrá que encauzar una preferente atención.

A nuestro entender en esta oportunidad los más damnificados han sido sectores de los barrios Trocha y Cueto, sin olvidar, por cierto, lugares del barrio Centenario, Martín Illia y Kennedy. El puente del Arroyo que une los bulevares Colón y Ernesto Illia daba en la tarde de ayer una pauta de la gravedad de la situación. El bulevar Florencio Sánchez, desde la avenida Roca hasta el puente del Arroyo aparecía totalmente anegado y cruzando hacia el sur seguía inundado.

Todo el perímetro del Parque Municipal, por bulevar Huaraz hasta casi las inmediaciones de Eslabón estaba cubierto de agua. Y el bulevar Rocha desaparecía hasta la calle General Paz. ¿Qué decir de las calles del Trocha? En Lorenzo Moreno y Carpani Costa el agua tenía medio metro de altura. Nos hundimos en el líquido barroso de Trincavelli y Lorenzo Moreno, siguiendo por esta última hasta Mackintach, y vimos cómo la estación allí existente para bombeo de líquidos cloacales, estaba seriamente amenazada en su funcionamiento.

Dramático: 600 evacuados

La torrencial lluvia caída -en varias etapas- sobre la ciudad al provocar la inundación de diversos sectores hizo necesaria la evacuación de alrededor de 600 personas. La solidaridad pergaminense, siempre presente, movilizó esfuerzos, voluntades y auxilios que, en parte, paliaron las molestias de los inundados, gente en su mayoría de condición humilde.

Autoridades municipales, a través de los organismos específicos de la Defensa Civil, adoptaron diversas providencias, en las primeras horas de la madrugada de ayer martes, cuando el volumen de las precipitaciones hacía presagiar los peor, máxime teniendo en cuenta que apenas dos horas antes, el vecindario del barrio Cueto empezaba a reintegrarse a sus hogares, tras la ya habitual invasión de las aguas, no bien se descuelga un chaparrón de discreta intensidad.

Otra de las páginas que el Diario le dedicó a la inundación de 1984. (ARCHIVO LA OPINION)

Los 472 milímetros de líquido elemento con que febrero descargó sus iras sobre nosotros, han terminado de provocar graves y serios problemas a muchos convecinos forzándolos a evacuar sus casas invadidas, en algún caso, con cotas de inusitada altura. El benemérito Cuerpo de Bomberos Voluntarios, reforzado con personal municipal hasta completar un grupo de 60 servidores, se movilizó alrededor de las 4:20 del pasado martes y procedió a trasladar al Hospital y otros centros comunitarios a hombres, mujeres y niños radicados en los barrios Cueto, Güemes, Vicente López, Belgrano, Moreno, Kennedy y por último en la zona aledaña a las rutas 178, 188 hasta calle Jujuy.

En el exHospital San José había, a las 14:30, internadas dos señoras. Donde se alojan muchos evacuados es en el Hospital Zonal (exLlanura), repartidos entre el pabellón de alojamiento para estudiantes de enfermería (135), la escuela de enfermería propiamente dicha (22) y el pabellón de Psiquiatría (19) y la sala de virosis hemorrágica (100). La Escuela 53 ha sido asimismo convertida en provisorio albergue de unas 55 personas (muchos niños). En el gran salón multiuso techado pudo observarse a una abigarrada y colorida multitud, ubicada en colchones o alrededor de mesas, mientras los niños olvidados de todo tipo de dramas, jugaban al fútbol en otro patio, también techado.


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