De nuestro archivo

Un hábito lugareño: cambia el escenario pero no falta "la vuelta al perro"


 Cambian las personas los códigos y un poco los lugares pero no falta en esta ciudad “la vuelta al perro” (LA OPINION)

'' Cambian las personas, los códigos y un poco los lugares, pero no falta en esta ciudad “la vuelta al perro”. (LA OPINION)

Hoy, en esta querida sección, no vamos a rememorar un hecho puntual de nuestra historia sino que nos vamos a referir a una sana costumbre que, aunque con diferentes modos, no se ha perdido: el paseo dominical. Una nota de 1994 nos cuenta qué hacían por entonces los adolescentes, pero antes rescata las prácticas de los jóvenes de mitad del siglo pasado.


En todos los tiempos y en todas las ciudades más o menos como la nuestra se destaca una zona como la preferida para pasear, para ver y ser visto. Para dar la "vuelta al perro". No siempre es la misma, también se modifican los hábitos y las rutinas que los jóvenes siguen casi como rituales religiosos. Todo cambia, pero siempre hay un punto de la geografía urbana que convoca masivamente.

Históricamente, la "vuelta al perro" en Pergamino tuvo lugar en calle San Nicolás, con tránsito, con cortes temporales de circulación y finalmente como Peatonal. Paulatinamente y comenzando en la década del 90 -que precisamente hoy vamos, en parte, a recordar-, ese paseo se trasladó a la entonces Avenida Roca, hoy Avenida de Mayo, que por mucho tiempo fue considerada una arteria importante desde lo comercial y comunicacional, mas no como paseo, tal como la identificamos hoy. Ese cambio era incipiente en junio de 1994, como señala la nota del suplemento LA OPINION COLOR que hoy rescatamos de nuestro archivo, donde se describe el uso y costumbre de la juventud de la época.

En la misma nota de 1994, haciendo el periodista como nosotros hoy un rescate de archivo, se rememora la "vuelta al perro" de quienes hoy peinan canas y que "gastaron" la calle San Nicolás por los años ''''40,''''50 y ''''60; sí, por unos 30 años la juventud tuvo -más o menos- los mismos hábitos en cuanto al esparcimiento. Es que los tiempos pasaban lento entonces, y las modas perduraban por décadas, no tenían la volatilidad de hoy día.

Vayamos a nuestro archivo y recordemos cómo se procuraba el encuentro con los pares cuando no existía el WhatsApp.

LA OPINION COLOR, 26/6/94

La calle San Nicolás fue, y sigue siendo, la más importante de nuestra ciudad, dicho sea sin desmedro de ninguna otra. Su historia está tan ligada e imbricada con el devenir pergaminense, que no se concebiría a Pergamino sin esa calle, cuyo nombre arranca entre la niebla misma de la desconocida fundación. Salvo un muy breve interregno en que se le cambió el nombre, la calle San Nicolás fue símbolo de comercio, elegancia, lugar de reunión y de cita.

Los memoriosos recordarán cuando se la podía recorrer en automóvil, doblando por avenida Roca hacia el sur y efectuando una vuelta sobre sí mismo el coche al llegar a 11 de Septiembre.

Luego el crecimiento del parque la "hizo" de una sola mano hasta que los domingos todo el día y luego los sábados por la tarde se convertía en peatonal, por el simple arbitrio de prohibir el paso de los vehículos en esos lapsos.

Muchos matrimonios de ahora, viejos o ya desaparecidos convecinos, tuvieron su germen, su punto de arranque y partida en la célebre "vuelta al perro" dominical.

Con un dejo de nostalgia, evocan quienes lo vivieron, el emocionado paseo que en la nochecita del domingo reunía a varones y mujeres en un trajinar lujoso, honesto y simpatiquísimo. Los muchachos endomingados con el traje bien planchado, el pelo liso y fijado con gomina, o lustroso de brillantina, y las chicas con lo mejor puesto encima, caminaban "a contrapelo", como solía decirse. Unos en una dirección, y otras en la dirección opuesta, con lo cual desde Roca a 11 de Septiembre, con lo cual el par de horitas que duraba la fiesta, un varón y una muchacha podían toparse por lo menos una docena larga de veces.

¡Oh, la gloria del cruce, la levedad del saludo casual, la mirada de frente que era ya una casi declaración y la de reojo, verde como la esperanza de una fruta aún en agraz!

Tampoco faltaban los galantes que apoyados en las paredes, puertas y vidrieras de los comercios, observaban el paso de las chicas. Los menos tímidos ensayaban algún piropo, siempre de buen gusto. Serios, ensimismados, lejos de toda guaranguería o "desparramo" del cuerpo, era su gloria mayor que alguna linda chica los abarcase apreciativamente en una mirada, al pasar, con su cuota de leve disimulo, a partir del lustre de los zapatos, la raya de los pantalones (que tanto costaba mantener sin arrugas) hasta llegar al rostro. Los tímidos tenían que aprender a dominar su timidez porque allá imperaba la ley de la pareja ancestral. Y salvo muy raras excepciones, la iniciativa quedaba siempre librada al hombre (o al menos eso es lo que muchos se creían).

La vuelta al perro, curiosamente, sobrevivió hasta que el tramo de San Nicolás comprendido entre Roca y Florida se "peatonalizó" de veras y de manera definitiva.

No vas, "no existís"

Desde que parte de la calle San Nicolás fue transformada en peatonal, se ha convertido en el paso obligado, a toda hora, de grandes y chicos. Domingo tras domingo los más jóvenes se dan cita en distintos puntos dentro de las cinco cuadras que abarca el paseo. LA OPINION COLOR se acercó hasta ellos para saber por qué eligen este lugar como punto de reunión los domingos por la noche.

En más de un testimonio pudimos rescatar que los chicos siguen a la mayoría, por ese motivo se paran en una esquina. Cuando a determinada hora se trasladan, ellos siguen a esa "masa" que pasa a la Avenida.

Las edades varían entre los 13 años y los 20; también se pueden observar familias enteras realizando su paseo dominical.

Todos coinciden en que la Peatonal es un punto de reunión desde hace mucho tiempo. El que no está los domingos en la Peatonal, "no existe". "A la Peatonal venimos todos los domingos", contesta rápidamente un adolescente que sobresale del grupo entrevistado. La cita obligada comienza a las 21:00. Muchos coinciden en que se encuentran después de misa. Los más chicos se quedan hasta las 12:00 de la noche, horario en que la policía colabora para que no haya menores de 14 años, pasado ese término. Los más grandes ya cambian su rumbo hacia la Avenida.

Para los más jovencitos (13 y 14 años), el entretenimiento es más variado, porque suele ser el único día que los padres los dejan salir; así que lo aprovechan para reunirse con sus amigos del colegio, van a los locales de videojuegos y comen algo, hasta la medianoche, hora en que todos deben volver a casa.

Las chicas reconocen, con cierto descaro y vergüenza, que ven pasar los chicos, y viceversa, pero "de acercarse ni hablar", aclaran entre risas; todo se hace "de lejos". Son pocos los que entran a algún local a tomar algo.

Todos hablan, por otra parte, de la falta de cosas que hay para hacer en la ciudad los domingos a la noche, y por eso ni el frío ni el viento pueden impedir que estén horas parados en la Peatonal, sobre todo en la esquina de Mitre y San Nicolás.

Al mismo tiempo, las familias aprovechan la noche de los domingos para los paseos. Mientras dejan a sus hijos en los videojuegos o con amigos, el matrimonio toma un café hasta la hora en que pasan a buscarlos.


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