17 años de universidad pública en la región: nuevos desafíos

El 16 de diciembre se cumplieron 17 años de la creación de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (Unnoba), y lo que podría significar apenas un hito en el calendario representa mucho más por lo que supone tener una universidad pública instalada en la ciudad y en la región.

Tanto en Pergamino como en Junín, ciudades con distintas tradiciones y recorridos en materia de educación superior, la Unnoba vino a cumplir un viejo anhelo y a dotar a sus sociedades de la impronta que confieren a los lugares las dinámicas de la universidad pública. De algún modo, su establecimiento vino a transformar el perfil de ciudades con idiosincrasias propias del interior, que durante años vieron cómo generaciones se iban para poder continuar sus estudios en otras geografías y tal vez para no volver a volcar en su terruño los saberes adquiridos.

Pero contar con la universidad es mucho más que su oferta académica, significa la posibilidad de generar conocimiento y transferirlo para resolver problemas reales de la sociedad de la que es parte.

A 17 años de su creación, como institución nacida de la política, la Unnoba consiguió insertarse en la comunidad e integrarse a ella ganando legitimidad y prestigio. Algo que en Argentina no resulta menor por el descrédito que suelen tener las instituciones públicas de la naturaleza que sean.

Por el contrario, consecuencia de muchas acciones y de vínculos estratégicos con las propias fuerzas de la comunidad, la Universidad cuenta con un alto consenso social. Lo que significa un capital simbólico que al tiempo que posibilita realizar un balance positivo del camino transitado hasta aquí, también compromete el futuro. Porque hay que seguir honrando esa confianza e incrementando ese caudal de legitimidad que es el que permite a las instituciones crecer y a las sociedades sentirse parte de esa construcción.

Pocas veces las sociedades actuales tienen la posibilidad de participar y conocer de primera mano las instancias fundantes de las cosas. Se vive en un mundo en el que pareciera que todo está inventado y esto también sucede en las instituciones. Pergamino, Junín y la región han tenido y tienen de la mano de la Unnoba la posibilidad de ser testigos y protagonistas del proceso de construcción de la universidad pública y hacerlo abrazando las mejores tradiciones de la educación pública en un país que supo tener sistemas educativos de alta calidad y ser modelo.

Cumplidos 17 años de su creación, superadas las desconfianzas que en su momento pudo generar la particularidad de su génesis- poco común por el hecho de contar con sedes académicas en dos ciudades diferentes- el proyecto universitario está consolidado. Y esto se traduce en indicadores reales. La Unnoba hoy es la primera alternativa elegida por jóvenes de la región para continuar sus estudios superiores, pero también por muchos que llegan de geografías lejanas por la especificidad de su oferta. El armado del colegio secundario en la ciudad de Junín y la promesa de hacer extensiva ese modelo a Pergamino, representa otro de los logros tangibles de lo que puede la voluntad política y el trabajo educativo serio y comprometido.

Nadie puede discutir que hoy es una universidad con todas las letras. Cuenta con una oferta académica pertinente, pero también hace extensión, investiga y produce nuevos conocimientos. Participa activamente de la vida de las comunidades de las que es parte e invierte en la formación de sus recursos humanos para no perder su norte y brindar alternativas de la mejor calidad posible. La inversión en infraestructura y equipamiento tanto para las actividades académicas como de investigación han sido y son una constante.

Pero en la dinámica de su naturaleza, estos apenas son los primeros pasos. En instituciones que están en permanente resignificación, nunca se alcanza una meta absoluta. Y en este sentido la Unnoba se ha trazado como objetivo seguir fortaleciendo su presencia en la región, a partir de la extensión territorial de sus actividades. Pero también se ha impuesto el imperativo de redoblar los esfuerzos para seguir generando conocimientos que redunden en la posibilidad cierta de aportar soluciones a los problemas de la región. También de alcanzar a quienes aún no llegan a la Universidad. La inclusión y la calidad que aparecen en el discurso institucional de la Unnoba como constantes, son los desafíos. También el fortalecimiento del posgrado que le permita a los profesionales de la región perfeccionarse en las distintas disciplinas y hacerlo en el marco de una formación rigurosa y pertinente.

Por allí transitan los desafíos. Y la tarea, esa que deben emprender quienes tienen la responsabilidad de conducir los destinos de la Unnoba. Y esa que seguramente acompañará el conjunto de la sociedad que ve en la Universidad la satisfacción del sueño cumplido, pero también la promesa de que la educación vuelva a ser el faro que guíe el camino para que el país retome la senda del progreso. Eso solo ocurre con más conocimiento, con inversión, con vocación y decisión política y fundamentalmente con la certeza de que la solución a los problemas llega de la mano de la razón y de la ciencia. Y que esa ciencia hay que construirla, con pilares quizás más intangibles que los que armaron la Unnoba en su estructura fundacional, pero más importantes como herramientas para propiciar el desarrollo y seguir dándole sentido a una institución que ya es parte de la vida no solo de pergaminenses y juninenses, sino del país que ve en ella la certeza de que es posible construir instituciones ancladas en la voluntad de hacer mejor la vida de la gente y honrar con resultados el esfuerzo que los propios ciudadanos hacen por sostener las instituciones públicas.