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Un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la pandemia de Covid- 19 podría afectar las metas para la reducción de la tuberculosis en el mundo. El mensaje es un llamado de atención a los sistemas sanitarios, por cuanto se trata de una enfermedad infecciosa de alta prevalencia y muchas veces desatendida a pesar de la existencia de programas específicos para su control.
La advertencia de la OMS surge del hecho de que en efecto en el contexto de la pandemia, en muchos países los recursos humanos, financieros y de otro tipo destinados a la tuberculosis se han reasignado para hacer frente y dar respuesta a las múltiples complicaciones de la emergencia sanitaria causada por el coronavirus. También los sistemas de vigilancia epidemiológica se han visto afectados negativamente por diversos motivos, entre ellos que la atención de la totalidad del sistema sanitario está centrada en la pandemia.
En Argentina, según cifras del Ministerio de Salud de la Nación se notifican por año unos 11.000 enfermos de tuberculosis, con una tasa de 26,2/100.000 habitantes y 720 fallecidos. En los últimos años se observa un aumento de casos en niños y adolescentes, representando el 18% del total. Y más allá de las cifras que claramente muestran la magnitud del problema, lo que no hay que descuidar es que la tuberculosis se transmite por vía respiratoria como el nuevo coronavirus, con la particularidad de que cuenta con un tratamiento probadamente efectivo.
La tuberculosis que se transmite por vía respiratoria como el Covid 19 cuenta con un tratamiento que resulta efectivo, siempre y cuando se diagnostique precozmente y se complete el tratamiento y se realice el seguimiento correspondiente.
Esta situación muestra una de las tantas contradicciones que encierra nuestra realidad en materia de salud. Frente a la Covid-19 toda la atención está centrada en el hallazgo de un tratamiento que resulte eficaz y en tuberculosis el abandono de esa terapia que existe, se considera uno de los principales obstáculos para el control de la enfermedad. Y la razón por la cual disminuye la eficacia de los programas nacionales al incrementar el riesgo de transmisión y aumentar la probabilidad de resistencia bacteriana a los antibióticos, la cual predispone a su vez a una mayor frecuencia de recidivas y fracasos.
Hay datos que revelan que entre marzo y junio de 2020 pacientes fueron diagnosticadas con ambas patologías Covid-19 y tuberculosis, muchos de los cuales pertenecían a grupos poblacionales vulnerables. Varios de ellos informaron antecedentes de tratamiento previo incompleto y el resto constituyó diagnósticos nuevos.
Lo que muestra la evidencia empírica es cómo una enfermedad de características pandémicas puede invisibilizar otros problemas sanitarios que requieren de inmediata atención. La tuberculosis es solo un caso que ha sido marcado por especialistas en infectología que trabajan en el control de esta enfermedad. Pero no es la única. Hay muchas otras que señalan claramente que la asociación de la Covid-19 con otras patologías infecciosas y no infecciosas es una realidad facilitada por condiciones sociales y ambientales que afectan la salud humana.
Se torna muy preocupante que enfermedades como la tuberculosis puedan aumentar por las dificultades para acceder a un sistema de salud sobrecargado por el Covid 19, el incremento de la pobreza, y la reducción de la movilidad poblacional por las medidas de aislamiento.
Habrá que ver cuál es el saldo cuando la pandemia haya terminado. Pero el camino no es sentarse y esperar, sino reforzar a los sistemas de salud y sus recursos para que atendiendo con todos los protocolos necesarios la urgencia que requiere una situación tan tremenda como la que plantea la Covid-19 pueda abrir la mirada a otras cuestiones de salud también urgentes y en muchos casos, estructurales. Frente a un paciente sospechoso de presentar Covid 19, es preciso hacer el diagnóstico diferencial con otras patologías, incluyendo la tuberculosis. Y tal como lo han señalado varios especialistas a partir de la advertencia de la Organización Mundial de la Salud es fundamental no abandonar ese otro “frente de batalla”, para que la guerra contra muchas enfermedades no esté perdida y el daño social causado por esta situación tan compleja como extraordinaria agigante un daño social de por sí, ya inmenso.
