Editorial

Antivacunas y terraplanistas, un culto a la estupidez humana


El ser individualista, muchas veces pedante y soberbio, no en sí mismo un mal para la sociedad, pero forma parte de ella desde posiciones que suelen irritar al conjunto que hace un culto de la comprensión y la tolerancia y trata de regirse por normas comunes, por el bien del conjunto.

A los practicantes del individualismo, por ejemplo “ nadie les regaló nada”, sino lo contrario: todo lo que tienen lo ganaron trabajando, gobierne quien gobierne. Buey solo bien se lame. El problema con este sistema de pensamiento, sin embargo, es que a veces hay que convivir con personas un poco ridículas, cuando no peligrosas.

Hay quienes creen que para ser realmente individuos, necesitan lograr una originalidad total, y contradecir todo lo que piensa la mayoría. Un botón de muestra es la reciente convención celebrada en Buenos Aires, que reunió a un nutrido grupo cuya creencia central es que la tierra no es una esfera, sino un plano.

No solo eso: afirman también que la gravedad no existe, y que la tierra estaría rodeada por un muro de hielo (la Antártida) que nadie habría logrado traspasar. Y que todas las imágenes satelitales y de naves espaciales están trucadas como parte de un complot de la Nasa (a la que habría que agregar, la Agencia Espacial Europea, a los chinos que acaban de llegar al lado oscuro de la luna, y a unos cientos de astronautas que han visto girar a la tierra redonda, hasta aburrirse). Un complot bastante grande, como la paranoia de estos sujetos.

Con solo ir a Youtube y buscar “Nasa live feed” se tendrá la imagen de la tierra en tiempo real, vista desde el espacio, girando redonda y oronda.

¿Qué les hace pensar a los terraplanistas que ellos -con su evidente improvisación y chapucería- lograrán lo que no pudo hacer la Inquisición católica, tras siglos de matar científicos herejes? Probablemente sea precisamente su individualismo, su enamoramiento consigo mismos, y desde luego, su desprecio por la ciencia. Es que para saber de ciencia hay que leer, y eso quita tiempo al culto del ego.

La secta de los terraplanistas, con todo, no hacen mucho daño a nadie. Al menos hasta ahora, que se sepa. Mucho más peligroso es esta nueva raza de individualistas anticiencia, los que boicotean las campañas públicas de vacunación.

Las vacunas no son solo enormes logros científicos, de comprobada eficacia para erradicar enfermedades y salvar vidas, como se ha visto a lo largo del Siglo XX, donde el progreso en materia de salud no se compara a ninguna otra época de la historia humana. Las vacunas también han sido un rarísimo ejemplo de colaboración entre la ciencia, el poder político, y la diplomacia internacional, ya que las epidemias que vienen a combatir no respetan de fronteras ni de clases sociales.

Pero bastó que aparecieran unos pocos productores de basura informativa (las llamadas “fake news”) y la actitud otra vez irresponsable de las redes sociales en su propagación, para que reaparecieran enfermedades que ya habían sido erradicadas. ¿El resultado? Nuevos brotes de sarampión en distintos estados de Estados Unidos, Brasil, Francia, Italia y Ucrania.

Hace pocos días salió a la luz el caso de Ethan Lindenberger, un joven de 18 años que, tras ser sometido por su madre al riesgo de incumplir el calendario de vacunación, concurrió voluntariamente a inocularse contra el sarampión, el tétanos y la poliomielitis. Su actitud le valió una convocatoria para exponer su caso ante el Congreso de Estados Unidos, donde confesó, entre otras cosas, que su poco saludable madre obtenía su información -y a no dudarlo, su paranoia- de distintas páginas de Facebook.

Aún conviven con nosotros algunas de las víctimas sobrevivientes de la poliomielitis, luego erradicada gracias a la vacuna Sabin oral. Algunas deben usar sillas de ruedas. Todas, han sufrido una vida de discapacidad motora que podría haberse evitado de haberse contado con la vacunación a tiempo. Al menos vivieron: la epidemia de rubeola en los años sesenta provocó la muerte de miles de niños recién nacidos. Para no hablar de las víctimas de la meningitis. O del sarampión, que de no haberse cumplido con las campañas de vacunación, hubiera provocado más de 21 millones de muertes en todo el mundo desde 2000 a la fecha, según datos de la OMS.

En vista de estos casos, y de los que han comenzado a aparecer en estos “bolsones” generados por la resistencia a la vacunación, cabría preguntarse si a esta altura no habría que considerar a esta verdadera secta de fanáticos, como una asociación ilícita.

En el fondo los más de ellos no son más que víctimas de la desinformación, como por ejemplo, la falsa noticia -todavía circulante- de que las vacunas podrían ser causante de autismo infantil, dato este que ha sido contundentemente refutado por una investigación estadística reciente en Dinamarca.

Y es que, como decía Einstein: “Hay dos cosas infinitas: el universo, y la estupidez humana. Y no estoy muy seguro en cuanto al Universo”.


Otros de esta sección...

Aprender durante toda la vida

26 de Abril de 2024 - 05:00
BuscaLo Clasificados de Pergamino y su región
Buscar en Archivo
Tapa del día
00:00
15:42
Errores:  0
Pistas:  38

Tu mejor tiempo:
12:07
Registrate o Ingresá para poder guardar tus mejores tiempos.

Nueva Partida
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Editorial
Funebres
Perfiles Pergaminenses
Lejos del pago
Farmacias de turno

LO MÁS LEÍDO