Editorial

Apretar y soltar, en busca del equilibrio


Esta disquisición que hay entre la economía y la vida es, cuanto menos, demasiado pobre. Es como si la República, es decir toda una unidad, un cuerpo dijera “¿qué quiero matar primero: quiero matar mi cabeza o quiero matar mi corazón? Nadie quiere matar ninguna de las dos cosas. En realidad, el cuerpo sobrevive con las dos cosas vivas.

Es ciencia y arte administrar la cuarentena, que sin dudas es una herramienta imprescindible y vital, pero como toda herramienta, su uso extremo o inadecuado puede causar más perjuicios que beneficios. Este es un virus que de todas maneras vino para quedarse y que va a agarrarnos a todos o al menos al 80 por ciento de la población, a algunos de manera ligera, a otros más gravemente y algún porcentaje va a necesitar internación o terapia intensiva.

La vacuna contra el Covid-19 podría obtenerse, cuanto menos, en un año o quizás dos.  Esto no supondría que la cuarentena se prolongue todo ese tiempo, ¿verdad? Lo que sucederá antes de que la vacuna se produzca a escala planetaria, es que crecerán los anticuerpos naturales de la sociedad, a partir de gente que -diagnosticada o no- ya tuvo el nuevo coronavirus. Tal como sucedió con la Gripe A H1n1, que allá por el año 2009 nos confinaba por unos días y nos llenaba de miedo, pero que paulatinamente se fue “naturalizando”. Y que hoy la mayor parte de la sociedad esté “inmunizada” frente a la Gripe A no fue solamente por la inclusión de su cepa en una vacuna (de hecho es menor el porcentaje de población se vacuna contra la gripe) sino porque ya contamos con anticuerpos entre nosotros. Esto no quiere decir que ya nadie tenga -e incluso muera- Gripe A sino que su expansión se da en rangos controlables. Lo mismo eventualmente sucederá con este nuevo (pero no único ni último) coronavirus.

Gabriel Leung, profesor de Salud Pública de la Escuela de Medicina de la Universidad de Hong Kong, uno de los más respetados expertos en el combate de la pandemia a nivel mundial, propone: apretar y levantar la cuarentena. Es decir, aplicar y relajar nuevamente de manera que se pueda mantener la pandemia bajo control, pero a un costo social y económico aceptable. El hongkonés habla de “tira y afloja” de tres vías, entre combatir la enfermedad, proteger la economía y mantener a la sociedad en equilibrio.

El experto hace la salvedad y aclara que cada país debe tener datos sólidos a fin de determinar la capacidad real de reproducción del virus. A partir de estos datos, cada país deberá establecer los mecanismos para mantener bajo control los casos tolerables que el sistema de salud sea capaz de enfrentar, y una vez que quede claro qué puede soportar el sistema de salud, uno puede preguntarse qué puede aceptar la economía y qué puede aceptar la gente. En resumen, Leung afirma que haciendo un análisis complejo se debe saber cuándo aflojar con la cuarentena y cuándo apretar.

Gracias a las medidas de aislamiento tomadas de manera prematura y tan oportunamente, en Argentina, al día de hoy, se mantienen por debajo de 150 el uso de camas de terapia intensiva por  Covid-19 sobre una disponibilidad de 160.000 plazas. Tomando como referencia a Leung, quizás sea momento de tratar de encontrar un punto de equilibrio entre la salud física y la económico-social. Además hay que tener presente que la mayoría va a pasar en pie la enfermedad y generar inmunidad, que es hasta ahora el único mecanismo de defensa. Una pequeña minoría va a necesitar camas libres.

Caso contrario, de seguir con el aislamiento como única medida, ¿estamos en condiciones de esperar la vacuna estando un año o más de cuarentena?

Es un apretar, soltar y volver a apretar si fuese necesario.

El arte de definir cómo salir paulatinamente de la cuarentena es lo que se debe estudiar, con personas de distintas disciplinas aportando en este proceso de decisión, sobre la convicción de que hay que ir soltando de a poco. Al fin, si es que va a llegar un pico de contagiados, ¿cuál es la diferencia de que sea ahora o en julio? En todo caso, ¿no es mejor que el pico suceda ahora que el clima es benévolo para que no colapse el sistema por otras patologías de la época invernal? La capacidad total que tiene este país para atender la contingencia en su punto más alto está  hoy disponible y no va a cambiar de acá en más; todo lo contrario,  va a disminuir por la aparición de las enfermedades de invierno. 

Julio está muy lejos para un tejido social en tensión y un sistema económico y productivo devastado. Complejo para el presidente Fernández que, en soledad, timonea la emergencia mediante Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU). Sin que funcione el Parlamento, los fracasos y éxitos son de su exclusiva responsabilidad. El paradigma de Max Weber sobre legalidad y legitimidad lo jaquea. “Hombre de derecho”, como inobjetablemente él mismo se caracteriza, es consciente de que el ejercicio cotidiano del prueba-error recae y recaerá sobre él.

Pero no podemos quedarnos con una sola alternativa, una sola idea, una sola propuesta y nada más. Aunque ésta haya sido la más oportuna y exitosa en su momento.


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