Editorial

Conductas que alarman


En los últimos días la crónica periodística dio cuenta de un nuevo hecho de violencia en el Hospital San José, donde un hombre exaltado destrozó los vidrios de la nueva Guardia del nosocomio. Más allá de las implicancias informativas del hecho y de las circunstancias que puedan haber desencadenado la reacción -se trataría de un detenido que había sido llevado por la Policía al nosocomio para recibir asistencia médica-, lo que el episodio pone en evidencia es cómo las instituciones sanitarias (y las públicas en general, como si no fueran nuestras) son cada vez con más frecuencia el blanco de agresiones.

Los hospitales hoy funcionan con personal de seguridad, con cámaras y con recursos que buscan disuadir posibles hechos de violencia. Sin embargo, entre las asignaturas pendientes del sistema de salud aparece la puesta en marcha de verdaderos protocolos que sirvan para contener una situación que se vuelve cada vez más compleja para profesionales y agentes de salud que no tienen por qué lidiar con esas realidades que tienen que ver con lo social e irrumpen también en los ámbitos sanitarios.

En cualquier sociedad civilizada nadie dañaría el lugar que le pertenece a los propios ciudadanos por derecho y cuyo costo restauración sale de sus propios bolsillos. Mucho menos atacaría un espacio en el que se atienden cuestiones urgentes y situaciones en las cuales muchas veces es la propia vida la que está en riesgo.

La construcción de la nueva Guardia Pediátrica del Hospital Interzonal General de Agudos San José fue una obra ampliamente demandada y esperada. Se requería que el nosocomio contara con un espacio acorde al nivel de complejidad de las patologías que asiste. Es cierto que en este período que ha sido planteado como transición hasta que se construya la nueva Guardia de Adultos, conviven en el espacio ambas prestaciones. Pero de ningún modo esto justifica que una demora en la atención o cualquier situación que genere malestar por parte de un usuario motive una reacción que destruye el patrimonio que es de todos. La obra fue financiada con recursos que pertenecen a todos los bonaerenses y es inadmisible que una persona, independiente del estado en el que se encuentre intente romper algo que costó mucho esfuerzo construir y que no pague consecuencias por esto que es una acción que pone en riesgo la integridad del personal de salud y la de los demás vecinos que acuden al servicio de Guardia por cuestiones importantes.

¿Acaso no deberían imponerse sanciones punitorias que resultaran ejemplificadoras? ¿No sería oportuno pensar en un sistema de castigo para aquellos que con total de-saprensión destruyen un bien que pertenece al colectivo social?

Es cierto que el sistema público de salud está colapsado, que no siempre se cuenta con los recursos materiales y humanos necesarios para dar respuesta a una demanda creciente. Pero eso no da lugar a que la agresión se transforme en la moneda corriente.  En este caso fue la rotura de vidrios de un espacio recién estrenado. Otras veces, la crónica ha dado cuenta de agresiones al propio personal. Como si las guardias hospitalarias hubieran dejado de ser esos espacios a resguardo de la violencia que se expresa en las calles, como si se hubieran transformado en el campo de batalla por conflictos que generalmente no tienen que ver con la atención médica, sino que expresan el grado de intolerancia social con el que convivimos.

Seguramente en el nuevo planteo del funcionamiento del servicio de guardia que se regirá con el sistema que se aplica en todos los sistemas de salud del mundo y que atiende la demanda no por orden de llegada sino por la gravedad del cuadro necesitará de una tarea de sensibilización y educación comunitaria. Hacerlo es una tarea pendiente. Pero eso no justifica la agresión. La violencia no puede ser el modo de expresar el malestar. Hacerlo es dar rienda suelta a la peor faceta de nuestra sociedad y poner en jaque al único lugar en el que se atienden las urgencias y emergencias que ocurren en la ciudad y en una amplia región las 24 horas del día durante los 365 días del año.

¿En qué momento se olvidó este concepto? Destruir elementos de una guardia hospitalaria es como morder la mano de quien da de comer. Es haber perdido el respeto por los profesionales y agentes de salud, que trabajan en un sistema absolutamente colapsado y lo hacen del mejor modo que pueden con el compromiso de salvar vidas.

Estos hechos no pueden pasar como uno más en la crónica policial. Tienen que significar un llamado cierto de atención y una señal de alerta. Lo que sucede puertas adentro de los hospitales es parte de un modo que la sociedad ha adoptado para expresarse. Y no conduce por buen camino que la violencia se imponga. Mucho menos que lo haga en un lugar que debería quedar resguardado de estos hechos, porque cuando se rompen los vidrios de una guardia o no se cuidan los elementos que son de todos, lo que se lesiona es parte de la vida en comunidad y de no detener esta escalada las consecuencias de ese daño son impredecibles.


Otros de esta sección...
BuscaLo Clasificados de Pergamino y su región
Buscar en Archivo
Tapa del día
00:00
15:42
Errores:  0
Pistas:  38

Tu mejor tiempo:
12:07
Registrate o Ingresá para poder guardar tus mejores tiempos.

Nueva Partida
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Editorial
Funebres
Perfiles Pergaminenses
Lejos del pago
Farmacias de turno

LO MÁS LEÍDO