Consejo Económico y Social: no hay salida sin una estrategia

Aunque no trascienda demasiado, el Gabinete nacional tiene una Secretaría de Asuntos Estratégicos. La Argentina debe encontrar una salida. Cualquier camino para esa salida requiere justamente de una estrategia. Esa estrategia debe tener algunos pilares fundamentales: planificación, diálogo, participación de todos los sectores interesados y consenso. Lo que no debe tener son intereses partidarios, mucho menos personales. Y ni hablar de malas intenciones, como los hechos de corrupción.

El presidente de la Nación anunció días pasados la creación del Consejo Económico y Social, junto al secretario de Asuntos Estratégicos, quien presidirá el órgano multisectorial, que estará destinado al abordaje de políticas de Estado a largo plazo en materias como productividad e integración social; medioambiente y cambio climático; trabajo; seguridad alimentaria y democracia innovadora.

Vale la pena mencionar a algunos de sus integrantes para comprender su función y el carácter que se pretende otorgarle. De acuerdo con lo informado por el Gobierno, los integrantes serán: Universidad de Misiones, rectora Alicia Bohren; Bolsa de Cereales, José Martins; UIA, Carolina Castro; Camarco, Iván Szech; Cámara de Comercio, Natalio Grinman; CTA, Hugo Yasky; CGT, Héctor Daer, Carlos Acuña y Antonio Caló; Jufejus, María del Carmen Battaini; Cgera, Marcelo Fernández; Uocra, Gerardo Martínez; la Utep, Esteban Castro; Conam, Ediht Encinas; Conicet, Carolina Carrillo; Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, Marita Carballo; Consejo Interuniversitario Nacional, Delfina Veiravé; Upcn, Andrés Rodríguez; Came-Mujeres, Beatriz Tourn; Federación Agraria Argentina, Carlos Achetoni. Por la UBA, su rector, Alberto Barbieri; La Bancaria, Sergio Palazzo; y por la Unión Industrial de Salta, Paula Bibini.

El Consejo tendrá cinco misiones que tendrán cinco proyectos transformadores en las áreas de comunidad del cuidado y seguridad nutricional, productividad con cohesión social, cambio climático ecológico y desarrollo verde, trabajos y educación del futuro, y calidad institucional.

Un comunicado oficial define su función específica: elaborar una agenda institucional que supere la coyuntura y marque políticas de Estado para los próximos 30 años. No es una pretensión menor. Sin embargo, a esta altura parece imprescindible abocarse a esta tarea.

Para su conformación se analizaron diferentes experiencias a nivel nacional e internacional, entre ellas las de Bélgica, España, Francia, Irlanda, Italia y Países Bajos. Asimismo, se tomó como referencia el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas. Se contó con el apoyo de Naciones Unidas y de la Organización Internacional del Trabajo.

Hay antecedentes en el país de intentos de este tipo. Muchas iniciativas quedaron truncas a partir de los periódicos golpes militares y otras naufragaron en su propia ineficacia. Son sintomáticos algunos intentos que convocan mucho más desde la presión que desde el acuerdo. Eran verdaderos desencuentros pretendiendo el encuentro. Su fracaso estaba asegurado. Por eso hay tanto escepticismo cada vez que se lanza una iniciativa como ésta. De todos modos siempre hay espacio para la esperanza y hoy un diálogo bien encaminado en búsqueda de consensos apuntando al mediano y largo plazo es una opción más que interesante.

Vale que la tutele el Gobierno y que la participación sea amplia y variada. Debe ser un organismo representativo, plural y dispuesto a contener todas las voces. No son pocas las iniciativas que pueden encontrar un canal de realización. Pese a que las dificultades inmediatas pretendan quitarle relevancia, debiera ser exactamente al revés. La reiteración de los mismos problemas y de las mismas ineficientes soluciones deja muy clara la necesidad de planificar el futuro. De interpretarlo como una construcción colectiva que requiere cimientos profundos. Cabe, entonces, destacar tan valioso recurso.

Ojalá primen la generosidad, la honestidad y el sentido común. Que se interprete que se trata de una construcción colectiva y no de un foro para la defensa de intereses corporativos. Esto último sería tan inconducente como frustrante.