Editorial

Coronavirus en la región: decidir sabiendo que la enfermedad está cerca


La región comienza a reportar casos de Covid-19 y lo que sucede en las geografías cercanas a Pergamino, si bien no tiene la escala que se observa en el área metropolitana de la ciudad de Buenos Aires, impone una mirada atenta sobre el comportamiento de la pandemia. Es imperioso no relajar los controles ni las medidas sanitarias que resultan imprescindibles para que la situación no desborde un sistema de salud que aunque ha ganado tiempo durante la cuarentena para robustecerse, no deja de experimentar falencias estructurales que se expresan en tiempos difíciles. Y todo esto ocurre en un momento en el que el propio hartazgo de buena parte de la sociedad con las medidas de confinamiento fuerza a los decisores de la política a evaluar medidas y tomar acciones que habiliten actividades sin descuidar la cuestión sanitaria.

En Pergamino se ha anticipado la decisión de “flexibilizar el aislamiento” para habilitar algunas actividades tanto en el plano productivo como recreativo.  A contracorriente de esto, alertada por lo que ocurre en municipios vecinos, es la propia población la que le exige al Gobierno local endurecer los controles, por lo menos en los ingresos a la ciudad.

Esta semana el propio intendente municipal hizo declaraciones en las que depositó sobre la responsabilidad individual la garantía del cuidado de la salud colectiva. Sin embargo, observando lo que ocurre en distritos próximos a Pergamino, crece el interrogante respecto de si alcanza solo con el cuidado individual.

Por estas horas, los municipios del interior bonaerense transitan quizás el momento más complejo desde que se declaró la pandemia, porque la necesidad social de flexibilizar las medidas de confinamiento para recuperar cierto grado de normalidad, coincide con un momento en el que la situación epidemiológica enciende luces de alarma. También las autoridades deben convivir con el miedo que se genera ante una eventual ola de contagios.

Mientras las autoridades vuelcan en la actitud cívica de cada habitante el peso de la responsabilidad, la población transita entre el deseo de volver a vivir en un escenario de certidumbre y el temor a enfermar.

En el umbral de una nueva etapa del aislamiento social preventivo y obligatorio, se impone como nunca la necesidad de actuar con cautela e inteligencia. Recae sobre los intendentes la mayor responsabilidad, porque juegan una especie de dominó donde cada decisión puede acarrear consecuencias difíciles de mensurar.

Encontrar el justo equilibrio entre las necesidades económicas y sociales urgentes y advertencias sanitarias que indican que lo peor aún puede ocurrir, requiere de mucha pericia.

¿Como comunidad habremos aprendido lo suficiente como para asegurar que se cumplirán estrictos protocolos para el desarrollo de las actividades que se habiliten?

¿El sistema de salud local está verdaderamente preparado para afrontar circunstancias que puedan complicarse?

Por otra parte, se está ingresando en un período en el que convivirá la amenaza del coronavirus con buena parte de las patologías respiratorias estacionales y lo harán en un sistema de salud que está en alerta, pero que ha mostrado ser endeble y estar afectado por profundas falencias. Las movilizaciones y manifestaciones públicas en relación a la situación que vive el personal de la salud tuvieron fuerte eco en Pergamino, mostrando una silenciada realidad. ¿Seremos capaces de hacer algo para resolver eso y asegurar que las condiciones de trabajo de los agentes sanitarios sean las adecuadas para afrontar un desafío tan inmenso?

Con el invierno aún por venir, debe primar el sentido común. Alrededor de Pergamino hay ciudades que están cercadas. ¿Pergamino debería endurecer sus controles o alcanza con la responsabilidad individual de quienes por distintas razones se trasladan a zonas donde hay circulación viral?

La enfermedad está cerca. Y esto lejos de asustar, debe servir para tomar conciencia de que el coronavirus no se controló con la cuarentena. Que el aislamiento social fue una medida orientada a “darle tiempo al sistema para prepararse” aplanando la curva de contagios. De ningún modo significa “la vacuna” ni “el remedio”.

Las medidas de distanciamiento social siguen siendo el principal recurso para evitar que la enfermedad se propague. La rigurosidad de este aislamiento dependerá de la situación epidemiológica y de las decisiones políticas. Lo que cambia en relación a otras etapas de la “extensa cuarentena” es que las determinaciones que se tomen de ahora en adelante, deberán tomarse sabiendo que la enfermedad está cerca.

Y como desde el primer día la responsabilidad será de la política, pero también de la ciudadanía. No de uno ni de otros, sino de todos para afrontar con madurez y responsabilidad lo que el plantee un escenario incierto que no debe subestimarse.


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