Editorial

De eso no se habla


Nos han acostumbrado a obligatoriamente familiarizarnos y a naturalizar en nuestra vida cotidiana, en charlas o como simples escuchas o receptores de informaciones en los distintos medios de comunicación o de plataformas mediáticas, palabras como Lebac, Letes, mercados de capitales, tasas de interés. O a reincorporar otras que habían quedado casi en desuso, como ajustes, recortes y FMI.

Lo que algunos llaman la timba financiera, o la bicicleta financiera, copa las extensas discusiones de los especialistas. ¿Dónde poco estos pesos para que no se pudran por la inflación? Horas y días se agotan en entender los modos de funcionamiento de los capitales especulativos.

Y llamativamente, fuera de la agenda de discusión pública siguen las realidades de las economías regionales; no se habla de las situaciones de cada sector productivo, de sus necesidades y debilidades, de sus reclamos y aspiraciones. O del valor preponderante que tiene en la realidad diaria de cada una de las comunidades del país. O de las nuevas industrias, centradas en la transferencia de conocimientos, el software, lo digital.

Inversión productiva, reactivación del mercado interno, ampliación del poder adquisitivo, financiación e incentivos al desarrollo no figuran en el actual vocabulario político, ni son parte de las fórmulas que se tejen para volver a hacer crecer al país.

Ajuste fiscal, flexibilidad laboral, reforma previsional, cierres de empresas, despidos, costos laborales, ganan terreno en un escenario recesivo y especulativo.

Para eventuales despistados, vale recordar que el Fondo Monetario Internacional (FMI) es un prestamista que lo único que quiere es ganar dinero. Y vale reiterarlo, porque por estas horas en que el pedido de salvataje en negociación parece ser la única salida, algunos creerán o querrán confiar en que un préstamo de estas características permitirá el despegue del país. Las penurias de hoy, son más hambre para mañana. Con esto no decimos que era algo evitable sino que, como planteamos en otra ocasión, era la mejor salida para un default inminente. No obstante ello, y lo conveniente de recibir ese flujo en mejores condiciones que las que teníamos con el kirchnerismo, el préstamo del FMI está lejos de ser una solución en sí misma. Tampoco lo es el necesario ajuste. En síntesis, como en un hogar, hay que acomodar las piezas, cubrir las deudas, ajustar los gastos a los ingresos (todo ello viene de la mano del Fondo y su auditoría constante, porque solos es posible que nos fuéramos al tacho otra vez), pero lo más importante es cómo hacer para mantener y , mejor aun, incrementar los ingresos para, otra vez: cubrir las deudas y pagar los gastos.

Hoy no es tan sencillo como tiempo atrás; ya no basta con producir más de lo que veníamos haciendo. Porque el mundo cambió, la demanda es otra, los bienes apreciados son otros y se producen con menos gente. En el camino aparece entonces otro escollo: el desempleo. Que no es todo endilgable a la gestión de Macri sino, como decimos, hay actividades que ya no son necesarias y quienes las hacían se quedan sin su puesto sencillamente porque lo que saben hacer ya no es requerido.

La historia se repite pero el contexto no es el mismo. Hoy no tenemos “vientos de cola” que amplíen los ingresos de Argentina. Entonces, tenemos la mitad del problema encaminado a la solución: la plata que nos manda el FMI y un plan de ajuste para cumplir con las condiciones de ese préstamo. Porque el Fondo no es ni bueno, ni malo sino que exige condiciones para prestar, como cualquier prestamista; el problema son y fueron las distintas administraciones argentinas que recurrieron a él. Y particularmente esta vez, de dónde el Estado obtendrá los recursos, porque con el ahorro del ajuste no alcanza. Huelga decir que una persona que se queda sin trabajo es una tragedia para su economía doméstica pero también representa un problema para el propio Estado, que deja de percibir tanto sus aportes como la recaudación impositiva de su consumo. Sin mencionar la ayuda social que pasa a percibir en lugar del salario que pagaba un privado por su trabajo.

Entonces es de mente pequeña pensar que al Gobierno no le importa el crecimiento del desempleo. El problema es que no está haciendo nada para frenarlo.

Mínimamente es necesario que el Estado releve los motivos de los ceses laborales, porque no es los mismo que una empresa cierre por cuestiones financieras a que lo haga porque su actividad ya es obsoleta en el Siglo XXI. Y no vemos que eso se esté evaluando, como para saber qué medidas tomar, qué sectores apoyar y cuáles reconvertir hacia otra actividad.

No se analiza esta cuestión a nivel país ni tampoco en Pergamino donde, tal vez por no ser la problemática más acuciante, el énfasis de la gestión pasa por otras aristas: está en atender las problemáticas diarias y un gran impulso a la obra pública, que otorga elementos muy mostrables y de efecto inmediato en términos de marketing político. Lo de analizar y promover nuevas plataformas de empleo es un trabajo más silencioso y lento en resultados, que a su vez no son los masivos que resulta inaugurar un espacio o una calle que rédito para muchos vecinos a la vez.

Falta esta actitud proactiva, que excede el atender lo cotidiano, que requiere de un cuerpo de funcionarios más técnicos que políticos. Tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo, porque los concejales también podrían dedicar tiempo a proponer alternativas, a generar el marco regulatorio para nuevas actividades económicas, a elaborar un programa atractivo de beneficios municipales que traiga radicaciones industriales que prefieran a Pergamino y no a otras ciudades por ello.    

Poco, o más bien nada, se habla de trabajo, de producción.

La angustiante realidad y el incierto futuro inmediato, nos golpea con miles de preguntas, sin respuestas. Y es difícil ser optimistas en un entramado político atomizado, donde será imposible constituir políticas de Estado. El 2019 está muy cerca; los diagnósticos sobre los problemas, tanto como las medidas de acción, difieren 180° entre unos y otros.

El oficialismo con sus problemas quiere llegar sin que se le incendie el país; la oposición, naufragando sobre los errores de esa administración. Trabajo, producción y educación para las nuevas oportunidades laborales escapan de la atención y prioridades de gestión. De eso no se habla.


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