Editorial

Del aislamiento al distanciamiento: lo que plantea la nueva normalidad


La salida del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (Aspo) anunciada por el Gobierno nacional en buena parte del país y la inauguración de la fase de Distanciamiento Social Preventivo Obligatorio (Dispo) es quizás el pasaje a la llamada “nueva normalidad”. La medida no significa de ningún modo que la pandemia haya terminado ni que la emergencia sanitaria ya no exista. Por el contrario, tener presente esta realidad y acatar las recomendaciones para garantizar el desarrollo de actividades de un modo seguro es el pasaporte a no tener que retroceder, como está visto que sucede en otras partes del mundo.

El distanciamiento de algún modo nos acerca a la nueva normalidad, pero también exige de un enorme compromiso social, por cuanto pone a la humanidad frente al desafío de aprender nuevas formas de relacionarse en la micro y macro esfera de la vida compartida. Encuentros afectivos en espacios abiertos y rutinas laborales sujetas a estrictos protocolos parecen ser el signo de la hora en aquellos lugares donde el aislamiento queda restringido solo a casos sospechosos o confirmados de Covid-19. Todo esto, sumado al turismo, al intercambio comercial y el sostenimiento de la economía, importa cambios significativos en el modo de concebir el mundo. 

Desde que comenzó la pandemia son diversas las voces que se erigen para explicar acerca de los desafíos que impone transformar la dinámica de la vida social en un mundo lo suficientemente globalizado y complejo.

En tiempos de confinamiento, lo global abrió paso a lo local y las sociedades se replegaron en torno a sus costumbres, sus propios hábitos y realidades. Con el “distanciamiento social preventivo y obligatorio” algunas puertas vuelven a abrirse. Pero esto de ningún modo significa volver a la vida como era antes de la irrupción del virus que puso de rodillas al mundo.

Cuando se hace referencia a “la nueva normalidad” sociológicamente se habla de eso: de cómo las sociedades a escala planetaria encuentran formas de vincularse y compartir los espacios públicos con el devenir de la pandemia.

Si bien muchas de las expectativas están puestas en el desarrollo de la vacuna, la mayoría de los especialistas tanto de la salud como de las ciencias sociales, aseguran que estas pautas de comportamiento que las sociedades están obligadas a adoptar no serán de coyuntura, sino que una vez aprehendidas estas costumbres quedarán incorporadas como formas de relación en la pospandemia.

Este concepto es de dudosa confirmación porque es sabido que depende mucho de la constitución misma de cada comunidad, de la realidad epidemiológica particular y de cuánto cada uno sea capaz de poner en juego para preservar su salud y la de los otros.

Pero como sea la cotidianeidad está llamada a ser transformada. Y todo hace suponer que por un buen tiempo nada volverá a ser como antes. Por lo menos no sin consecuencias sanitarias. Y esto involucra a toda la humanidad e impregna todas las esferas de la vida social. Compromete lo que cada uno hace en el espacio de su esfera íntima y lo que expresa en la dimensión social.

Por eso como nunca se impone tener una mirada sociológica de cómo el nuevo coronavirus modifica y transforma culturalmente a los pueblos.

Hasta la aparición del coronavirus, la vida en sociedad se desarrollaba con pautas que se caracterizaban fundamentalmente por la cercanía, por el compartir el espacio público sin atender la distancia social y sin considerar la posibilidad de contagio de un virus. Sin embargo, por otro lado, y en paralelo, iba extendiéndose a nivel global el uso de la tecnología en el desarrollo de la vida cotidiana tanto para mediar en relaciones interpersonales como para establecer todo tipo de intercambios en materia económica.

Con la pandemia, este proceso sociocultural de uso masivo de la tecnología se profundizó y la virtualidad se impuso para marcar el modo de establecer relaciones personales y laborales. Sin embargo, pareciera que cuando se flexibilizan las medidas restrictivas, la necesidad del encuentro real, aparece. Y se expresa. La clave es saber cómo se encauza esa necesidad y como se inscribe en el imperativo de construcción de “la nueva normalidad”.

La pandemia puso de relieve la importancia del contacto, y el valor de los espacios de cercanía. Por su falta, mostró como nunca antes lo vital que resulta el contacto interpersonal. Frente a ello, la clave es cómo encontrar ese fino equilibrio entre el acercamiento y la distancia. Es allí donde también es preciso detenerse a mirar la pandemia. Observar cómo se construyen y sostienen los lazos sociales con los condicionamientos que impone este tiempo. Y guiar a las sociedades para que en el ejercicio de su libertad, la responsabilidad se vuelva protagonista. No hacerlo, será reducir el enorme esfuerzo realizado a un puñado de nada que dará como resultado solo acrecentar el daño y dolor social causado por la pandemia, de por sí ya inconmensurable.


Otros de esta sección...

Cuidarse del dengue

23 de Marzo de 2024 - 05:00
BuscaLo Clasificados de Pergamino y su región
Buscar en Archivo
Tapa del día
00:00
15:42
Errores:  0
Pistas:  38

Tu mejor tiempo:
12:07
Registrate o Ingresá para poder guardar tus mejores tiempos.

Nueva Partida
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Editorial
Funebres
Perfiles Pergaminenses
Lejos del pago
Farmacias de turno

LO MÁS LEÍDO